El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, hospitalizado desde el pasado lunes para tratar una hemorragia intracraneal, fue dado de alta este domingo por sus médicos, que aclararon que el líder progresista tendrán que permanecer en São Paulo hasta el jueves para exámenes de control.
"El presidente recibió el alta hospitalaria pero no el alta médica. Aun son necesarios algunos exámenes de control, como una tomografía a la que será sometido el jueves, antes de que pueda regresar a Brasilia", afirmó su médico personal, Roberto Kalil, en una rueda de prensa.
La rueda de prensa fue interrumpida por el propio Lula, que apareció en el auditorio de sorpresa ya vestido y listo para abandonar el hospital, pero usando un sombrero Panamá para, según admitió, ocultar el curativo por causa de su vanidad.
El propio mandatario admitió que se asustó con la cantidad de líquido (sangre) que sus médicos detectaron en su cabeza y que se preocupó por su salud.
"Yo creía que estaba curado tras haber hecho cinco tomografías (tras sufrir un golpe en la cabeza por una caída en el baño en octubre), pero me asustó el crecimiento del volumen de líquido en mi cabeza. Me preocupó", dijo el líder progresista.
"Nunca pienso que voy a morir, pero tengo miedo", admitió el mandatario, que llegó a llorar en la corta intervención que quería aprovechar para agradecer a sus médicos pero en la que terminó detallando sus problemas de salud.