Por Mario López M.
De la euforia y la soberbia de sentirse que eran los salvadores del país, pasaron a responsabilizar a quien se les cruzara por los malos índices. Ahora que ya no queda a quién echarle la culpa en el país, los responsables son EEUU y China.
En plena desaceleración este año, el Banco Central ya bajó la expectativa de crecimiento para 2019 y las perspectivas para 2020 son desalentadoras.
“Entiendo que hay personas que pueden tener aún mejores expectativas, lo que llamo es a valorar lo que hemos tenido y, por supuesto, que vamos a seguir trabajando, porque las cifras económicas que hemos logrado y que estamos logrando en 2018 no se dan por sí solas, no se dan por casualidad, no es un maná caído del cielo y responden al trabajo duro”. No, no es un reality, tampoco una pitanza de Tinelli, es el ministro de Hacienda, Felipe Larraín, alabando las cifras económicas de este gobierno.
La prensa miraba atónita como la autocomplacencia llegaba a niveles de creerse lo que se dice o, derechamente, de pensar que quienes escuchan o leen no entienden nada o no les importa.
No hay peor ciego…
Que no se crea que se trata de una obstinación solo del ministro de Hacienda, sino que es una política fríamente elaborada en La Moneda, que busca salir al paso de las indesmentibles y desalentadoras cifras del Imacec, la creciente cesantía, los bajos salarios, la pérdida del poder adquisitivo, el estancamiento del PIB, la caída de la producción, las bajas exportaciones, la no llegada de la inversión, etcétera.
No. El propio Presidente Sebastián Piñera salió a comparar sus “avances” con el gobierno pasado. Dijo a los a críticos de la marcha de la económica que “les vamos a enviar un paquete de pasas para que refresquen la memoria”. No deben ser tan buenas, porque si en La Moneda las distribuyeran recordarían que fue el propio Mandatario y su ahora ministro de Hacienda quienes vapulearon a la Presidenta Bachelet cuando los índices de cesantía llegaron a los 6 puntos. Ahora estamos en 7,3…
La prensa le mostró las cifras entregadas por la Encuesta de Expectativas Económicas del Banco Central, que rebaja la proyección de crecimiento para 2019, ubicándola en 3,5%, muy por debajo de lo prometido por el propio Piñera. No basta echarle la culpa al gobierno anterior, tampoco a los inmigrantes, los excesos de días festivos o feriados e incluso al empedrado… Derechamente, hay que mirarse al espejo, salir al pizarrón y responderle a la gente.
No he venido a vender, si no a …
Lejos de asumir que la improvisación, la desordenada instalación de las autoridades, el discurso vacío lleno de ofertones que rayan en el populismo, la preocupación de muchos de sus partidarios por “capturar” el aparato del Estado, con miles de despidos y reemplazos por sus operadores políticos, ha sido más importante que echar a andar el país, Piñera vuelve a sacar un clavo con otro clavo y envía más ofertones.
Prometió ahora que se crearán cerca de 160 mil nuevos empleos en 2018, “el 90% de ellos con contrato, previsión social, empleos estables; es mucho más de lo que veníamos creando los años anteriores”. También juró que la inversión crecerá en torno al 5%-6% y que los salarios crecerán a una cifra nominal de 4,5%.
Imposible no recordar el “mejor censo de la historia”, el “fin de la puerta giratoria”, la “mayor obra de ingeniería de América (Cau Cau)”, aquella frase para el broce que decía: “En 20 días hemos avanzado más que otros en 20 años”, y tantas otras expresiones rimbombantes y ofertones que, al final del día, quedan solo en eso.
Por eso nadie se explica de dónde el Banco Central rebajó las expectativas de crecimiento, bajó el Imacec, o cómo se le ocurre al INE decir que la cesantía aumentó a cifras no vistas en años; menos se entiende que el Banco Mundial diga que se esfuman las expectativas de desarrollo para nuestro país.
De seguro los empresarios, cuando reconocen que se desploman las expectativas que se tenía de capturar inversión, deben estar equivocados. “En Chile pasamos de la euforia a la depresión o viceversa con demasiada facilidad”, dijo Piñera ante las críticas, sin hacerse cargo de quién o quiénes fueron los responsables de, son fundamento, desatar la euforia.
La última excusa
No habiendo a quién más achacarle la responsabilidad por la debacle, ahora la culpa la tienen Trump y XI Jinping. O, dicho en modo económico, la guerra comercial entre Estados Unidos y China. La misma que el propio Piñera y su ministro de Hacienda ningunearon, porque argumentaban que en este gobierno la economía nacional era “robusta” y que no sería lastimada por lo que pasara entre los gigantes del mundo enfrentados entre sí.
El Mandatario reconoce ahora que “la guerra comercial entre EE.UU. y China nos está afectando en forma muy intensa”, Lo acreditaría, en sus dichos, que los términos de intercambio han empeorado y que analistas anticipan que podría haber un estancamiento o recesión de la economía mundial hacia 2020 o 2021.
Por su parte, el optimista ministro Larraín sigue en la suya y afirma que no hay crisis que nos venga, pues “nosotros hacemos nuestros planes respecto de lo que podemos hacer, que es trabajar internamente para que la economía chilena esté bien preparada frente a cualquier eventualidad que tengamos en los mercados intencionales”.
Ahora que se vienen las reformas a las pensiones, las Isapre (no la Salud, porque Fonasa sigue a la espera), tributaria, etcétera, y donde se ha disminuido la carga impositiva a las grandes empresas, recortando de paso el gasto social y, de acuerdo con analistas, si 2020 se ve como un año que constituye un “punto de inflexión” para la economía global, con una temida recesión, no bastarán las excusas fáciles, como aquella que se despachó Felipe Larraín, quien dijo que “las AFP no son el problema, el problema es la esperanza de vida” de los chilenos, es decir, somos todos culpables de las malas pensiones por vivir más…
No por nada cayó la aprobación a Piñera de 54% en septiembre a 43% en octubre, mientras la desaprobación pasó de 35% a 44%. La disminución se explica por las ofertas incumplidas del eslogan los “Tiempos mejores”. Existe claridad de que la administración Piñera no ha cumplido lo que prometió.
“Las razones de la desaprobación tienen relación con el juicio negativo sobre avances en el empleo, el costo de la vida, el incumplimiento de promesas económicas, todo lo cual deriva en la percepción de que el gobierno está más enfocado en los segmentos altos, con la idea de que gobierna para pocos”, dijo al respecto la encuestadora Criteria Research.
Caso cerrado.