Oh I'm just counting

Segunda vuelta: la “madre de todas las batallas”

Si algo está claro para el balotaje, es que nada está claro. Tanto en la derecha como en el centro y la izquierda el tema de alianzas, convergencias y pactos se conversa sin que hasta ahora se haya llegado a algo concreto, un acuerdo.

Por Mario López M.

Piñera, que dejó hace rato de crecer y más bien se ve amenazado por los votos de José Antonio Kast, busca ningunearlo, llamando al “voto útil”. Ossandón reaparece y asegura que votará en conciencia y no llamará a votar por el expresidente.

En el centro, la izquierda y la izquierda de la izquierda la situación no es distinta, cada candidato puja por ser el que pase a segunda vuelta, buscando distinguirse de los otros del progresismo a cualquier costo.

 “Este es el tiempo de los proyectos propios, tras el 19 de noviembre, vienen los proyectos comunes”, destacan una buena parte de los comandos. Otros apuestan por el “tocopi”, Todos Contra Piñera y en donde cada voto cuenta.

La derecha y la fábula de la liebre y la tortuga…

Sebastián Piñera, que lleva la delantera –según las cuestionadas encuestas de sectores que le son afines-, se debate entre un exacerbado optimismo -que lo ha llevado a asegurar que ganar en primera vuelta es una posibilidad cierta y en donde algunos de sus seguidores más acérrimos ya han mandado a confeccionar los trajes de ministros y subsecretarios-, hasta una suerte de desesperación por la –no muy remota- posibilidad que el centro y la izquierda se reagrupen tras el balotaje y se frustre su posibilidad de volver a La Moneda. El fantasma de la fábula de la liebre superada por la lenta tortuga habla del pecado del exceso de confianza.

Kast, por su parte, pasó de ser el decorativo candidato que representaba solo a unos cuantos viudos de la dictadura y a unos pocos sectores evangélicos politizados, para transformarse en un dolor de cabeza que incluso ha logrado que importantes sectores de la UDI, en silencio, le estén entregando su apoyo efectivo. Entre ellos varios diputados y alcaldes que ven mejor reflejadas sus ideas en él que en Piñera, el candidato por descarte. Es un secreto a voces que en esos nichos este último es considerado un traidor –tanto por el cierre del penal Cordillera cuanto por llamar “cómplices pasivos” a los colaboradores de la dictadura, muchos enquistados aún en la UDI-, los que aseguran que en segunda vuelta no votan por él.

El senador Manuel José Ossandón, al que muchos habían dado por un problema ya superado, ha vuelto a levantar la voz, asegurando que no llamará a votar por el ex Mandatario y que él mismo va “a votar en conciencia. Así de claro (…) ¿O usted cree que a mí me van a creer que me pare en la plaza y levante los brazos de Piñera después de todo lo que dije, que además lo pienso? ¿O usted cree que lo que dije en campaña eran cosas que eran estrategia comunicacional?”, afirmando que quienes le respaldaron no son corderos y que “igualmente votarán en conciencia”, recalcando que su ex contendor no ha conquistado el voto Ossandonista: “falta mucho. No es tan fácil”, dijo.

La esperanza de Piñera es lograr una ventaja tal respecto del que llegue segundo en la primera vuelta que se le haga irremontable el balotaje. Sin embargo en la derecha no olvidan que en 2009 Frei, que solo se empinó al 29,6% en primera vuelta, en segunda obtuvo un repunte de casi 20 puntos y estuvo cerca de desbancar a su candidato, siendo superado solo por 223 mil votos, menos que los que obtuvo Ossandón y menos de los que probablemente obtendrá Kast.    

Guillier, pasito a pasito…

Estando claro que su relación con la candidatura DC de Carolina Goic dejó hace rato de ser un “romance apasionado”, como la llegó a calificar, y que respecto de su excompañera de labores Beatriz Sánchez  lo separa fundamentalmente la postura difusa de los seguidores de esta que se debaten entre apoyarlo o no, ha llamado a su comando a ser muy discretos al momento de referirse a los otros contendores, cierto que las heridas que pudieran generarse en esta etapa podrían pasarle la cuenta en el balotaje.

El entorno de Guillier y él mismo dan por hecho que será él quien pase  segunda vuelta y están conscientes que solo tienen un mes para sanar heridas, sentarse a conversar, establecer un marco mínimo de acuerdos que le de gobernabilidad y confianza al país y unir equipos de trabajo del progresismo para derrotar a Piñera. Difícil de obtener, aunque no imposible, como hasta la propia derecha lo reconoce, cierta que el “antipiñerismo” puede llegar a lograr ese “milagro”. “El riesgo es que los otros se reorganicen en la segunda vuelta”, advierte Ossandón.

No basta el “tocopi” ni es viable pensar que en política, 2 + 2= 4, porque tanto desde la DC como del Frente Amplio han dicho que un eventual respaldo a Guillier en el balotaje sería sobre la base de consensuar contenidos mínimos que resultarían intransables. También el candidato de la izquierda sabe que aunque la suma de votación de candidatos del progresismo supere a los de derecha, ello no asegura el traspaso automático de los votos y, en ese sentido, se aspira a que el “antipiñerismo” pueda despertar a los chilenos el 17 de diciembre para ir a dar el voto que no permita a la derecha volver al poder.

Guillier aplica mesura al buscar acuerdos previos: “Los candidatos no podemos hacerlo, porque usted comprende que yo no puedo estar debilitando otras candidaturas, si empiezo a generar yo mismo la sensación de 'mire nosotros ya ganamos' (…) Cada uno tiene en esta etapa que competir, mostrar qué es lo diferente. Pero en paralelo no hay que perder los puentes, porque necesitamos después decir 'hemos planteado nuestros respectivos puntos de vista, hemos reafirmado nuestra identidad, todo partido político tiene una visión de mundo y es distinta a la de los otros partidos'. Una vez que determinemos los puntos y ejes comunes podemos ponernos en acuerdo programáticos de lo que vamos a hacer los próximos cuatro años y (…) que el país nos está demandado”, dijo.

El renacer de Goic 

La candidata DC ha sido doblemente categórica respecto a la segunda vuelta: “La Democracia Cristiana no votará por Piñera en ningún caso” y “cualquier acuerdo acerca del balotaje será después del 19 de noviembre, de cara al país y con contenido”.

Ella se ha posicionado mediante un inagotable trabajo de calle y con la ética como bandera, llegando a estimarse “gravitante” su postura frente al balotaje. Sin embargo los mayores cuestionamientos que ha recibido han venido desde algunos sectores de su propio partido, urgidos por acotar “ahora” un acuerdo.

“Vamos a anteponer los intereses de Chile”, ha asegurado, dando garantías de diálogo y situando de paso a su partido en el entorno de la centroizquierda, lo que la distancia de la derecha. De ser resistida su candidatura a primera vuelta por parte del resto de los partidos de la Nueva Mayoría, hoy le agradecen por haberse transformado en un dique al trasvasije de votos desde el centro a la candidatura derechista que busca disfrazarse con ropajes de Democracia Cristiana.

Así como está claro que la DC no renegará de los avances sociales, económicos y culturales alcanzados por los gobiernos de la centroizquierda, también parece claro que resultará casi imposible reeditar una Nueva Mayoría 2.0 en que deba convivir un nuevo periodo al lado del PC. Eso es recíproco, de acuerdo con los dichos del timonel comunista, que reconoce que “lo pensaría dos veces antes de votar por Goic, de ser ella la que pase a segunda vuelta.

Lo que ella haga el 19 de noviembre –de no ser ella la que pase a la segunda vuelta- tras conocerse los resultados, será determinante no solo para para el futuro de la candidatura del progresismo, sino que además para el de su propio partido, caracterizado por “matices” acerca de qué hacer frente al balotaje. Desde lograr “ya” un acuerdo de apoyo recíproco con Guillier a la “libertad de acción” que han planteado algunos personeros aislados. El voto de centro es la “niña bonita” de estas elecciones y Carolina Goic lo sabe y hará valer, dicen.

El dilema del Frente Amplio: ¿Chile o su futuro?

Para nadie es un misterio que el FA sabía que debería enfrentar varios escenarios complejos. Por un lado superar el 20% sicológico que alguna vez marcó la izquierda extraparlamentaria con Marco Enríquez-Ominami como candidato outsider y, por otro, ofrecer gobernabilidad a Chile, donde su diversidad e inexperiencia podría jugarle en contra. Hasta hoy no ha superado –en las cuestionadas encuestas- a la gesta de 2009 de ME-O y la gobernabilidad es lo que menos ha distinguido al conglomerado, a pesar de los esfuerzos de su candidata, Beatriz Sánchez, por poner orden.

La disputa entre Giorgio Jackson y Alberto Mayol permitió conocer qué tan separado estaba el sector. Qué hacer si su candidata no pasa al balotaje tiene tantas opiniones como movimientos componen el FA.

Beatriz Sánchez ha dicho que “me parece que hoy hablar de la final, cuando todavía no jugamos la semifinal, no es muy productivo. Yo prefiero salir a la calle y estar proponiendo. Yo sigo haciendo campaña mirando la primera vuelta y pensando en pasar a la segunda. Ya se verá después. El diálogo para mí es una constante y una parte importante de la política. Sin discusión, sin negociación permanente, yo no entiendo otra forma de hacer política”, ha dicho, dejando abierta la puerta a un acuerdo tras el 19 de noviembre.

En esa misma línea el propio Mayol dijo a Cambio21 que es posible un acuerdo, aunque sujeto a condiciones, concordando con varios dirigentes de ese conglomerado, entre otros Cristián Cuevas, de Nueva Democracia.

Pero algunos, como Jackson, son más reacios y ponen en duda un eventual acuerdo y apoyo a “cualquier candidato de la Nueva Mayoría” si pasa a segunda vuelta. E incluso hay quienes descartan de plano cualquier apoyo, como el Partido Igualdad, que asegura no se “sumarán a ninguna candidatura” distinta del  FA.

Los dirigentes con más experiencia de este sector no dejan de tener presente dos situaciones. Una, la vivida cuando el candidato de la antigua Concertación fue Ricardo Lagos y el PC “ordenó” a sus seguidores no votar por él en segunda vuelta, lo que significó un efecto contrario, pues las bases de ese partido fueron justamente las que le dieron el triunfo a Lagos, y dos, lo ocurrido con ME-O en 2009, cuando a regañadientes dio un frío apoyo a Frei y permitió con ello el triunfo de la derecha por primera vez pos dictadura. El antipiñerismo entre las huestes del FA es otro factor a considerar.

ME-O y su “reivindicación”

Es innegable que Marco Enríquez-Ominami ha sido hasta majadero para llamar desde el primer momento a las fuerzas progresistas a ponerse de acuerdo de cara a la segunda vuelta para derrotar a la derecha con Piñera en la cabeza. También, que su mensaje ha sido poco escuchado hasta ahora.

Para algunos es un “visionario” que anticipa la “tragedia griega” si no hay acuerdo. Para otros solo trata de reparar el desaguisado de 2009 y, para unos pocos, solo busca legitimar su derecho a sentarse a la mesa a negociar tras el 19 de noviembre. Como sea, ME-O está aparentemente muy lejos de transformarse en un actor determinante de cara al balotaje, como lo fuera hace solo ocho años. Sin embargo, los votos que obtenga no resultarán nada de despreciables para quien pase a segunda vuelta; todo suma y el suyo es un voto duro, algo más disciplinado que el de otros candidatos.

Como presidenciable es el más joven, pero el más experimentado en estas lides dentro del progresismo, con tres campañas a cuesta. Tal como dijo a Cambio21, la suerte no está echada: “no hay que dar paso al derrotismo, pareciera que la centroizquierda está buscando al mejor perdedor, no al ganador. Podemos derrotar a Piñera, es absolutamente derrotable, no se rindan, no nos rindamos. No solo será derrotado por las cifras, la justicia, la ética y la moral, sino además porque no ha dicho nada interesante para desarrollar la economía. Ya ha dicho que en educación volverá al copago, traumatizando a los padres. A Piñera hay que derrotarlo por su falta de ideas, porque es un retroceso para Chile, pero para eso necesitamos unidad”.

El senador Alejandro Navarro, por su parte, aseguró a Cambio21 que “ni en primera ni en segunda ni en décima vuelta votaría por Piñera. Eso es claro. Sin embargo la experiencia que dejó la segunda vuelta cuando debimos apoyar a Frei, cuando perdimos con ME-O, hay que evaluarla”.