Los gobernadores de los estados de Río de Janeiro y Pará denunciaron estafas y fallas con respiradores que compraron para abastecer a hospitales colapsados por la intensa propagación del coronavirus​, que ya mató a más de 10.000 personas en Brasil.
El presidente Jair Bolsonaro, en tanto, hizo un paseo en jet-ski en el lago Paranoá, de Brasilia, y algunos cientos de sus simpatizantes marcharon en su apoyo por la capital brasileña, donde enarbolaron carteles con ataques al Supremo Tribunal Federal (STF) y al Congreso.
Un rato antes de que el Ministerio de Salud informara 730 nuevos decesos que pusieron a Brasil como el sexto país del mundo con más muertes por Covid-19, bolsonaristas que llegaron a la región central de Brasilia practicaron “tiro al blanco” arrojando globos con agua a fotos de desafectos del mandatario, entre ellos el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, el ex ministro de Justicia Sergio Moro; los gobernadores de San Pablo y Río de Janeiro y un juez del STF.

Algunos hicieron un asado en el gran espacio verde que rodea a los principales edificios públicos del país, desoyendo orientaciones de la policía que pedía que no se aglomeraran. Muchos tampoco respetaron la obligatoriedad del uso de barbijo, decretada por el gobierno del Distrito Federal brasileño.

“Nada más democrático que el pueblo en calle apoyando a su presidente. Corremos riesgo en la calle, pero también al quedarnos en nuestras casas, riesgo a que nuestra libertad sea cercenada”, dijo la diputada bolsonarista Bia Kicis, una de las organizadoras del acto, quien convocó a la marcha a los que “tienen miedo de tener un país gobernado por tiranos” que imponen cuarentenas que “aquí no funcionan”.