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Las represalias de Nicolás Maduro por extradición de su testaferro Álex Saab

La revolución bolivariana ha sufrido una de sus mayores derrotas diplomáticas con la extradición a Estados Unidos del magnate colombiano Álex Saab, testaferro de Nicolás Maduro y principal operador financiero del chavismo. Al frente de su equipo jurídico, con contrato millonario, se situó el exjuez español Baltasar Garzón, quien a la postre no ha podido torcer las decisiones del Tribunal Supremo del país africano y la determinación de Washington para que fuera juzgado por lavado de dinero en un tribunal de Florida. Puede ser condenado a más de 20 años de prisión. La respuesta de Maduro a esta decisión judicial ha sido la suspensión del diálogo con la oposición.

"Confirmamos que el más grande ladrón de nuestra Historia, Álex Saab, se encuentra a bordo del avión norteamericano N708JH vía a Miami", informó Carlos Paparoni, diputado de Primera Justicia, a través de sus redes sociales. Una noticia adelantada por diarios de Cabo Verde en las últimas horas, pero que fue esperada durante más de un año.

Una larga odisea salpicada de argucias legales, operaciones secretas, campañas chavistas, la contratación de influencers africanos y de funcionarios locales y una montaña de dólares. Acaba así esta primera fase con la extradición de un personaje sin el cual no se puede entender cómo la revolución chavista ha protagonizado uno de los mayores desfalcos de la historia de la humanidad.

Saab ha participado en operaciones petroleras, exportaciones de oro, importaciones de alimentos para los subsidios gubernamentales, construcción de viviendas baratas y cualquiera de los grandes negocios que ha enriquecido a miles de amigos de la revolución, pero que a su vez ha provocado el derrumbe económico y social del que fuera el país más rico de América Latina.

Nicolás Maduro intentó todas las estrategias posibles para salvar a su estrecho colaborador, incluida la parodia de convertirle en héroe de la revolución y en diplomático venezolano. La realidad es que Saab cayó en la trampa preparada por agentes estadounidenses en Cabo Verde, hasta donde llegó Saab en escala de uno de sus viajes de negocios hacia Rusia, Irán o Turquía.

Desde aquel día, 12 de junio de 2020, el gobierno de Maduro se lanzó a una batalla en distintos frentes, de la que ha salido perdedor pese al dinero invertido. La última reacción de Caracas confirma una vez más que la herida creada por la detención de Saab no ha cicatrizado, ni mucho menos: "Venezuela denuncia el secuestro del diplomático venezolano Álex Saab por parte del gobierno de los EEUU en complicidad con autoridades de Cabo Verde, quienes lo torturaron y mantuvieron prisionero arbitrariamente durante 491 días, sin orden de captura ni debido proceso", criticó el gobierno de Maduro en un comunicado.

La administración chavista, que mantiene 260 presos políticos en sus mazmorras, denunció una y otra vez la "grave violación de los derechos humanos" de Saab.

"Extradición de Álex Saab es un triunfo en la lucha contra el narcotráfico, el lavado de activos y la corrupción que ha propiciado la dictadura de Maduro. Colombia ha apoyado y seguirá apoyando a los EEUU en la investigación contra la red criminal trasnacional liderada por Saab", se congratuló el presidente colombiano, Iván Duque. La justicia de su país también persiguió al empresario de Barranquilla, incluso le expropió mansiones y fincas. Quien fuera un modesto negociante que regalaba llaveros baratos a sus clientes se transformó con los años en un magnate de fortuna incalculable, gracias a su conexión con el chavismo. Medios colombianos señalan a la exsenadora Piedad Córdoba, aliada y amiga de Hugo Chávez y Maduro, como la persona que acercó a su paisano al poder bolivariano.

"No hay intocables, la justicia siempre llega. Luego de un proceso largo y complejo es extraditado Saab, el mafioso mayor de Maduro, Cilia Flores y su entorno", aseguró Carlos Vecchio, embajador de la presidencia encargada en EEUU. La primera en advertir los vínculos financieros entre Saab y el "hijo de Chávez" fue Luisa Ortega, fiscal chavista destituida ilegalmente por Maduro y que fue estrecha colaboradora de Hugo Chávez.

Los latigazos de este proceso se mantienen hoy en día, en especial contra los periodistas que descubrieron la enorme trama de corrupción.