Oh I'm just counting

Reportero de Cambio21 en la calle: Bombas y campañas del terror: ¿Quién gana, quién pierde?

Por Mario López M.

Una bomba casera que explota en un lugar de alto tránsito público, heridos, desconcierto acerca de la razón del ataque. Individualistas Tendientes a lo Salvaje (ITS), un sofisticado y rebuscado grupo presuntamente ecologista se adjudica el “atentado”.

Varios operativos a cargo del GOPE se suceden en las horas posteriores al ataque en diversos puntos de la capital. Las autoridades anuncian querellas y llaman a la calma. Redes sociales y conversaciones de pasillo ponen en dudas la veracidad de su origen. Montaje, se escucha.  

Recién comenzaba el año y en Vicuña Mackenna casi esquina de Bilbao, un paradero de microbuses con personas esperando transporte, de pronto se ve alterado por una fuerte explosión. Una pareja de extranjeros había visto un inocente paquete y optó por manipularlo para saber qué contenía. Cinco personas terminarían lesionadas, entre ellas los dos venezolanos.

La Intendenta Karla Rubilar fue una de las primeras autoridades que llegó al lugar. Estuvo toda la tarde dando declaraciones a la prensa, repudiando el vil atentado, anunciando las penas del infierno a sus autores y llamando a la calma. De todos modos varios otros supuestos paquetes continuarían apareciendo en la tarde y al día siguiente en distintos puntos de la capital, a los que concurrirían unidades del GOPE de Carabineros, cercando los lugares y creando una sensación de alarma pública.

ITS: ¿Quiénes son estos “cuicos desalmados”?

Una agrupación lanzaría un video mostrando un artefacto que supuestamente sería el que explotó en el atentado y se adjudicó su autoría. La razón: una presunta defensa del medio ambiente. Una proclama del autodenominado grupo eco-terrorista anarquista “Individualistas Tendientes a lo Salvaje” reivindicaba el bombazo diciendo: “Hermanos de Chile: ¡huyan lejos! ¡Que la neblina de las tierras malditas del sur borre sus pasos!”, agregando: “¡Adelante con el terrorismo indiscriminado!”

No tienen adscripción a una ideología determinada, son por esencia anarquistas, aunque niegan serlo, y en nuestro país ya se habían adjudicado otro atentado, el que sufrió el entonces presidente de Codelco Óscar Landerretche, quien recibió un paquete en su casa.

“No somos anarquistas, ni de izquierda, no queremos que se vaya un gobierno en particular, estamos a favor de la naturaleza salvaje, somos terroristas internacionales”, pregonan. Para quienes conocen de este grupo, aseguran que su origen está en México, en 2011, donde al menos ocho personas han muerto a consecuencia de atentados de este grupo. Desde allí se han expandido a Chile, Argentina, Brasil, Grecia, Reino Unido y España, entre otros países.

En el nuestro la “filial eco-extremista” se denomina “La Horda Mística del Bosque”. ¿Su motivación? Estar en contra del progreso tecnológico, a pesar que ellos mismos la utilizan. Es la misma forma en que actúan pedófilos, traficantes de armas, narcotraficantes, etcétera. Es la red oculta. Allí, en un blog denominado “Maldición Extremista”, se adjudicaron el atentado del centro de Santiago.

Se reconocen criminales

“Los eco-extremistas formamos parte de una nueva forma de criminalidad que se instala en las sociedades modernas (…) la sociedad hiper tecnificada evoluciona y los delincuentes evolucionamos con ella”, declaran. No pretenden ser incumbentes en materia política, no les interesa. Tampoco la consecuencia, pues si bien se declaran ecologistas y repudian la tecnología, no tienen ningún problema de usar nano chips, teléfonos inteligentes, redes inalámbricas o cualquier otro beneficio del progreso que ayude a sus fines.

“Hemos intentado lastimar a civiles inocentes, ¿por qué? Porque para nosotros el problema no se queda en los altos mandos de las empresas y los perversos políticos, la gente común, el pueblo es quien los apoya y los sostiene en su posición de poder, y no por la farsa electoral que repiten cada 4 años, los sostienen en ideas y acción todos los días, y no vayas a pensar que buscamos cambiar algo de este podrido sistema con nuestros actos, sencillamente, estamos muy dañados, muy rotos, saturados de modernidad. Nosotros queremos devolverle el golpe a este sistema, atacarlo hasta nuestra inevitable extinción”, afirman en su blog.

 “Es de la naturaleza que aprendimos esta verdad intachable, que todo perece y decae con el tiempo, así también morirá la humanidad algún día, y la naturaleza seguirá estando después de eso”, sostiene este particular grupo internacional que aparece comunicacionalmente adjudicándose este burdo atentado. Reivindica a Kevin Garrido, el joven chileno condenado por el “caso bombas” que recientemente murió asesinado en la cárcel. De él rescatan una frase que le adjudican: “(…) Por lo Inmoral e Indiscriminado ¡¡Viva el Terror, las explosiones y el fuego!! ¡¡Muerte a la civilización y todo progreso humano!! (…) A la ciudadanía espero le explosen infinitas bombas (…)”.

Los “místicos” chilensis

Respecto del atentado, sus presuntos autores, “La Horda Mística del Bosque” que operaría en Chile, dicen: “Vamos al grano, tomamos la absoluta responsabilidad por el abandono de nuestro regalo explosivo en un paradero del Transantiago, en pleno centro de la capital. Nuestro sobre bomba estaba compuesto por un niple de acero artesanal. ¿Recuerdan ese niple con el que le reventamos los dedos al minero en 2017?, el mismo. Relleno con 100 gramos de pólvora negra cuya activación se genera al tirar de un cartón”, explican, al mismo tiempo que un video muestra la fabricación de la presunta bomba casera que habría herido a cinco personas.

En su blog se preguntan y responden: “¿Por qué atentar en contra del ‘pueblo oprimido’?, pues porque nos importa un carajo el estatus social. Ricos, pobres, indigentes, cualquier inmundo humano civilizado merece morir. En nuestros postulados no encontraran demandas ni exigencias ni nada. Odiamos las conductas del humano moderno, su aprobación al progreso y a la tecnología nos asquea. ¡Que exploten todos!”, declaman, agregando: “Que exploten por cada árbol talado, por cada monte destruido, por cada animal extinto”.

“La verdad es que ya no nos importa que duden de nuestra existencia y que inventen conspiraciones dementes para ocultarnos. La realidad es solo una: ITS. Hemos atentado indiscriminadamente desde al año 2016, y después de herir al minero (Landerretche) hemos intentado quemar y desgarrar. Todos esos frustrados atentados han tenido la recompensa el día de hoy. Prueba irrefutable de lo que la paciencia y el compromiso pueden hacer. Somos ITS, la amenaza invisible que se expande como las bacterias, operamos a nivel internacional con cómplices en México, Argentina, Brasil, Escocia, España y Grecia”.

Absolutamente contradictorio

Para el analista internacional y autor de libros acerca de extremismos Raúl Sohr, el que un grupo se declare “ecologista” no significa necesariamente que lo sea. De hecho, reivindica a esta clase de movimientos como entidades pacifistas, como Greenpeace, un movimiento en contra de la violencia, que es justamente lo que los identifica. “Es totalmente incoherente que ellos -ecologistas-, pudieran hacerlo, ahora, si hay una célula o un grupo de loquillos que pretenden lograr algo por esa vía, como fue ‘unabomber’, que fue un tipo desquiciado, ello siempre es posible”, dijo.

No son pocas las personas que no le ven “ni pies ni cabeza” a este atentado que solo perjudica al chileno de a pie, a gente humilde, que es la que se moviliza preferentemente en el Transantiago. Es más, la sospecha de tratarse de un nuevo montaje -ya lo hubo hace algunos años- en relación con el denominado “caso bombas”, en que se acusó a la Fiscalía de haber armado una historia falsa y adulterado pruebas para obtener condenas, lo que en definitiva fue desechado por los tribunales.

No está lejos el intento burdo de montaje en el asesinato del comunero Camilo Catrillanca, en que la policía -y con el respaldo del gobierno-, montó una mentira y ocultó pruebas para tratar de incriminar al comunero Mapuche, lo que en definitiva se determinó terminó que fue un vil crimen sin enfrentamientos ni nada de lo que buscaron hacer creer a la ciudadanía. Más todavía, el caso “Huracán” en que la misma policía uniformada y en relación también al pueblo Mapuche, armó una serie de pruebas para criminalizar a comuneros, todas las que terminaron confesando como falsas.

La duda no es de ahora

En plena dictadura -donde “gobernaban” o cooperaban algunos de los mismos que gobiernan hoy-, los montajes eran el pan de cada día. “Ley de Fuga” falsas que ocultaban asesinatos de personas indefensas; enfrentamientos con presuntos extremistas que estaban amarrados y en realidad fueron ejecutados, como la operación “Corpus Cristi”, o los casos de la conferencia de prensa “voluntaria” por parte de cuatro dirigentes miristas en poder de la DINA en 1975. O el montaje de la operación Albania; la presunta “guerrilla de Neltume” que terminó con once personas asesinadas, o el caso de la pareja de miristas ejecutados en Santa Rosa, que en la oportunidad fueron informados como suicidios, son solo algunos ejemplos.

Cómo no recordar el rol de la prensa en esos montajes. Como el asesinato de Marta Ugarte o del carpintero Juan Alegría -para culparlo de la muerte del dirigente sindicalista Tucapel Jiménez-, o en el episodio de Rinconada de Maipú, donde mataron a una familia entera -niños incluidos- bajo la apariencia de un supuesto enfrentamiento, avalado por “periodistas” que sabían o debían saber que se trataba de una mentira. Otros reporteros y medios, no quisieron “involucrarse” y callaron por miedo o desidia.

Uno de los más sangrientos montajes fue el de la llamada Operación Colombo, de julio de 1975, con que se trató de ocultar los homicidios de 119 compatriotas y militantes de izquierda en poder de la dictadura. Inventaron enfrentamientos entre ellos en Brasil y Argentina, llevaron a esos lugares partes de las pertenencias de los ya ejecutados por la dictadura para “regarlos” como evidencia. Publicaron periódicos falsos –“LEA” y “Novo O Día”-, en esos países para darle “fuente” a la información. Esos gobiernos -más Uruguay y Paraguay- se involucraron y concertaron en la mentira. En fin, la gráfica portada de La Segunda: “Exterminados como ratas”, grafica muy bien el esfuerzo de los montajes que Chile entero conoce.

¿Tontos útiles?

Sería ser muy inocente apegarse a la sola creencia de que se trata de un montaje más o, por su parte, aferrarse a la verdad oficial, que da cuenta de este peculiar grupo adjudicándose el atentado. Lo cierto es que sea quien esté detrás de este bombazo, solo perjudica a la gente más desposeída, trabajadores, estudiantes, dueñas de casa, niños que usan el transporte público.

El compartimento en que funcionan estas estructuras terroristas, sean de Estado o civiles, hacen muy difícil hacer un trazado que permita llegar con facilidad a los verdaderos responsables. De hecho, el atentado a Landerretche, de enero de 2017, no ha arrojado pistas acerca de sus autores, que serían -según sus dichos-, los mismos del atentado de hace pocos días. No existen detenidos por ese hecho, por lo que, si de verdad existe o no ese movimiento y quiénes están detrás de él, sigue siendo una incógnita hasta hoy.

De resultar cierto el mentado grupo eco-terrorista y su autoría tras el atentado, no cabe sino afirmar, con fuerza y prudencia, que se trata de tontos útiles al servicio justamente de aquello contra lo cual dicen luchar. Como aquellos encapuchados que se tomaron las calles por la fuerza y atacaban a quién o lo qué se les cruzaba por delante, desacreditando con violencia demandas sociales legítimas del pueblo.

Anarquistas o no, aprovechan el descrédito de políticos, militares, curas, empresarios y autoridades en general como consecuencia de la corrupción, ven en ello una oportunidad de hacer efectivos sus “postulados”. Para otros, son infiltrados que buscan el caos para provocar caos y descreditar los movimientos sociales o desviar la atención de los problemas del gobierno. Como sea, son tontos útiles, lumpen social.

Más allá de quienes sean los que están detrás de bombazos, pasamontañas y pañuelos y de cuales resulten ser sus “causas o motivos” -si los hay-, queda de manifiesto un delicado problema social. ¿Es Chile un país violento? ¿Cuáles son las causas que originan esta violencia, de dónde proviene y quiénes se benefician de ella? ¿Por qué la policía, tras años de investigaciones, no logra resultados o estos son muy escasos? 

El descrédito, la duda -sembrada por la propia autoridad con sus mentiras y montajes-, permite que estos criminales sigan generando odio y dolor en la gente.