La ciudad cisjordana, en estricto confinamiento, echa de menos a los turistas
Tierra Santa celebra este 24 de diciembre una Navidad más apagada que nunca, con las fronteras cerradas a los extranjeros y la ausencia de peregrinos cristianos que siempre en estas fechas festejan en Jerusalén y Belén el nacimiento de Jesús. El coronavirus y las restricciones marcan unas fiestas navideñas sin precedentes: los alrededores de la Basílica de la Natividad de Belén, donde según la tradición nació Jesucristo, están casi vacíos.
El ambiente, tiene tintes grisáceos y contrasta con la atmósfera y calles abarrotadas de años anteriores. Aun así, las decoraciones tradicionales siguen su curso, como el luminoso árbol de Navidad. En la ciudad cisjordana están en estricto confinamiento desde el pasado domingo para frenar la propagación del virus, que se ha acelerado en la ciudad. Destaca un paisaje plagado de persianas bajas: comercios de recuerdos, de productos navideños o de iconografía religiosa están cerrados ante la falta de visitantes.
La situación "es muy triste", confiesa Bernard Sabella, palestino católico de Jerusalén, sociólogo y experto en cristianismo local. Lo que hace de la Navidad en Tierra Santa algo especial es "la gente que llega de todo el mundo", algo que espera pueda volver suceder el año próximo. Las sensaciones de Sabella son representativas del resto de la comunidad cristiana en la región donde las familias celebrarán las fiestas separadas por primera vez y algunas, específicamente en la Franja de Gaza, se verán privadas de cualquier celebración religiosa por decisión de las autoridades.
El custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, señaló en su tradicional mensaje anual previo a la Navidad que "por primera vez tras muchos años, la ciudad de Belén, en esos días en los que todo el mundo dirige sus ojos hacia ella, está vacía". Sin embargo, destacó que "gracias a Dios no está vacía la gruta de la Natividad porque a pesar de las terribles dificultades económicas que atraviesa continúa siendo la ciudad en la que Jesús nació".
Tanto las autoridades palestinas como israelíes se lamentaron también por la dificultad de llevar a cabo las habituales celebraciones navideñas y enfatizaron el profundo contraste frente a años anteriores. Según el Ministerio de Turismo israelí, unos 165.000 turistas visitaron el país en estas fechas el año pasado para celebrar las fiestas en Jerusalén, en Nazaret y en la Galilea, diferencia que han intentado compensar este año con una fuerte inversión para impulsar el turismo interno. Este podría desaparecer también si se impone finalmente un tercer confinamiento como pide el Ministerio de Sanidad, para hacer frente a la creciente morbilidad. Por su parte, el alcalde de Belén, Anton Salman, explicó que de los casi 8.000 visitantes que pasaron la Nochebuena en la ciudad en 2019 se pasará este año a apenas unos pocos cientos.
Más allá del daño que ha causado la pandemia a su economía, con el desempleo aún en alza y ya rozando el 40%, Belén ha decidido mantener las celebraciones habituales, con el programa de actividades casi idéntico a años anteriores, incluyendo presentaciones musicales y la participación de grupos de "boy scouts" palestinos. Estas ceremonias, tal como sucedió con el tradicional encendido del árbol en la Plaza del Pesebre, serán retransmitidas por internet para todo el mundo y buscan, sobre todo, alegrar un poco esta fundida Navidad.