Los casos del último rebrote del coronavirus en China, registrados en el noreste del país, tienen diferentes características a los del brote original que surgió de la provincia central de Hube. El diario oficial Global Times cita a un experto de la Comisión Nacional de Sanidad, Qiu Haibo, que apareció esta semana en la televisión pública afirmando que los casos detectados estas últimas semanas en las provincias de Heilongjiang y Jilin se parecen más a los importados de otros países que a los de Hubei, en cuya capital, Wuhan, se registraron los primeros contagios mundiales de la COVID-19.
Aunque no se habla de una mutación confirmada del virus, las diferencias en el comportamiento del patógeno podrían suponer que se ha producido, lo que dificultaría el trabajo de contención de su propagación y el de desarrollo de tratamientos y vacunas. En esas dos regiones nororientales, según Qiu, los contagiados muestran un período de incubación más largo y síntomas atípicos -en muchos casos, no tienen fiebre pero sí fatiga o irritación de garganta- o directamente no muestran síntomas, lo que resulta en contagios en el entorno familiar. En Wuhan, los pacientes no solo sufrían lesiones pulmonares sino que el virus también atacaba su corazón, riñones o intestinos, mientras que en Heilongjiang y Jilin los contagios relativos a casos importados apenas causaban daños a otros órganos aparte de los pulmones.
Qiu agregó que los contagiados nororientales están portando el virus durante un período más largo que los de Hubei, y que los tratamientos están siendo más efectivos en esas zonas, donde la proporción de casos graves es menor que en Wuhan. La provincia de Jilin es uno de los lugares donde siguen dándose contagios en China, país en el que las autoridades creen que tienen el virus prácticamente bajo control. En esa zona sigue habiendo 25 casos activos de los 84 que siguen mostrando las cifras oficiales a nivel nacional, aunque el último parte de la Comisión Nacional de Sanidad no muestran nuevos contagios en la provincia de Jilin.
El principal foco está en el municipio de Shulan, bajo la jurisdicción de la vecina ciudad de Jilin, donde las autoridades han impuesto un confinamiento ante el resurgimiento de los casos y obligarán a todos los residentes que regresan desde Rusia -uno de los países más afectados por la pandemia- a registrar su información personal y a someterse a pruebas de ácido nucleico sufragadas por el Gobierno. El noreste de China ha sido el punto más conflictivo para las autoridades locales, que en las últimas semanas se han visto obligadas a cerrar la frontera con Rusia después de detectar un goteo de ciudadanos chinos infectados procedentes de territorio ruso e incluso a construir otro “hospital exprés” en la provincia de Heilongjiang.