Por Antonia García, corresponsal de Cambio21 en Lima
El ahora expresidente de Perú, Pedro Castillo, se dirigía a la embajada de México en el distrito de San Isidro, luego de dar su mensaje a la nación y anunciar el cierre del Congreso del país andino, cuando sus propias escoltas lo detuvieron. Digno de un guión de una película.
Pedro Castillo intentaba llegar a la embajada mexicana en Lima y el Congreso del país andino destituyó al mandatario por “permanente incapacidad moral” con 101 de 130 votos a favor.
De acuerdo con varios medios peruanos, Pedro Castillo abandonó el Palacio de Gobierno pasadas las 13:00 horas junto a su exprimer ministro, Anibal Torres, y con su comitiva de resguardo de Seguridad del Estado de la Policía Nacional de Perú (PNP), es decir, sus escoltas.
El ahora expresidente le solicitó a su chofer dirigirse a la embajada de México, mientras que de manera simultánea se realizaba una reunión en la Comandancia General de la PNP.
Se logró recabar información que apunta que Pedro Castillo conversó con el comandante general de la PNP, Raúl Alfaro, luego de dar su mensaje a la nación, para buscar un respaldo. Alfaro le respondió que él no estaba de acuerdo con lo que había hecho y que su postura estaba con la preservación del orden constitucional.
En simultáneo, Willy Huerta, ahora exministro del Interior, llamó al jefe del Estado Mayor de la PNP, Vicente Álvarez, quien estaba a cargo de la jefatura de la PNP en reemplazo de Alfaro -debido a que le cedieron una licencia por razones médicas-, para que autorizara el ingreso de manifestantes a la Plaza de Armas porque Castillo quería dar un mensaje. Tampoco obtuvo una respuesta afirmativa.
De acuerdo con las fuentes policiales, Alfaro convocó al Alto Mando de la PNP para decidir la postura institucional frente al golpe de Estado que se estaba perpetrando. Álvarez y el inspector general de la PNP, Segundo Mejía, se sumaron a la posición de no respaldar lo dispuesto por el entonces Presidente y, además, se concluyó que estaba actuando en flagrancia (delito de rebelión) al ordenar el cierre del Congreso.
Las autoridades peruanas acordaron llevar a cabo la detención de Castillo, dado que se decidió que quienes iban realizar la captura sería el personal de Seguridad del Estado, es decir, su propia escolta, que estaba con él en ese momento. Se le comunicó el hecho, según las fuentes, al general PNP, Iván Lizzetti, jefe de la Dirección de Seguridad del Estado, quien le solicitó a su personal informes sobre la ubicación del entonces presidente.
Mientras tanto, el Equipo Especial de la PNP ya contemplaba la versión de la intención que tenía Castillo de recluirse en una embajada. Los coroneles PNP Walter Lozano y Harvey Colchado decidieron tomar acción. A manera de precaución, Lozano y su equipo fueron a la Embajada de México y Colchado a la de Cuba.
Los dos estaban decididos en arrestar a Castillo porque sabían que había incurrido en flagrancia en delito de rebelión, dicen las fuentes. Además, tenían conocimiento de que el ahora exmandatario había sacado de Palacio a su familia y todo apuntaba de que lo que se buscaba era el asilo o fugarse del país.
Momentos después el chofer que se dirigía a la Embajada de México en la camioneta gris con Pedro Castillo a bordo recibió la orden de proceder con la detención en contra del Presidente, según las fuentes policiales.
Para sorpresa de Castillo, la camioneta de ventanas polarizadas que lo llevaba se detuvo al frente de la Clínica Internacional y, junto con personal de la Subunidad de Acciones Tácticas, se ejecutó el arresto y se procedió a llevarlo a la sede de la Prefectura de Lima donde queda la sede de la Región Policial de la capital.
Casi de manera paralela el secretario de Relaciones Exteriores de México, Marcelo Ebrard, dijo que Castillo no solicitó asilo a México, aunque si lo pidiera seguramente se le daría.
Hoy lo ratificó el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, AMLO.