El gobierno británico decidió reconfinar Londres y el sureste de Inglaterra a partir del domingo, lo que significa un duro golpe a los reencuentros navideños, para intentar frenar un alza de contagios atribuida a una nueva cepa del coronavirus.
"Parece que esta propagación está alimentada por una nueva variante del virus", que se transmite "mucho más fácilmente", declaró el primer ministro, Boris Johnson, en una rueda de prensa. Aunque matizó señalando que "nada indica que sea más mortífero o que cause una forma más severa de la enfermedad".
Los habitantes de esas zonas, ya sometidos a importantes restricciones, quedarán sujetos a un nuevo nivel de alerta, el cuarto y más elevado. Eso implica que tendrán que quedarse en casa y los comercios considerados "no esenciales" no podrán abrir. Las compras de Navidad de último minuto se tendrán que hacer, a más tardar, este sábado.
Los pubs, restaurantes y museos ya están cerrados desde el fin de semana pasado. Y todos los desplazamientos fuera de esa zona, ya sean dentro del país o al extranjero, estarán prohibidos.
En las áreas regidas por la alerta máxima no podrá haber reuniones entre miembros de distintos hogares, y en el resto de zonas se pueden realizar en un único día.
"Con gran pesar tengo que decirles que no podemos dejar que la Navidad se desarrolle como estaba previsto", explicó Boris Johnson, asegurando que no tenía "elección" y pidiendo a los británicos que "sacrifiquen una oportunidad de ver nuestros seres queridos esta Navidad para protegerlos mejor y así poderlos ver en las próximas fiestas de Navidad".
El Reino Unido informó a la Organización Mundial de la Salud (OMS) de la propagación más rápida de la nueva cepa, según precisaron las autoridades sanitarias. Otras mutaciones del SARS-CoV-2 han sido detectadas en otras partes del mundo.