La Iglesia católica de Argentina anunció que renuncia a los aportes que recibe del Estado para su tarea evangelizadora, un gesto con el que busca dar una señal de austeridad en medio de la crisis económica y disipar las críticas de los sectores anticlericales, según informa AP.
La resolución, adoptada por los obispos reunidos en Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, apunta también a distender la relación con el gobierno de Mauricio Macri luego de que impulsara el debate en el Congreso de la despenalización del aborto, proyecto que finalmente no fue sancionado.
En un comunicado, los obispos expresaron su voluntad de "aceptar el reemplazo gradual de los aportes del Estado (asignaciones a los obispados, becas para los seminaristas y parroquias de frontera), por alternativas basadas en la solidaridad de las comunidades y de los fieles, asumiendo el espíritu de las primeras comunidades cristianas que ponían lo suyo en común".
Si bien Argentina es un Estado laico, la Iglesia recibe una contribución anual que este año estaba fijada en $130 millones (unos US$3,5 millones). El credo católico además es beneficiario de subsidios y exenciones impositivas. Los obispos no detallaron las razones de la medida, que coincide con un fuerte ajuste del Estado comprometido por el presidente Macri con el Fondo Monetario Internacional a cambio de un rescate financiero luego de una crisis cambiaria que devaluó la moneda local más del 50% y disparó la inflación.
El Poder Ejecutivo ha impulsado fuertes recortes en distintas áreas pero aumentó las partidas destinadas a la política social en el presupuesto previsto para el próximo año a causa de la delicada situación de la población más vulnerable. La pobreza afecta al 27,3% de los argentinos, según cifras oficiales correspondientes al primer semestre de este año.
El gesto de los obispos también apunta a contrarrestar una campaña de apostasía colectiva -renunciar a la fe católica- impulsada por sectores anticlericales luego de fracasar la sanción en el Congreso el proyecto de ley para despenalizar el aborto. La iniciativa no prosperó en parte por la capacidad de grupos católicos para influir sobre los legisladores.
Si bien el presidente Macri se manifestó contra el aborto, su decisión de impulsar el debate en el Congreso fue considerada por la Iglesia una ofensa para el Papa Francisco. En los últimos meses, los obispos profundizaron sus críticas al modelo económico y algunos tomaron partido por dirigentes sociales opositores al gobierno.
En reemplazo de los aportes del Estado, el episcopado dijo que "trabajará en la creación de un fondo solidario" y dará "continuidad del diálogo con el gobierno nacional, consensuando diversas alternativas que facilitarán este reemplazo".