Oh I'm just counting

Destacado ajedrecista Magnus Carlsen recupera con claridad su corona en el Mundial de ajedrez rápido

Parecía que Magnus Carlsen iba a sufrir mucho tras su derrota, el sábado, ante el ruso Vladislav Artémiev en la 7ª ronda de las 13 previstas en el Mundial de Rápidas de Doha (Catar). Pero el noruego, de 35 años, fue implacable en la jornada final del domingo (tres victorias seguidas y un empate cómodo en la última) mientras Artémiev adolecía de falta de ambición. Por el contrario, varios juveniles lograron resultados brillantes con un desparpajo pasmoso. La rusa Alexandra Goriáchkina ganó el título femenino tras un desempate electrizante con la china Jiner Zhu.

Carlsen, quien se retiró hace un año del Mundial de Rápidas en Nueva York porque no le dejaron jugar con pantalones vaqueros, sufrió un bache en la segunda jornada tras un rendimiento casi perfecto en el inaugural: victorias frente al italiano Lodici, el ruso (con bandera FIDE) Paravyán y los españoles Antón e Iturrizaga, para terminar con un empate frente al indio Erigaisi, una de las jóvenes estrellas más relucientes. Pero el sábado, tras un empate con el francés Vachier-Lagrave, el escandinavo mordió el polvo ante Artémiev tras salir en clara desventaja de la apertura porque no quería hacer tablas. Al marcharse, rabioso, el derrotado golpeó una cámara de la televisión noruega.

Pero ahí se convirtió en un ave fénix: victorias consecutivas sobre el armenio Sargsyán, el estadounidense Robson -y ya el domingo-, el serbio Sarana, el estadounidense Niemann y el turco Erdogmus, lo que le situaba con un punto neto de ventaja a falta de una ronda, en la que empató sin despeinarse con el neerlandés Giri.

El factor común de esos cinco triunfos seguidos fue una impecable labor técnica del indiscutible número uno, quien renunció a cualquier exhibición creativa o de riesgo para exhibir la superioridad que nadie le discute, como un día más en la oficina. Ni siquiera le hizo mella el engorro psicológico de enfrentarse a Niemann, a quien difamó en 2022 -todavía no le ha pedido perdón por acusarlo de hacer trampas sin prueba alguna cuando el estadounidense le ganó en la Copa Sinquefield- y luego tuvo que pagarle una cantidad de dinero no desvelada en un acuerdo extrajudicial.

Por supuesto, a Carlsen, quien intentará revalidar el título en la modalidad relámpago este lunes y martes, tampoco le tembló el pulso ante el asombroso Erdogmus, el gran maestro más joven del mundo en este momento, a los 14 años, cuyos resultados impresionan en casi todos los torneos que juega. El turco, quien hasta ese momento sólo había perdido en la ronda inaugural ante el ruso Murzin y acababa de tumbar a Erigaisi, se derritió sin embargo como un azucarillo ante Carlsen, a pesar de jugar con blancas. Luego volvió a perder, ante Leinier Domínguez, cuando luchaba por la medalla de plata, y acabó el 15º sobre 247 participantes.

También impresiona mucho el argentino Faustino Oro, de 12 años, residente en Badalona (Barcelona), quien intentará en enero convertirse en el gran maestro más joven de la historia en el festival Tata (torneo B) de Wijk aan Zee (Países Bajos). Once de sus trece rivales en Doha eran en teoría más fuertes que él. Pero Fausti no sólo ganó a los dos más débiles, el sirio Fandi y el kazajo Sapénov, sino también al ruso Najer y al indio Harikrishna; e hizo tablas nada menos que con el azerbaiyano Mamediárov, el estadounidense Leinier Domínguez, el alemán Keymer, el armenio Martyrosián, el belga Dardha y el indio Narayanan. Perdió con dos grandes estrellas, los estadounidenses So y Aronián, y se suicidó en la última ronda frente al húngaro Kozak tras desperdiciar una posición ganadora y luego rechazar tablas por repetición de jugadas. Oro terminó en el puesto 77, con 7 puntos de 13, y subiendo 23,5 puntos en la lista internacional de la modalidad rápida.

Erdogmus y Oro no son los únicos adolescentes muy brillantes en Doha. El chino Meng (16 años, 21º), el ruso Zemlyanski (15, 57º) y el iraní Movahed (15, 76, se hundió en las últimas rondas), entre otros, causaron abundantes disgustos a rivales de élite a lo largo de las trece rondas. La explosión de niños prodigio que produce el ajedrez gracias al entrenamiento con computadoras potentísimas, que acelera mucho el progreso, se refleja incluso en Campeonatos del Mundo.

Aparte del citado Leinier Domínguez (5º al final), de origen cubano, el chileno Cristóbal Henríquez (33º) ha sido el único de habla hispana en las primeras mesas hasta las últimas rondas. Los españoles Eduardo Iturrizaga (66º), Alan Pichot (82º), David Antón (111º), Maxim Chigáev (112º) y Jaime Santos Latasa (144º) se asomaron a ellas en la primera mitad del Mundial, pero fueron desapareciendo paulatinamente; José Carlos Ibarra (107) hizo la trayectoria opuesta.

Mucho más brillante fue el rendimiento de la española Sara Khadem (30ª de 141), de origen iraní, quien parece que poco a poco va saliendo del bache que sufre desde que cambió de país y nacionalidad, además de ser madre. Pero su 18ª jugada de la última ronda frente a la rusa Lagno, cuando luchaba por terminar en un puesto de honor, fue horrorosa y demostró que todavía debe trabajar duro para volver a estar entre las mejores del mundo, como antes de la pandemia.

Clasificaciones finales.-

Mundial Absoluto: 1º Carlsen 10,5 puntos; 2º-5º Artémiev, Erigaisi, Niemann y Domínguez 9,5.

Mundial Femenino: 1ª Goriáchkina 8,5; 2ª Jiner Zhu 8,5; 3ª-5ª Savitha (India), Vaishali (India) y Atalik (Turquía) 8.