La U gloriosa y orgullosa de sus títulos de los últimos veinte años comenzó a desmoronarse cuando por fin logró tomar el mando el heredero del imperio económico chileno construido desde los mesones y vitrinas de las tiendas de Falabella. Finalmente ya no se le negaba el deseo a quien desde mucho tiempo conoció el camarín azul como hincha de privilegios.
Ha sumado gerentes o administradores de los ratos que dedica a la pasión de millones de azules para decidir a qué nuevo técnico contratar cuando recurrentemente solo logró agregar otra crisis a su gestión sin acercarse en absoluto a cumplir sus promesas de campaña para alzarse como el número uno del chuncho: menos mal que íbamos a tener un estadio propio y a pelear la Copa Libertadores.
Hoy el hincha de la U vive, gracias a Heller, nuevamente la humillación máxima, estar condenado a descender varias fechas antes del término del campeonato, por la improbabilidad que la U gane o bien sostenga un resultado favorable parcial, pues solo tiene tres victorias en veintitrés partidos del torneo oficial a falta de siete partidos para el dramático campeonato oficial 2019.
Pasaron en esta última gestión: Lasarte, Beccacece , Hoyos y Kudelka, más los interinatos de casa, antes que Caputo asumiera este fierro en brasas que es la U de este año que jamás olvidaremos. Todos, casi sin excepciones, se han marchado en silencio sin criticar a la dirigencia azul cobrando con discreción hasta la última cuota los convenios de sus salidas, una práctica muy funcional de estos tiempos modernos que evita el asumir responsabilidades en forma pública y que mantenga el prestigio internacional de la institución, la U paga y muy bien.
En el Monumental el chuncho llevaba adelante un partido digno yéndose al camarín en ventaja en la pausa del entretiempo. Algo pasa en los segundos tiempos de la U, algo que tal vez puedan explicar los especialistas en la mente y el comportamiento humano, algo que explique por qué recibe de inmediato el empate y que cambie un partido con un rival que antes apenas salía de su propia zona.
El empate servía solo para la moral, no para evitar seguir en la zona del descenso por el triunfo puma, hasta que no se ataca para despejar un balón largo que cae suave en la bota siniestra de Paredes para que celebre su record a estadio lleno y frente a la comparsa de la U otro 5 de octubre. Una humillación más para los azules de la mano ahora del testaferro del dueño de la U.
Un pestañeo y Angelo por fin responde a su fama clavando un empate que parece caído del cielo, pero faltaba una última aria en esta tragedia que compite con las griegas. No defender bien el primer palo en la última jugada del partido, producto de la impericia del portero, desatan el habitual e interminable goce albo frente a la U.
Llegará el lunes para atenuar el dolor del hincha azul, se habrán aburrido de mandarnos memes o chanzas digitales, se habrán juntado los históricos de la corporación azul a pichanguear con una semisonrisa, pues ahora siguen mudos sin alzar su legítima crítica que es sólo futbolística, se habrá comunicado el directorio antes de juntarse los martes al café de la mesa larga. Los negocios seguirán navegando suavemente mientras la U vuelve a la segunda división o a la Primera B, si así prefieren llamarla.
Los problemas reales de la U están bien arriba e irrigan los caros pastos de los modernos estadios de Chile, pasan muchos técnicos, silenciosos gerentes, mánagers, administradores que compran mal y derrochan mes a mes, día a día, un patrimonio ajeno donde el interés minoritario del hincha o accionista de la U no tiene ninguna protección y menos una explicación, por algo crecimos leyendo a Condorito.
¿Se puede saber a cuantos jugadores tiene realmente en su nómina la U?.
¿No bastan catorce o quince jugadores jóvenes de verdadera calidad?
¿No hay un viejo zorro azul, como el "zorro" Alamos que primero fue azul, chileno o extranjero, que pueda sacar lo mejor de cada jugador?
La suerte está ausente sobre el paño verde y una a una caerán las siete cartas que falta por develar, si no salen realmente buenas cuatro de ellas! habremos descendido por segunda vez, incluso puede que sea aún antes de lo que se pueda prever y lleguemos sin chances al charter que lleva a El Salvador o nunca más miraremos las tortas de Curicó que son las visitas del cierre del torneo pues terminamos en el otrora histórico campamento minero.
La U paga, y muy bien, incluso los groseros errores de su dirigencia. Ahora pagará con la pérdida de la categoría.