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Lula da Silva arremete contra Bolsonaro desde la cárcel: Brasil es gobernado por “una banda de locos”

Luiz Inácio Lula da Silva ya pasó un año y 20 días preso, condenado por un caso de corrupción. Mientras sus abogados tramitan una batería de recursos de apelación ante la Justicia, el ex presidente brasileño sigue defendiendo su inocencia. Asegura que duerme tranquilo y se indigna porque ahora su país está gobernado “por una banda de chiflados”.

Desde la sede de la Policía Federal en la ciudad sureña de Curitiba, el líder del Partido de los Trabajadores dio su primera entrevista a la prensa. El diario Folha de Sao Paulo y El País, de España, publicaron este viernes en sus sitios web un adelanto del largo diálogo, en el que el ex mandatario apunta contra el ex juez anticorrupción Sergio Moro -quien lo condenó en el marco de la megacausa Lava Jato y ahora es ministro de Justicia de Jair Bolsonaro- y que Brasil tiene hoy “el nivel más bajo de política externa que haya visto”.

La entrevista se logró luego de largos trámites y una batalla judicial, según cuentan ambos diarios. Finalmente, se reunieron en una sala en la sede policial de Curitiba, en el estado de Paraná, donde Lula se sentó frente a una mesa y los periodistas y fotógrafos debieron mantener una distancia de 4 metros.Según Folha, las autoridades explicaron que es un protocolo de seguridad que se sigue con todos los presos.

En poco más de dos horas de entrevista, el ex líder sindical habló de política, de su vida en la prisión y de las acusaciones de corrupción en su contra. Y lloró al referirse a la muerte de su nieto Arthur, de 7 años, en marzo pasado por una meningitis.

“Antes de la primera pregunta... quiero hacer un micro-pronunciamiento para tratar específicamente de mi caso, y luego de Brasil”, aclara, al llegar a la sala, con una cantidad de papeles bajo el brazo.

“Sé muy bien qué lugar me reserva la historia. Y sé también quién estará en el basurero”, dice. “Reafirmo mi inocencia, comprobada en diversas acciones”, remarca.

Cuando le preguntan sobre la posibilidad de pasar el resto de su vida en la cárcel responde tranquilo “No hay problema. Estoy seguro de que duermo todos los días con conciencia tranquila. Y estoy seguro de que Moro no duerme”, agrega.

El ex juez de Curitiba lo condenó por lavado de dinero y corrupción pasiva por haber recibido un departamento de tres pisos en el balneario de Guarujá, en San Pablo, como soborno de la constructora OAS por facilitarle contratos con Petrobras.

Sobre el presidente Bolsonaro, afirmó que “o construye un partido sólido, o no perdura”.

El ex mandatario, de 73 años, dijo que la población debería hacer una autocrítica tras la elección del ultraderechista Bolsonaro. “Vamos a hacer una autocrítica general en este país. Este país no puede estar gobernado por la banda de chiflados (locos) que lo gobierna. El país no se lo merece y principalmente el pueblo no se merece esto”, opinó.

El líder del PT está preso desde abril de 2018 luego de que un tribunal de segunda instancia ratificó la condena de Moro y amplió la pena que originalmente era de 9 años a 12 años y un mes de cárcel.

“Estoy obsesionado por desenmascarar al juez Moro y a aquellos que me condenaron. Quiero probar la farsa que se montó en el Departamento de Justicia de los Estados Unidos”, aseguró el ex presidente, que gobernó de 2003 a 2010.

“Quiero probar la farsa montada” y “salir de aquí con la cabeza tan erguida como cuando entré: inocente”, declaró el ex presidente, que antes de ser arrestado figuraba como favorito en los sondeos para las elecciones de octubre de 2018, en las que finalmente no pudo participar. Lula habló también de la necesidad de diálogo entre los partidos de izquierda en Brasil.

Cuando le preguntaron sobre la muerte de su nieto, no reprimió las lágrimas. “Yo a veces pienso que sería más fácil que yo hubiera muerto. Yo ya viví 73 años, podría morir y dejar vivir a mi nieto”, lamentó.

Esta semana, un tribunal de apelaciones en Brasilia redujo su condena de 12 años y un mes de cárcel a 8 años y 10 meses. El fallo podría permitirle beneficiarse, en los próximos meses, según juristas, de un régimen semiabierto -que le permitiría salir de la cárcel durante el día para ir a trabajar-, al haber cumplido un sexto de su condena.