El Gobierno israelí aprobó endurecer las restricciones por la segunda oleada de COVID-19, con el cierre desde esta jornada de restaurantes, de negocios no esenciales los fines de semana e incluso el de las playas a partir de la semana que viene.
Los fines de semana (viernes y sábado en Israel) solo podrán abrir comercios esenciales como tiendas de comestibles y de productos higiénicos, farmacias, ópticas y negocios de telecomunicaciones pero, por el momento, no habrá restricciones al movimiento de personas -más allá del cierre ya instaurado en los barrios más afectados por la pandemia.
El resto de negocios y otros espacios deberán cerrar, incluidos los mercados al aire libre, centros comerciales, salones de belleza, peluquerías, librerías, museos, zoológicos y las piscinas o atracciones turísticas. Además, a partir del próximo fin de semana, las playas también se clausurarán para evitar aglomeraciones de bañistas.
Tampoco podrán abrir (ningún día) los clientes excepto para servir a domicilio, ni los gimnasios (que fueron reabiertos esta semana), a excepción de aquellos en los que entrenan atletas profesionales.
Las reuniones estarán restringidas a veinte personas en espacios abiertos y diez en lugares cerrados. En las oficinas públicas, las plantillas presencial se reducirá al 50%, y cerrarán los comedores para empleados.
Con estas medidas, el Gobierno israelí busca frenar el ascenso de contagios y evitar un cierre total que vuelva a paralizar la actividad económica del país, cuyo desempleo desde febrero ha pasado de un 3,3% a un 21%.
Las medidas aún están pendientes de ser aprobadas en el Parlamento y entrarán en vigor esta misma tarde, confirmó a Efe un portavoz policial.
"Estamos haciendo todo lo posible para evitar un cierre general. Trabajamos al ritmo del coronavirus. No tenemos muchas opciones", declaró anoche el primer ministro, Benjamín Netanyahu, antes de reunirse con el gabinete ministerial para discutir las decisiones a tomar.
Israel roza los 2.000 nuevos positivos diarios, cifra que se puso de límite para volver al cierre total.
El país, con nueve millones de habitantes, culminó a fines de mayo con una rápida reapertura su salida de una primera fase del virus más bien suave.
Entonces registraba un total de 17.000 casos y 285 muertos, pero su desescalada acelerada derivó en otra oleada más dura y hoy registra un acumulado de más de 46.000 contagios y 384 muertos, con una tendencia que sigue al alza y con 200 personas hospitalizadas en estado grave