Oh I'm just counting

¿Y que sigue ahora?. Por Osvaldo Soto V. Abogado.Ex subsecretario General de Gobierno

Algo se quebró en nuestro sociedad. Como muchos venían advirtiendo desde hace años, el modelo de crecimiento de nuestro país, aquel que fue capaz de sacar a muchos de la extrema pobreza, se agotó. El agotamiento no solo se produjo en su dimensión económica (hace años que no levantan los índices de crecimiento), sino que tambien se produjo en la forma que nos relacionamos y en que se distribuyó el poder en nuestra sociedad.

Cuando escuchamos que toda la gente que se manifiesta estos días sostiene que “Chile despertó…”, lo que se puede decir es que, más que despertar, nuestra gente se cansó, se se agotó de quedar marginada del crecimiento económico, se cansó de vivir al crédito y ver con impotencia, a través de los medios de comunicación, cómo algunos comenzaron a ostentar una riqueza que insulta a miles de chilenos. La acumulación de ira y cansancio no fue advertida, ni prevenida por la dirigencia política y, tanto el Gobierno con sus partidos afines, como las fuerzas políticas de oposición, parecían estar enfrascados en una discusión tecnocrática, radicada en los grandes salones del poder, a espaldas de la ciudadanía y de las organizaciones de la sociedad civil, discusión que, para variar, no abordaba en lo absoluto el cambio de los cimientos institucionales del modelo agotado.

La última oportunidad en que se pudo discutir en serio sobre cómo cambiar el modelo agotado de sociedad y economía que nos ha traído hasta este momento, fue durante la segunda administración de la Presidenta Michelle Bachelet, a través del impulso de un proceso constituyente, proceso levantado desde la ciudadanía, con Cabildos Autoconvocados, en que el protagonismo se colocó en la ciudadanía y en donde la política tenía el rol de conducir y materializar las expectativas que se iban levantando. Sin embargo, el mismo proceso fue boicoteado por las fuerzas que hoy estan gobernando (se sienten muy cómodos con el modelo de sociedad en que vivimos) y no contó con el convencido apoyo de todas aquellas fuerzas que apoyaban aquella administración y, que mejor prueba de lo anterior es el hecho de que, las fuerzas políticas que hoy estan en la oposición, llamadas a sostener el tema, se desentendieron de éste, y dejaron que el proceso pasara al olvido, sin hacerse cargo de las expectativas que se levantaron en dicha oportunidad. Ahí se perdió la última posibilidad de que las fuerzas políticas pudieren dar conducción al creciente malestar.

Hoy toda la clase política es mirada con desconfianza por parte de los que se manifiestan, no se confía en que sean capaces de alterar este modelo en que se ven tan cómodos y
 
todas sus propuestas son miradas como un “listado de supermercado” que sólo busca bajar la actual tensión, ejercicio gatopardista de “si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie”. Lo que la ciudadanía descubrió es que no basta con maquillar este modelo de sociedad, se necesita cambiarlo de raíz, generando un nuevo Pacto Social.
 
En este lugubre escenario, el actual Gobierno tiene poco margen de maniobra y no será un acuerdo con los partidos políticos de la oposición lo que genere confianza suficiente para poder abordar los desafíos que nos han estallado en la cara como sociedad. Se hace imperativo que la ciudadanía movilizada vea, además de la famosa “lista de supermercado” (que ha tardado mucho en confeccionarse), una serie de actos simbólicos de la autoridad, asumiendo las consecuencias políticas de tanto desacierto y tosudez pues no es aceptable que, cambiadas las circunstancias políticas del país, no cambie el elenco de las autoridades que deben enfrentar este nuevo escenario, autoridades que a lo menos, deben contar con el beneficio de la duda. De la misma forma, se hace imperativo que quien encabeza el Estado sea capaz de hacer el simbólico acto de pedir disculpas a todo el país, a nombre de todos los que han tenido a su cargo la conducción del Estado, por no haber sido capaces de brindarnos un Chile Mejor, un Chile que no responda con migajas a las justas demandas de los tantas veces postergados, por no haber sido capaces de convocarnos a todos a discutirnos un Nuevo Pacto Social y, junto a esa disculpa, se hace imperativo que se retome y potencie el proceso constituyente que, irresponsablemente, todos dejaron de lado. Es la hora de ver si aquellos que ganaron la elección tiene la altura suficiente para hacer lo que la patria y la historia les demanda.