El martes 6 de Noviembre, los ciudadanos norteamericanos votarán en las elecciones más cruciales de la historia del país.
Ello, porque tendrán que decidir el destino de la nación. Cualquiera de las opciones tendrá un impacto enorme en el futuro y en la democracia constitucional. ¿Podrán los electores ver la realidad a través de la niebla del engaño y la mentira que los ha avasallado por dos años? ¿Podrán votar las minorías –nativoamericanos en Dakota y Georgia y los hispanos en Kansas- a las que se les está impidiendo votar con maniobras sucias y desvergonzadas? Sin duda, es un momento definitorio que tendrá repercusiones inevitables.
La campaña ha sido la más fea, violenta, racista y deshonesta en la historia del país. El presidente Trump y los candidatos republicanos al Congreso, mienten descaradamente, envenenando el discurso político diariamente porque temen perder la mayoria absoluta que tienen. Esta campaña de terror político -racial, basada en mentiras ha ido in crescendo y en el curso de las últimas dos semanas han aparecido 15 bombas explosivas que se mandaron por correo a las figuras más prominentes del partido Demócrata y a la prensa; además, un supremacista de Kentucky a quien le había fallado un ataque a una iglesia de negros, se fue a un supermercado y mató a dos clientes negros mientras que otro asesino atacó una sinagoga en Pittsburgh y mató a 11 judíos que se encontraban rezando en el lugar.
El cinicismo de Trump y los republicanos ha sido abismante ante la violencia mortal. Frente al intento de asesinar a los politicos Demócratas, blancos diarios de las diatribas presidenciales, Trump y sus partidarios culparon a los medios de comunicación, a los liberales y demócratas.
Por la massacre en la sinagoga, responsabilizaron a los mismos judíos por no tener guardias armados. Trump y su ecosistema –Fox News, Twitter, radios y panfletos de extrema derecha-, han legitimizado el odio con acusaciones incendiarias, amenazando y demonizando a sus oponentes y encendiendo una ira irrazonable contra los periodistas y la prensa.
Pero más que culpar al individuo corrupto y racista que ocupa la Presidencia del pais gracias a la intervención rusa, la responsabilidad de la bancarrota moral y la abdicación de deberes recaen en el partido Republicano que ha permanecido escondido bajo el silencio cómplice. A nadie sorprende que algunos lunáticos hayan tomado en serio la incendiaria retórica presidencial y decidan matar a los oponentes que el Presidente ha denunciado como "enemigos del pueblo". Esto es peligroso en un país de 325 millones de habitantes que poseen 265 millones de armas. Esto sin contar los millones que existen en forma ilegal.
En los ultimos dias de la campaña presidencial la retórica anti-inmigrante ha ido escalando y se ha convertido en el tema principal de Trump y los candidatos Republicanos: es una ‘invasión’ de hordas criminales y violentas que vienen a ‘sitiar’ y a ‘destruir’ el país, han dicho, cuando todos sabemos que es una caravana de gente humilde que viene de América Central huyendo de la violencia y en busca de asilo. Mujeres, niños descalzos y hombres que se mueven lentamente al Sur del Rio Grande. Y ¿qué hace el Presidente? Manda 15.000 tropas a la frontera con México, ¡más soldados de los que hay en Afganistán en este momento! Y autorizados a matar. Es el final apoteósico y conveniente de un discurso despreciable que se aprovecha de las divisiones raciales y de los miedos culturales de una nación que está a un paso de caer al abismo al que Trump la ha estado empujando desde hace dos años.
¿Qué nos espera después del Martes? ¿Nos gobernarán los plutócratas, teócratas e intolerantes blancos hostiles a los ideales democráticos? O USA reclamará el estado de derecho y los valores ideales humanitarios que la han caracterizado?