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Ferroviarios inician una serie de huelgas contra las políticas de Macron en Francia

Los trabajadores ferroviarios de Francia iniciaron este martes una serie de huelgas intermitentes que durará tres meses, lo cual supone un desafío mayor para el presidente Emmanuel Macron y su voluntad de reformar el país.
 
La primera jornada de huelga es “masiva”, afirmó este martes el sindicato CGT y perturba seriamente un sistema de transporte que usan a diario 4,5 millones de personas en este país.
 
Cerca de un trabajador ferroviario de cada dos (48%) estaban en huelga y hasta más de tres de cada cuatro conductores (77%) cumplían con la medida de fuerza, estimó la dirección de la SNCF.
 
A media mañana, solo operaba un tren de alta velocidad (TGV) de cada ocho y un tren regional de cada cinco.
 
El tráfico internacional también se vio afectado pero en menor medida, con tres de cuatro trenes Eurostar, que unen París-Londres, en funciones y una circulación prácticamente normal de los Thalys que viajan a Bélgica.
 
Sin embargo no habrá ningún tren con destino a España, Italia y Suiza.
 
Los recolectores de basura y los trabajadores del sector energético también cumplían una huelga para exigir un servicio público nacional.
 
Por su parte, los trabajadores de la compañía aérea Air France llevaban a cabo una cuarta jornada de huelga en un mes en reclamo de un aumento salarial de 6%.
 
Frente a esta serie de descontentos, especialmente la de los ferroviarios que están movilizados contra la reforma del sector, “el gobierno resistirá” por la vía “de la escucha, la concertación y el diálogo”, aseguró la ministra de Transporte Elisabeth Borne, en la radio RMC.
 
“Entiendo que quieran defender su bistec, pero quizás existen otros medios de hacerlo”, lamentaba Pascal Lasnier, empleado bancario de 44 años, que viaja frecuentemente entre la ciudad de Lille (norte de Francia) y París.
 
El impacto
 
Las consecuencias de la primera de esas huelgas, que comenzó oficialmente el lunes a las 19:00 (14:00 de Chile), se notarán realmente a partir de este martes por la mañana.
 
Comprometidos en una “guerra de usura”, según el diario Figaro, los sindicatos programaron una huelga de dos días cada cinco hasta finales de junio, lo que significa 36 días de paro laboral en total.
 
Los sindicatos de la compañía de ferrocarriles, la SNCF, protestan contra un proyecto del gobierno que quiere poner fin al estatuto de sus trabajadores que, al igual que el de la función pública, garantiza un empleo de por vida.
 
Protestan también la apertura del servicio de ferrocarril a la competencia y la transformación de la empresa pública en sociedad anónima, lo que, según ellos, abre la vía a una futura privatización, algo que el gobierno niega.
 
Según los sondeos, la opinión pública se opone en su mayoría a la huelga, pero los sindicatos de la SNCF esperan convencer a los franceses ya que en 15 días, el apoyo al movimiento subió de 42% a 46%.
 
Hasta ahora, el presidente francés, que asumió el cargo en mayo pasado con la voluntad de “transformar” el país, ha logrado imponer sin gran resistencia sus reformas, incluida la muy delicada reforma laboral, a pesar de varias manifestaciones.
 
Pero esta vez Macron se enfrenta a una tarea mucho más difícil al atacar una empresa de 147.000 empleados,que obligaron a retroceder a varios gobiernos franceses en las últimas décadas.
 
“Esperamos un movimiento social de mucho peso, muy fuerte, con un impacto muy duro para los usuarios. Frente a eso, debemos mantener el rumbo que fijamos”, aseguró una fuente gubernamental.
 
Credibilidad
 
Para justificar la reforma, el gobierno recuerda la enorme deuda de la empresa pública, la necesidad de prepararla para la próxima apertura a la competencia y sus importantes costos.
 
“Hacer circular un tren en Francia cuesta un 30% más caro que en otras partes”, repite el ejecutivo.
 
El presidente francés se juega parte de su credibilidad en este asunto. Aunque por el momento ha cedido el protagonismo a su gobierno, Macron no puede dar marcha atrás ante los ferroviarios después de haber acusado varias veces a sus predecesores de inmovilismo.
 
Frente a él, el primer sindicato francés, la CGT, ha llamado a una “convergencia de las luchas” para defender los servicios públicos y el famoso “modelo social francés”.