Por The New York Times
Japón anunció el 26 de diciembre que se va a retirar de un acuerdo internacional y reanudará la caza comercial de ballenas, una medida que busca apoyar a una industria que tiene gran importancia cultural en ese país asiático, a pesar de que la demanda por la carne de ballena ha caído en picada.
Yoshihide Suga, el jefe de gabinete del gobierno japonés, dijo que el país dejará la Comisión Ballenera Internacional, la cual estableció una moratoria para la caza de ballenas en 1986.
El acuerdo internacional nunca detuvo la caza japonesa de ballenas, porque le permitía al país seguir haciéndolo para investigación científica al mismo tiempo que vendía la carne. Los críticos consideraban que la investigación era una farsa, poco más que una fachada para la caza comercial de ballenas.
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En años recientes, en la región antártica, Japón ha tenido una cuota anual de 333 ballenas Minke; en la temporada de caza 2017-2018, esa cifra incluyó 122 hembras embarazadas. Como parte de su retirada de la comisión internacional, Japón renunciará a sus cacerías anuales en la región antártica y limitará la navegación de los barcos balleneros a sus propias aguas. La caza comercial de ballenas se reanudará en julio, aseguró Suga.
Suga aseveró que la Comisión Ballenera Internacional se centraba demasiado en la conservación y no había logrado desarrollar una industria ballenera sustentable, una de las metas que había manifestado.
“En su larga historia, Japón ha usado las ballenas no solo como una fuente de proteínas, sino también para una variedad de otros propósitos”, señaló Suga en un comunicado. “Las comunidades locales se han beneficiado del involucramiento en la caza de ballenas, y de este modo se ha desarrollado la vida y la cultura por medio de las ballenas”.
Desde hace tiempo, los conservacionistas que intentan proteger a los animales han aborrecido la caza de ballenas. Sam Annesley, el director ejecutivo de Greenpeace Japón, condenó la decisión del gobierno japonés.
“La declaración de hoy desafía a la comunidad internacional, y ni hablar de la protección necesaria para salvaguardar el futuro de nuestros océanos y estas criaturas majestuosas”, afirmó Annesley en un comunicado. “El gobierno de Japón debe actuar con urgencia para conservar los ecosistemas marinos, en vez de reanudar la caza comercial de ballenas”.
En Japón, la carne de ballena alguna vez fue popular, pero ahora no lo es tanto. En 1962, los japoneses comían más de 233.000 toneladas de carne de ballena al año, pero solo consumieron 3000 toneladas en 2016, según datos gubernamentales. A partir de 2013, la industria le da trabajo a menos de mil personas, y en años recientes ha dependido de los subsidios del gobierno.
No obstante, defender la industria tiene un atractivo nacionalista, pues las críticas internacionales sobre la caza de ballenas a veces se perciben como una imposición de los valores de Occidente.
“Con este anuncio, Japón se ha declarado una nación ballenera pirata”.
Los líderes en Australia están “extremadamente decepcionados” por la decisión de Japón, de acuerdo con un comunicado conjunto de Marise Payne, la ministra de Relaciones Exteriores, y Melissa Price, la ministra del Medioambiente. Australia mantiene un santuario de ballenas, delfines y marsopas que incluye partes de la región antártica, y ha tenido enfrentamientos con Japón por las cazas anuales que realiza en la zona.
“Australia se opone decididamente a todas las variantes de caza comercial y la llamada ‘científica’ de ballenas”, señalaron las ministras. “Seguiremos trabajando en la comisión para defender la moratoria global a la caza comercial de ballenas”.
Sin embargo, las ministras mencionaron que veían con buenos ojos la salida de Japón de la región antártica y del Santuario Australiano de Ballenas, el cual “por fin será un verdadero santuario para todas las ballenas”, según las ministras.
De 2005 a 2017, Sea Shepherd, un grupo ambientalista, utilizó sus propios barcos para tratar de interferir con la caza de ballenas que Japón realizó en la región antártica. Cuando la semana pasada los medios de Japón informaron que el país estaba considerando retirarse de la comisión ballenera, Paul Watson, el fundador de Sea Shepherd, dijo en un comunicado que la consideraba una buena noticia. Watson mencionó que esta medida terminaría las actividades de Japón en la región antártica y al mismo tiempo, para Sea Shepherd, “facilitaría mucho más el objetivo de replegar a estos cazadores furtivos”.
“Esto quiere decir que Japón está declarando abiertamente sus actividades balleneras ilegales”, sentenció Watson. “Ya no podrán fingir que hacen una investigación ballenera. Con este anuncio, Japón se ha declarado una nación ballenera pirata”.