Varias personas han muerto -más de veinte, en primera instancia- este viernes en dos tiroteos contra dos mezquitas de la ciudad de Christchurch, en Nueva Zelanda. Cuatro personas —tres hombres y una mujer— han sido detenidas en relación con estos ataques. Además, los agentes han interceptado coches con explosivos en las zonas cercanas a los tiroteos.
En una de las mezquitas había reunidas entre 300 y 500 personas cuando el tirador entró y realizó al menos una veintena de disparos. La policía ha cerrado los accesos al centro de la ciudad, situada en la Isla Sur neozelandesa, y ha llamado a la población a permanecer en sus casas. "Cierre sus puertas hasta que vuelva a saber de nosotros", ha comentado el comisario Mike Bush. En su cuenta de Twitter, los agentes han asegurado que "el riesgo sigue siendo muy alto". Un testigo ha dicho a la cadena One News que "había sangre por todas partes". "Me quedé horrorizado al escuchar los disparos. No hay justificación para este tipo de odio".
Según otro testigo, el asaltante llevaba casco, gafas y chaqueta militar, y utilizó un arma automática con la que realizó una veintena de disparos. Entre quienes se encontraban en la mezquita había varios miembros del equipo de cricket de Bangladesh, que lograron escapar del lugar tras los primeros disparos. Este sábado tenía previsto disputar un encuentro contra Nueva Zelanda que ha sido cancelado. Algunos de los presentes en la mezquita sitúan en una treintena el número de víctimas.
La primera ministra, Jacinda Ardern, ha asegurado que se trata de "uno de los días más negros para Nueva Zelanda". En una rueda de prensa, en la que no ha concretado el número de víctimas, ha defendido que se trata de "un acto de violencia extraordinario y sin precedentes". Sobre las motivaciones del ataque, Ardern comentó que entre las víctimas podría haber refugiados y migrantes. "Somos nosotros", sostuvo antes de asegurar que el atacante "no tiene lugar en Nueva Zelanda.
Los colegios y edificios públicos permanecen cerrados tras el ataque y la policía también ha pedido que todas las mezquitas sean cerradas y que nadie se acerque a ellas. Mohan Ibrahim, que se encontraba cerca de una de las mezquitas atacadas, ha asegurado al New Zealand Herald que de repente vieron correr a todo el mundo. "Todavía tengo amigos allí. Les he estado llamando pero a muchos no los he podido localizar".