El fenómeno, registrado en Norteamérica, podría afectar gravemente a las capas de hielo de esta zona septentrional.
Científicos han descubierto evidencia de la presencia de una gran reserva de agua caliente acumulada bajo el hielo marino más antiguo y grueso del Océano Ártico que amenaza con desencadenar una nueva ola de derretimiento en esta helada región del planeta.
"Documentamos un sorprendente calentamiento oceánico en una de las principales cuencas del océano Ártico interior, la canadiense", asegura Mary-Louise Timmermans, oceanógrafa de la Universidad de Yale (EE.UU.) y coautora de la investigación publicada este miércoles en la revista Science Advances.
Timmermans y su equipo analizaron datos de temperatura en la cuenca tomados entre 1987 y 2017, de barcos antiguos y de sondas permanentes instaladas en las profundidades del agua, y descubrieron que el calor en la parte más cálida se había duplicado. "Ese calor no va a desaparecer; eventualmente va a tener que salir a la superficie e impactará en el hielo", enfatiza la oceanógrafa.
La cuenca, que se encuentra al norte de Alaska, se compone de capas mixtas de agua oceánica. A medida que el hielo marino se derrite en el mar de Chukotka, las aguas se exponen al calor solar, se calientan y luego son impulsadas hacia el norte por los vientos árticos (corriente de Beaufort Gyre). Estas descienden por debajo de la capa más fría, a unos 50 metros. No obstante, la cantidad que se ha calentado en las últimas tres décadas podría representar "una bomba de relojería", advierten los investigadores .
El informe calcula que el mar ahora está absorbiendo cinco veces más energía solar que antes y el sol está calentando el océano directamente, porque ya no está cubierto por el hielo marino.
De acuerdo con los autores, el Ártico, a diferencia de otros océanos donde las capas más profundas tienden a ser más frías, tiene un subsuelo más cálido, pero el aumento sostenido de la temperatura en esta capa cálida es lo que más ha sorprendido.
Aunque los investigadores no creen que exista una amenaza inmediata, los fuertes vientos que mezclan las capas de agua frías y cálidas, o un aumento en la salinidad, impulsando las aguas más cálidas hacia arriba, podrían afectar gravemente al hielo ártico.