La Comisión de la Ciudad ordenó que a partir de agosto de 2019 cada empleado de hotel porte el dispositivo de alarma para enfrentar situaciones como el acoso de los huéspedes.
Serán útiles en situaciones como estas:
El huésped entró a la habitación sin avisar mientras ella arreglaba la cama y se le acercó por detrás. Por suerte, dice, le dio tiempo a huir.
A veces la mucama entra a la habitación y se encuentra al huésped desnudo, según le contó Onelia Roche al Miami Herald.
Por eso, asegura Roche, ella y sus compañeras de trabajo han esperado con ansiedad los "botones de pánico", que conectan a la empleada o empleado con los responsables de seguridad del hotel cuando se sienten bajo acoso o en presencia de alguien que comete un delito.
Por eso los llaman también "botones de seguridad".
La medida entrará en vigor el primero de agosto del año próximo. Ya se aplica en Chicago y Seattle.
En Miami Beach fue propuesta por la comisionada Kristen Rosen González, que en octubre del año pasado acusó al entonces candidato a la Comisión Rafael Velásquez de haberle mostrado el pene en el auto.
"Los huéspedes se han salido con la suya por mucho tiempo", le dijo Rosen González al Herald, "y la mayoría son hombres, odio decirlo".
Costarían aproximadamente $100 por habitación, si se trata propiamente del dispositivo de seguridad, o $4 por cada persona que lo use si consiste en una aplicación de celular.
En todos los casos, por orden del gobierno local, cada habitación de los hoteles de Miami Beach tendrán a partir de agosto de 2019 un letrero indicando que los empleados portan "botones de pánico".
Cada vez que llegue el momento de renovar sus licencias comerciales deben atestiguar que cumplen el requisito. Si no lo hacen, o mienten y una inspección los descubre, tendrán que pagar multas que van desde 500 hasta dos mil dólares.
En Seattle, la ciudad pionera de los "botones de pánico", los huéspedes que hayan sido denunciados por los empleados entran en una lista negra que les impide hospedarse allí de nuevo.
La ordenanza de Miami Beach incluía al principio hacer lo mismo y que el huésped en cuestión quedara proscrito durante un año, pero la versión final no incluye ese requisito.
Mientras los empleados y sus sindicatos se alegran de la decisión, algunos dueños de hoteles no creen que sea necesaria y se preguntan de donde saldrá el dinero para pagar los "botones de pánico".