El presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, encontró un ambiente hostil nada más llegar este viernes a la Casa Blanca, con burlas sobre su indumentaria por parte de un presentador vinculado al trumpismo y con el vicepresidente estadounidense, JD Vance, caldeando el ambiente ante las cámaras.

Las imágenes de la reunión del Despacho Oval entre Zelenski y el presidente estadounidense, Donald Trump, han escandalizado a los aliados de Ucrania en Europa y el resto del mundo, y según el senador demócrata Chris Murphy fueron claramente «una emboscada planeada para humillar» al mandatario ucraniano y reforzar al presidente ruso, Vladímir Putin.

La disputa ante las cámaras hizo descarrilar un encuentro que debería haber desembocado en la firma de un acuerdo económico que diera paso a un plan de paz alineado con la Unión Europea y Ucrania, pero acabó con Zelenski cancelando toda su agenda y abandonando la Casa Blanca discretamente.

La situación se empezó a torcer de la mano de Brian Glenn, marido de la legisladora trumpista Marjorie Taylor Greene y presentador de ‘Real America’s Voice’, un programa de la derecha proTrump que ahora tiene acceso como un periodista más de la Casa Blanca.

«¿No te puedes comprar un traje?», le dijo Glenn a Zelenski, vestido con uno de los atuendos militares que suele llevar desde que Rusia invadió su país desde hace tres años.

El vicepresidente JD Vance reaccionó con risas a la pregunta del presentador, mientras el jefe de la diplomacia estadounidense, Marco Rubio, miraba al frente con cara seria.

«Morder el anzuelo»

El tono afable inicial de Trump («es un honor tener al presidente Zelenski en la Casa Blanca», «vamos a almorzar juntos») comenzó a agriarse tras ese intercambio, con guiños de Trump a Glenn y risas («sé que no os lleváis bien») y con el ucraniano visiblemente incómodo («tengo cosas más importantes que hacer que contestar a esas preguntas»).

El senador republicano Lindsey Graham aseguró tras el encuentro en la Casa Blanca que cuando se reunió esa misma mañana con Zelenski en el Capitolio le advirtió que no «mordiera el anzuelo», pero finalmente lo que ocurrió en el Despacho Oval fue un absoluto «desastre».

El asesor de Seguridad Nacional de Trump, Mike Waltz, negó este sábado las acusaciones de que lo que el mundo entero pudo ver el viernes fuera una «emboscada».

«Este tendría que haber sido un momento positivo para Ucrania, para negociar y poner fin a esta guerra, pero en su lugar, (es) algo que ha frustrado al presidente, no nos queda claro que Zelenski quiera poner fin a la guerra y litigó esto delante de todo el mundo, pese a que se le advirtió que no lo hiciera», apuntó.

La disputa con Vance

Fue tras 40 minutos de conversación en el Despacho Oval, algo que tradicionalmente solo se abre a la prensa durante unos breves momentos, y con Trump avisando de que apenas permitiría «una pregunta más», cuando la reunión descarriló por completo y ahora toda la estrategia para buscar una salida a la invasión rusa de Ucrania parece haberse derrumbado.

«Tal vez el camino a la paz y la prosperidad es reforzar la diplomacia», dijo entonces Vance, pero Zelenski le interrumpió.

«¿Te puedo hacer una pregunta?…¿de qué tipo de diplomacia estás hablando, JD?», le espetó el ucraniano, al recordarle que el presidente ruso, Vladímir Putin, ha violado sus compromisos de no atacar Ucrania desde 2014.

Fue entonces, en una reunión que iba por derroteros relativamente predecibles, cuando la cordialidad quedó definitivamente fuera de juego. Los gestos de Vance y Trump se volvieron agresivos y Zelenski se cruzó de brazos durante el tenso intercambio de reproches. «Es una falta de respecto litigar esto delante de los medios», apuntó Vance. «¿Has venido tú a Ucrania para decirnos qué problemas tenemos?», le contestó Zelenski.

Oksana Markarova, embajadora de Ucrania en Estados Unidos, miraba desde la distancia con la cara cubierta por las manos, al borde de la desesperación.

Fue tras ese intercambio, cuando el acuerdo de minerales que se iba a firmar solemnemente en la Sala Este, el almuerzo de trabajo y la rueda de prensa se cancelaron. Ahora Bruselas, Kiev y Londres se devanan la cabeza para entender qué pasará con la guerra -y el futuro de Europa- tras una catástrofe diplomática de tales proporciones.