Su victoria en la primera vuelta del domingo, con 46% de los votos válidos, fue más amplia de lo que preveían las encuestas y lo coloca en la cresta de una ola que altera profundamente el mapa político de Brasil.
De hecho, este diputado y excapitán del Ejército brasileño, nostálgico del régimen militar que Brasil tuvo de 1964 a 1985 y que suele elogiar a un torturador reconocido por la justicia, estuvo a un tris de ganar en primera vuelta con la mitad más uno de los votos.
Bolsonaro es un acérrimo defensor de Pinochet y ha señalado sin remordimientos: “Pinochet debería haber matado más gente”: Además está a favor de la tortura e incluso cuanodo votó en contra de la ex Presidenta Dilma Roussef, lo hizo en nombre del torturador de la ex mandataria, un coronel en retiro del Ejército.
Ahora le toca enfrentar al candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), Fernando Haddad, quien tuvo 29,3% de los votos, en un balotaje que tendrá lugar este 28 de octubre.
El duelo comienza con Bolsonaro en una posición cómoda, no sólo por esos 17 puntos de ventaja que le sacó al exalcalde de São Paulo.
La historia en Brasil indica que desde el restablecimiento de la democracia, hace tres décadas, el candidato que llegó al balotaje con más votos luego fue electo presidente.
"Otros candidatos en elecciones presidenciales con distancias menores no consiguieron revertir esa ventaja, entonces Bolsonaro va al segundo turno en condición de favorito", dice Cristiano Noronha, analista político de la consultora Arko Advice en Brasilia, a BBC Mundo.
Por lo tanto, la pregunta ahora es si el ultraderechista ya tiene prácticamente asegurado el triunfo dentro de tres semanas.
"Difícil reversión"
Que los ganadores en primera vuelta en Brasil suelan ser electos en la segunda tiene una explicación más allá del hecho elemental de que necesiten sumar menos votos que sus rivales.
En un sistema político tan fragmentado como el brasileño, esos candidatos atraen más a los partidos que quedan fuera de la disputa y buscan un lugar en el próximo gobierno.
En el caso de Bolsonaro, quizá ni siquiera precise tejer muchas alianzas: le bastaría captar cuatro puntos más entre los votantes que rechazan al PT por sus escándalos de corrupción y sus políticas económicas.
Por ejemplo, para ser presidente le bastaría sumar el 4,8% de votos que tuvo el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), un rival tradicional del PT que se desplomó en esta elección.