Mientras el gobierno de Estados Unidos intenta despegar a la monarquía saudita del trágico caso del periodista Jamal Khashoggi, apuntando al descontrol de los servicios de Inteligencia, comienzan a aflorar macabros detalles del episodio, como que aparentemente lo asesinaron a golpes frente al cónsul saudita y el cuerpo fue desmembrado en sólo siete minutos por el jefe forense de la delegación.
Entre la noche del lunes y la madrugada del martes, expertos turcos registraron durante nueve horas el consulado de Arabia Saudita en Estambul en busca de rastros de lo ocurrido y, según un alto jefe policial, hallaron “pruebas ciertas” de que el supuesto crimen tuvo lugar allí.
Según la prensa turca, los investigadores buscaron rastros de sangre y muestras de ADN de Khashoggi utilizando luz ultravioleta y el compuesto químico Luminol. Todas los pisos del edificio y el jardín fueron inspeccionados, en una búsqueda en la que se usaron también perros policías y se tomaron muestras de suelo. Dos furgonetas con las pruebas abandonaron el consulado a la madrugada.
Durante la inspección se verificó, además, sectores donde se habría pintado recientemente para tapar elementos comprometedores. El propio presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, salió a aclarar que en el registro la policía encontró “tóxicos” y “cosas que se eliminaron pintando encima”. “Ayer se hizo un trabajo intenso hasta la madrugada, y este trabajo continuará. Nuestro deseo es que de ahí salga un resultado que nos permita formarnos una opinión”, agregó el mandatario islámico.
Por la tarde del martes los expertos se trasladaron a la residencia del cónsul saudita, ubicada a unos 200 metros del consulado. Lo hicieron porque las cámaras de vigilancia registraron que, horas después de que Khashoggi entrase en la delegación, un convoy de seis vehículos, entre ellos una furgoneta con los cristales polarizados, salió del consulado y entró en la residencia del cónsul, quien ayer mismo abandonó Turquía rumbo a Arabia Saudita.
Khashoggi, un crítico del príncipe heredero Mohamed bin Salmán (MBS), trabajaba para The Washington Post y desde hace un año vivía en EE.UU. Ingresó al consulado el 2 de octubre pasado a buscar unos documentos para casarse con su novia turca. Nunca más se supo de él. De acuerdo a la investigación, ese mismo día habría sido asesinado.
Los detalles que comenzaron a trascender son escalofriantes. Fuentes turcas, citadas por la cadena estadounidense CNN y por la qatarí Al Jazeera, revelaron que Khashoggi fue atacado apenas ingresó al consulado. Lo drogaron y llevaron a la sala del cónsul general saudita, donde fue golpeado hasta morir en presencia del propio diplomático.
Lo que sigue es aún más macabro. De acuerdo a las fuentes citadas por ambos sitios, una vez muerto se hizo cargo del cuerpo el jefe forense de la Dirección General de Seguridad saudí, Saleh al Tubaiqi, quien le pidió al cónsul que se fuera y a los hombres que lo rodeaban que pusieran música. Allí habría comenzado a descuartizar el cuerpo, una tarea que le llevó siete minutos. Los funcionarios aseguran que existían grabaciones de estos horribles hechos.