uecia se ha distinguido en Europa por haber adoptado un enfoque flexible frente a la epidemia de coronavirus, a diferencia de sus vecinos, pero los expertos se preguntan ahora si el modelo es adecuado, ya que el balance de víctimas en el país es mucho más alarmante que el de sus vecinos nórdicos. El martes, el país superó el umbral de los 1.000 muertos por covid-19 (hoy ya llevan 1.333 fallecidos), del que se registraron oficialmente 12.540 casos, una tasa de mortalidad muy alta en comparación con la observada en Finlandia, Dinamarca o Noruega.
El Primer Ministro, Stefan Löfven, admitió el sábado en la televisión que "la preparación (del país) no fue lo bastante buena". Pero, ¿cómo se llegó hasta aquí? Para Bo Lundbäck, profesor de Epidemiología en la Universidad de Gotemburgo (oeste), "las autoridades y el gobierno creyeron tontamente que la epidemia no llegaría a Suecia". Al contrario que el resto de países escandinavos, que adoptaron una estrategia de semiconfinamiento, Estocolmo descartó colocar a su población en aislamiento, considerando que las medidas drásticas no eran lo suficientemente eficaces como para justificar su impacto en la sociedad.
Eso sí, prohibió las concentraciones de más de 50 personas y las visitas a las residencias geriátricas. En cuanto al resto, el Gobierno apeló al civismo, pidiendo que cada uno "asuma (sus) responsabilidades" y siga las recomendaciones sanitarias. A pesar de que la estrategia causó cierta perplejidad tanto dentro como fuera del país, el gobierno se sigue ateniendo a las recomendaciones de la Agencia Pública de Salud. "Suecia estuvo mal o incluso nada preparada", criticó Bo Lundbäck ante la AFP. Junto a 21 investigadores más, el epidemiólogo firmó el martes una declaración en el diario Dagens Nyheter para exigir "medidas rápidas y radicales" como el cierre de escuelas y restaurantes.
Por su parte, las autoridades sanitarias continúan dando prioridad a la estrategia a largo plazo, rechazando adoptar medidas drásticas como el confinamiento, que, según ellas, solo sería útil en periodos breves. El miércoles, Suecia registró 119 decesos vinculados al covid-19 por cada millón de habitantes, según la página de estadísticas Worldometer. En Dinamarca, esa cifra era de 53; en Noruega, de 26 y en Finlandia, de 12. Ancianos y migrantes, en primera línea La Agencia Pública de Salud anunció la semana pasada que al menos el 40% de los decesos registrados en la región de Estocolmo, epicentro de la epidemia en Suecia, se produjeron en establecimientos de personas mayores.
A pesar de las medidas sanitarias emprendidas por el Gobierno, la pandemia llegó a buena parte de las residencias de ancianos: solo en la capital, la mitad de estas están afectadas por el virus. La radio pública también reveló a principios de abril que un tercio de los municipios del país habían detectado casos sospechosos o confirmados de la enfermedad en centros para personas mayores. Una situación que la ministra de Salud, Lena Hallengren, no logró explicar. "O no se cumplió con la prohibición de efectuar visitas o el personal con síntomas (...) fue a trabajar", argumentó a principios de abril en el Dagens Nyheter.