Los demócratas pueden cumplir este martes las expectativas o encadenar un segundo fracaso estrepitoso que haga implosionar al partido. Lo que está en juego es impedir que Trump remodele el país a su radical antojo, controlando cómodamente todas las instituciones del Estado, según consigna el diario El País de España.
Las encuestas electorales de los medios de comunicación apuntan a un 52% de posibilidades de que los demócratas recuperen el control de la Cámara de Representantes. Un resultado así contra los republicanos —quienes también controlan el Senado—, significaría prácticamente la imposibilidad de un segundo periodo presidencial de Trump.
Ya después vendrá la trascendental búsqueda de identidad de un partido desnortado, que oscila entre dos fuerzas: el izquierdismo sanderista que sigue aún vivo en las bases, encarnado en fenómenos como el de la joven Alexandria Ocasio-Cortez, y el centrismo que representa la irrupción Michael Bloomberg, el exalcalde republicano de Nueva York reconvertido en demócrata, que ha volcado sus millones en la campaña y hace soñar a cierto establishment liberal con replicar el efecto Trump desde el otro lado.
En contadas ocasiones la política se convierte en un fenómeno de fans. La de Ocasio-Cortez, que fue organizadora de la campaña de Bernie Sanders, es una de ellas. Su victoria en las primarias ante Joseph Crowley la convirtió en figura emergente del partido. Su juventud e inexperiencia la alejan aún de las quinielas, pero su éxito fue un argumento para quienes defienden que los demócratas deben abrazar una agenda socialdemócrata sin complejos. El partido, aún en shock tras haber perdido con la candidata mejor preparada de la historia ante el advenedizo Donald Trump, tendrá oportunidad ahora de tomar el pulso a este y otros fenómenos.
Estos comicios son el primer plebiscito a la presidencia de Trump. En ellos están en juego las 435 curules de la Cámara de Representantes y 35 de los 100 escaños del Senado federal.
Las elecciones son este martes, pero el jueves ya serán prehistoria. Los resultados se convertirán en un maremágnum de datos empíricos sobre los que diseñar la estrategia para ganar a Trump en 2020.
Todo está por definir. La victoria de Hillary Clinton sobre el socialista Bernie Sanders en las primarias de 2016 cerró en falso un debate ideológico en el seno del partido, que volvió a abrirse en toda su magnitud al perder esta inesperadamente las presidenciales contra Donald Trump.
El guion de estas legislativas pronostica a los demócratas una importante victoria. Controlar el Senado, donde 26 de los 35 escaños en liza están ya en manos demócratas, es una misión muy difícil, ya que seis se ven amenazadas, contra solo nueve de los republicanos. Pero no ganar la Cámara de Representantes, que se renueva en su integridad, sería un fracaso sin paliativos.
Las elecciones a mitad de mandato tradicionalmente deparan un castigo al partido del presidente. Los excesos de Trump han movilizado en su contra a muchos moderados, y la irrupción del Me Too ha potenciado el compromiso de muchas mujeres dispuestas a votar en masa y votar demócrata.