Por Mario López M.
Una desarticulada organización estudiantil recibió de pronto una inyección de vitalidad, inoculada por el propio Sebastián Piñera: el nombramiento de Gerardo Varela, como nuevo ministro de Educación los une, convoca y esperan que además los movilice. Se le viene marzo, auguran.
Los estudiantes, carentes de banderas socializadas, han tomado en lo inmediato las intervenciones del futuro titular de la cartera, para quien la educación es un bien de consumo, rechaza la gratuidad y es partidario del copago y la selección. Eso los hace ilusionarse con las épicas marchas de 2011. ¿Podrán?
Hace cuatro años el Partido Comunista arribaba al gobierno después de 41 años y lo hacía anunciando que tendría “un pie en La Moneda y uno en la calle”. Hacía referencia al poder de movilización social que mantenía en aquel entonces en los movimientos estudiantiles y en menor intensidad en la CUT y otros organismos laborales.
La mayor expresión de movilización, eso sí, se había producido algunos años antes, en 2011, un frío día de inicios de agosto en que estudiantes y sus familias salieron a demandar reformas educacionales en una masiva movilización que cruzó todo el país, pacífica pero potente y que hizo tambalear al gobierno del entonces Presidente Piñera.
Luego los líderes de aquel entonces ingresaron al “sistema” y se atrincheraron en la Cámara de Diputados, algunos militantes del PC, otros respondían a una difusa orgánica y que daría forma años más adelante con lo que se conoce hoy como Frente Amplio.
Regalito
Ya sin los líderes de entonces y habiendo captado el segundo gobierno de la Presidenta Bachelet la mayoría de las demandas estudiantiles, “la calle” empezó a diluirse y las mismas federaciones secundarias y universitarias ya no fueron capaces de movilizar a sus huestes. A duras penas lograban los quorum para elegir a sus directivas, malamente fueron capaces de colocar sobre la mesa sus demandas, a pesar de no estar conformes con la intensidad y profundidad de lo que hacía el gobierno de la Nueva Mayoría. Incluso algunos aspectos de las reformas contaron con los votos contrarios en el Congreso de algunos líderes de antaño.
Así, atomizados intentaban hilvanar lo que parecía evidente, un nuevo gobierno de la derecha con Sebastián Piñera a la cabeza nuevamente, pero esta vez con una retroexcavadora a cuestas que de seguro buscaría minar las reformas implementadas por Bachelet que, aunque no les gustara, habían significado un avance no menor en gratuidad, inclusión, desmunicipalización, fortalecimiento de la educación pública y otras. Por eso no tuvieron remilgos en solicitarle a la Mandataria que se esmerara en amarrar los cambios antes de terminar su período.
Pero se produjo el milagro para los dirigentes estudiantiles: les llegó Pascua en enero y con un Santa Claus no esperado, el propio Piñera, que les regaló un “pato de bodas”, un ministro de Educación, Gerardo Varela, neoliberal a ultranza, que no cree en la gratuidad, que concibe a la educación como un bien de consumo y que, de paso, ha vapuleado de la peor manera al Frente Amplio que, a diferencia de 2011, hoy maneja más de la mitad de las 40 federaciones estudiantiles en el país y entre ellas las más importantes o fuertes de la Confech, la Fech, la Feusach y la Feuc.
“El FA se parece a las garotas de Rio de Janeiro. Desde lejos, todas se ven jóvenes y estupendas, pero una vez que uno se acerca no todas son tan estupendas ni tan garotas”, dijo Varela.
Caído del cielo, piensan, pues será el detonante para lograr reactivar “la calle”. Está por verse.
Todos contra Varela
El recientemente designado ministro de Educación a partir del 11 de marzo no necesita que lo ataquen o muestren sus flancos débiles, lo hace solo y lo ha venido haciendo por años. Sus dichos acerca de cómo concibe la educación (ver nota aparte), el valor que le asigna a las reformas educacionales y su pobre opinión del Frente Amplio son caldo de cultivo para las críticas y dardos que ya comienzan a lanzarles desde la dirigencia estudiantil y a la que se han sumado incluso los profesores.
“Estaremos en veredas totalmente opuestas”, comenzó advirtiendo la vocera de la Confech y presidenta FEUC, Josefina Canales. “Me parece lamentable que Sebastián Piñera haya electo para ser ministro de Educación a alguien que no tiene ninguna relación con temas educacionales. Por el contrario, es un abogado empresarial, que más encima su expertise está en las fusiones de empresas”, reclamó la dirigenta, recordando que Varela aboga por que “la solución para la educación no es la gratuidad ni la prohibición del lucro —y menos de la selección y el copago—, sino que el desafío es cómo seguir atrayendo inversiones, competencia y talento a un sector que la requiere con urgencia”.
Desde la vereda de los profesores, el presidente del gremio, Mario Aguilar, dijo que como colegio profesional han “quedado preocupados, porque Gerardo Varela tiene un perfil absolutamente neoliberal y libremercadista a ultranza (…) Es una persona ultra ideologizada a favor de la doctrina neoliberal; ha hecho declaraciones en materia educacional en favor del lucro, propiciando una prioridad de la educación privada sobre la pública”, denunció, agregando que “ha tenido dichos insolentes e irrespetuosos sobre nuestro gremio docente”, anticipando “una relación conflictiva entre el futuro ministro de Educación con el mundo social de la educación, con los estudiantes y los profesores”.
Secundarios y universitarios unidos…
La vocera de la Cones, Francisca Flores, arremetió en contra de Varela asegurando que “representa la oposición más férrea a la desmunicipalización y los avances que hemos logrado en estos últimos años, es decir, el fin de la selección, lucro y copago. Como estudiantes secundarios estaremos atentos y preparados ante las determinaciones que vaya tomando el futuro gobierno, y saldremos con todas las fuerzas a las calles tanto para defender lo conquistado, como también para instalar demandas que siguen pendientes, como lo es un nuevo sistema de financiamiento de la educación escolar, un nuevo sistema de acceso a la educación superior y la educación no sexista en todos los establecimientos”.
No fue la única, pues desde la propia Confech, otro de sus voceros, Víctor Tapia, dijo que “si bien no teníamos buenas expectativas respecto a la presentación del gabinete de Sebastián Piñera, el nombre del futuro ministro es una señal clara de que se buscará retroceder lo avanzado en materia de gratuidad”, anunciando que desde ya comenzarán a “delinear este año como un año de articulación y movilización del movimiento social por la educación”.
No muy distinta fue la posición desde el mundo político. Para el presidente de la comisión de Educación de la Cámara Baja, Rodrigo González (PPD), la designación de Varela “significa un retroceso respecto de los avances que se han logrado en materia de educación. Para el futuro ministro, la no selección, el fin al lucro, la gratuidad y la no discriminación no son temas importantes; para él lo único importante en educación es la libertad de emprender. Estamos volviendo a los conceptos más añejos en materia educacional y que hoy no están vigentes en ningún país del mundo”.
Rearticularse y unirse
Los dirigentes estudiantiles tienen claro que ante esta “oportunidad” que les abre el propio Piñera, la que consideran una verdadera afrenta o provocación, el único camino es organizarse, leer bien las demandas del estudiantado y, con unidad, volver a tomarse las calles.
Para Rodrigo Rivera, presidente de la Federación de la Universidad Diego Portales (UDP), el movimiento estudiantil lleva “un letargo de varios años, en donde no hemos podido generar articulación ni la movilización que permita hacer las cosas que hicimos antes (…) La Confech, aparte de burocratizarse en muchos sentidos, ha caído en discusiones que no le hacen sentido a una porción importante del estudiantado en Chile, y no ha sido capaz de salir de los discursos tradicionales”.
Para otro de los voceros de la Confech, el presidente de la Feusach, Juan Pablo de la Torre, “hoy hay compañeros que no entienden las demandas centrales y hay que hacer un ejercicio de volver a construir esas discusiones en las asambleas, en los espacios de base. Estamos trabajando para que se vuelva a generar, en algún momento, un estallido social importante, porque creemos que el ciclo de reformas que cierra la Nueva Mayoría no satisface mayormente las demandas que hemos tenido como movimiento estudiantil”. Reconoce que el gobierno de Michelle Bachelet, al tomar gran parte de sus demandas, los relegó a un segundo plano.
Otra de las voces que se ha alzado es la del presidente de la FECh, Alfonso Mohor, para quien “al igual que en 2011, vamos a volver a tensionar a Sebastián Piñera y su política de defender y profundizar el mercado en la educación. Necesitamos que las y los chilenos se vuelvan a involucrar en esta causa, porque lo que está en juego es que las niñas y niños del futuro en Chile puedan tener acceso a una educación de calidad, independiente de la situación socioeconómica en la que vivan sus familias, pero no creo que esto sea como apretar un botón y repetir la dinámica del año 2011”.
Las nuevas banderas
Los dirigentes estudiantiles hoy tienen claro que no se trata de replicar las mismas demandas de 2011 y que, además, hoy existen otras demandas sociales, tanto o más urgentes que las que ellos pretenden poner sobre la mesa al país. También saben que deberán bregar mucho por socializarlas y tratar de entender o leer cuáles son las motivaciones de estas nuevas generaciones que no vivieron aquellos tiempos épicos. Algo similar a lo que le ocurrió a la Nueva Mayoría en materia política. Lo saben y no quieren caer en eso, comentan a nuestro medio.
Durante los últimos años han sido otros los que han intentado tomarse las calles, sin la fuerza ni claridad de los pingüinos o las marchas familiares, pero con demandas que ya se han instalado en la mente de los chilenos: No + AFP, Ni Una Más Ni Una Menos o iniciativas puntuales de no discriminación o ecológicas.
Para los dirigentes defender demandas que no compartieron a cabalidad los incomoda, por decir lo menos. Han “nacido” otras exigencias propias, como No al CAE o lograr el perdonazo de las deudas históricas que tanto daño han hecho a miles de familias chilenas. Emerge como una de las alternativas… pero no les será nada de fácil, “además que a no todos les llega”, aseguran.
La “bandera” que más vende como “enemigo común que sea capaz de unirlos y motivarlos a salir a la calle”, es nada menos que el propio futuro ministro Varela, autor de una “joyita”: “Lo pueden repetir hasta el cansancio y lo pueden gritar a los cuatro vientos, pero la verdad siempre termina por imponerse, les guste o no a los inquisidores modernos; coincida o no con sus prejuicios medievales, la educación, como la salud y la seguridad, son tanto derechos como bienes económicos”.
Ese discurso nos fortalece, estima Mohor, quien asegura que “siempre supimos que el gabinete de Piñera no iba a venir del mundo progresista, sino más bien de la más acérrima defensa al modelo económico neoliberal. Para nosotros él es básicamente un opositor declarado de todas y cada una de las demandas del movimiento social por la educación”.
“Más allá de los discursos llamando al diálogo, el mensaje al movimiento estudiantil es claro: no existirá el diálogo y habrá un claro enfrentamiento ideológico, que asumimos como un desafío”, afirman.
“Si tenemos que usar las movilizaciones, lo vamos a hacer, porque no vamos a aceptar que haya ningún tipo de retroceso ni políticas educacionales que impliquen más mercado. El movimiento estudiantil va a estar en un estado de alerta y mucho más pendiente que antes del nombramiento, porque ahora ya sabemos cuál será la línea que buscarán implementar”, asegura el presidente de la Federación de Estudiantes de la UDP, Rodrigo Rivera.
Se nos viene marzo
“Claramente no será algo automático”, pero marzo es el mes en que se resolverá de manera más patente el futuro del movimiento estudiantil y, por consiguiente, del propio Varela, quien para algunos seguidores del Bombo Fica, que ven todo sospechoso, es solo un “fusible” que servirá para recibir las descargas y que posteriormente (si hasta tienen candidato), sería reemplazado por un político con más habilidad y “muñeca”, tipo Andrés Allamand.
Los estudiantes, hoy de vacaciones, volverán a las aulas con un nuevo gobierno y un nuevo ministro. Están conscientes que la lucha probablemente no sean capaces de darla solos. Los políticos están preocupados de sus propios problemas intestinos como para además ser capaces de movilizar ilusorias bases. Los trabajadores “organizados” en la CUT, dividida en dos con la nueva organización creada por su expresidente Arturo Martínez, no ha sido capaces de generar movilizaciones potentes tras sus propias demandas, por lo que se ve difícil que puedan hacerlo por las ajenas. Pero “todo suma”, aseguran los estudiantes a nuestro medio.
Desde el frenteamplismo se comienzan a dibujar las primeras líneas de lo que vaticinan será un arduo debate. Para ellos, tres son los puntales sobre los cuales debiera elaborarse una base programática: a) Fortalecimiento de la educación pública, b) La educación como derecho social garantizado, capaz de regular el sistema privado, terminar con el endeudamiento y hacer retroceder el modelo subsidiario en educación, y c) Aumentar los niveles de democracia interna en la educación superior.