Duro análisis de Jan Martínez Ahrens, columnista de El País, desde Washington: “En 12 meses, sin necesidad de guerras ni magnicidios, ha roto todos los moldes”, señala.
“El presidente de Estados Unidos ha insultado y amenazado, mentido y despreciado. Ante los ojos estupefactos del planeta, ha convertido la Casa Blanca en un show en sesión continua. El resultado ha sido enfermizo”, expresó en la versión latinoamericana del matutino español.
Según afirma Martínez Ahrens, “la fractura social (en Estados Unidos) ha alcanzado niveles que no se registraban desde Vietnam. Su valoración es la más baja de un presidente a estas alturas de mandato. El desprestigio de las instituciones, ese proyectil que él tanto utilizó en campaña, se ha abismado y su propia administración es vista como disfuncional por el 70% de los ciudadanos”.
Por su parte, Andrew Lakoff, profesor de Sociología de la Universidad California Sur, señala que Trump “ha roto con el papel simbólico de la presidencia. Trump no trata de estar por encima de la refriega ni le importa aparecer como justo. Tampoco le preocupa la imagen de EEUU en el mundo. Sus normas se reducen al poder y la humillación del enemigo”.
“El daño es ciclópeo y en otro país de contrapesos más débiles habría desencadenado una crisis institucional. Pero lejos de cualquier temor, Trump sobrevive y ya sueña con la reelección. ¿Cómo es posible?”, se pregunta Martínez Ahrens.
Los expertos indican que el presidente vive seguro bajo la bandera del patriotismo y la xenofobia. Desde los albores de su campaña ha sabido destilar los miedos de la población blanca rural para obtener un combustible de alto octanaje.
Fracturando al electorado, se ha quedado con ese 40% de los votantes registrados que le es fiel, que odia la globalización y teme al inmigrante. A ellos dirige sus mensajes y por ellos sacude diariamente al mundo con sus invectivas.
“Ese núcleo duro le adora como en un culto religioso. Creen en lo que diga y apoyan lo que haga”, indica el profesor Larry J. Sabato, director del Centro para la Política de la Universidad de Virginia.
En la polémica, Trump se sabe fuerte. La altisonancia le eleva y distingue. La palabra es un arma en sus manos.
Se pudo ver el mismo día de su investidura, hace hoy justo un año, cuando después de jurar sobre la aterciopelada biblia de Abraham Lincoln entonó un enfurecido canto nacionalista y dio por inaugurada la era de América Primero.
“Fue la apoteosis del aislacionismo. La doctrina de la que Estados Unidos nunca ha escapado del todo y que ha determinado la política exterior de Trump”, cierra el columnista de El País.