China ha comenzado los ensayos clínicos de una vacuna contra el nuevo coronavirus con un centenar de voluntarios, mientras varios países participan de una carrera contra el reloj para encontrar una manera de combatir el patógeno.
Los 108 voluntarios, divididos en tres grupos, recibieron sus primeras inyecciones el viernes, según informó el lunes el diario en inglés Global Times. Con edades que van de los 18 a los 60 años, todos son de la ciudad de Wuhan, donde el COVID-19 fue identificado en diciembre antes de extenderse por todo el mundo.
El domingo, una fuente involucrada en estas pruebas confirmó a AFP bajo condición de anonimato el inicio de los experimentos.
Los funcionarios de salud del país dieron luz verde a los experimentos en humanos el 17 de marzo, el día en que sus autoridades sanitarias estadounidenses anunciaron la primera prueba de una vacuna al COVID-19 en Seattle con 45 voluntarios adultos. Los voluntarios chinos serán acompañados durante seis meses.
El anuncio de las pruebas con vacunas ocurre en medio de la escalada de tensiones entre Estados Unidos y China por la pandemia, ya que el presidente Donald Trump acusó a Pekín de ser en parte responsable de la propagación del «virus chino», una expresión que irritó profundamente al gigante asiático.
En un tono decididamente nacionalista, un editorial de Global Times la semana pasada dijo que «desarrollar una vacuna es una batalla que China no puede permitirse perder».
Compañías farmacéuticas multinacionales se comprometieron el jueves a desarrollar una vacuna contra COVID-19 «en cualquier parte del mundo», en un tiempo estimado de 12 a 18 meses como mínimo.
Por su parte, Rusia ha anunciado que también ha comenzado a probar una vacuna en animales. Los primeros resultados se conocerán en junio. El país había asegurado en enero que se lanzaría inmediatamente al desarrollo de una vacuna, después de haber recibido de China el genoma de COVID-19.