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Vladimir Putin envía tropas a las regiones separatistas del este de Ucrania tras reconocer su independencia

Tal y como Occidente temía y no supo evitar, Rusia arrancó este lunes por la noche otro territorio a Ucrania. Vladimir Putin decidió romper la baraja y reconocer los territorios separatistas de Donetsk y Lugansk. Pone fin así a un proceso de paz en Ucrania que, aunque había logrado contener notablemente la sangría de muertes, no estaba ofreciendo a Moscú los réditos deseados. El líder ruso dio instrucciones para desplegar el ejército ruso en estos territorios rebeldes de Ucrania. Ordenó al Ministerio de Defensa ruso que envíe fuerzas "en misión de paz" a estas zonas de Donbas y también pidió a su ministro de Relaciones Exteriores que establezca relaciones diplomáticas con las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk. Las medidas entraron en vigor de inmediato, dijo el Kremlin.

El canciller alemán, Olaf Scholz, acordó con su colega francés, Emmanuel Macron, y con el líder de EEUU, Joe Biden, que la decisión no quedaría sin respuesta, según informó la Cancillería. "Biden condenó enérgicamente la decisión del presidente ruso Putin de reconocer la "independencia" de las llamadas regiones DNR y LNR de Ucrania", en una llamada con el presidente de Ucrania, Volodimr Zelenskiy, dijo la Casa Blanca.

Los acuerdos de Minsk, firmados en 2015 cuando Ucrania estaba acorralada por los combatientes separatistas y las tropas rusas, concedían un mayor poder a los territorios sublevados, donde Rusia tiene más capacidad de influencia. Lo firmado entonces no se ha cumplido y Rusia ha dado una patada al tablero que deja a Occidente descolocado y a Kiev ante el abismo de otro posible estallido del conflicto.

En un amargo mensaje nocturno a la nación, Putin se quejó ante las cámaras del comportamiento hacia Rusia de la Ucrania postsoviética. Acusó a los ucranianos de haber robado el gas ruso en el pasado y de usar la energía para chantajear a Moscú, acusando a los sucesivos líderes de Ucrania de querer "toda las cosas buenas de Rusia sin ninguna obligación".

Durante una larga charla en un despacho con varias pantallas, dos banderas de Rusia y un enjambre de teléfonos analógicos, Putin volvió sobre uno de sus traumas recurrentes, afirmando que el colapso de la URSS fue un "robo" para Rusia.

"La seguridad de Ucrania puede amenazar la seguridad de Rusia", denunció Putin en un salto al presente al calibrar las posibilidades de Kiev de acceder a la OTAN: "Es una cuestión de tiempo, y los riesgos para Rusia surgirán de una manera decisiva, ataques relámpago y ataques preventivos". Putin calcula que los misiles tomahawk "podrían alcanzar Moscú en 35 minutos, y los hipersónicos en tres minutos". "Nos engañaron diciendo que no iban a ampliar la OTAN", denunció Putin.

La medida puede trastocar los esfuerzos diplomáticos. El ministro de Exteriores ruso, Serguei Lavrov, dijo por la mañana que planeaba reunirse con su homólogo norteamericano Antony Blinken en Ginebra el jueves y mencionó que hubo algunos avances en las conversaciones con Occidente sobre seguridad. Pero Blinken avisó de que cualquier reunión sería cancelada si Rusia invade. La tensión es máxima en esa zona gris donde rusos, ucranianos y separatistas se tocan.

El reconocimiento de estas repúblicas supone una anexión 'de facto' de los separatistas armados de Donetsk y Lugansk, cuya subsistencia queda ligada a Rusia. La pregunta es ahora qué otro resorte puede buscar Putin para seguir condicionando la política de Kiev, que para bien o para mal pierde esos territorios definitivamente. En realidad, Moscú lleva años succionando estos dos estados fallidos: circula el rublo y Rusia ya ofrece pasaportes a los residentes de las dos regiones. Moscú asegura que ahora hay 800.000 ciudadanos rusos allí. Si son atacados los defenderá con las armas.

La decisión de Putin culmina una jornada de tensión directa entre Moscú y Kiev. Rusia dijo que los saboteadores militares ucranianos intentaron ingresar al territorio ruso en vehículos armados y provocaron cinco muertos, una acusación que Kiev catalogó como "noticias falsas". Al caer la noche, una potente explosión sacudió el centro de Lugansk, una de las dos capitales separatistas.

Horas antes de firmar el decreto junto a los líderes separatistas, Putin había preparado a los rusos para una decisión que aparta más a Rusia de Occidente y de su vecina Ucrania. En una reunión televisada de su Consejo de Seguridad, que normalmente se celebra a puerta cerrada, Putin volvió sobre sus habituales demandas sobre Europa central, e insistió en que no es suficiente que Occidente diga que Ucrania no estaba lista para unirse a la OTAN en este momento. Uno a uno, fueron desfilando por delante de Putin sus principales colaboradores: jefes de los servicios de inteligencia, ministros y otros cargos ligados a los servicios de seguridad.

Como en una coreografía, cada uno fueron poniendo sobre la mesa los miedos, argumentos, teorías y reclamaciones que Putin y su entorno llevan supurando durante las últimas semanas de tensión con Occidente. Todos empujaron al presidente a dar este paso sin vuelta atrás. Y cuando uno de ellos dudó, fue reprendido por el propio Putin ante las cámaras. Fue el director del servicio de inteligencia exterior (SVR) de Rusia, Serguei Naryshkin, el el único que tropezó al decir su papel cuando dijo que Rusia debería dar a los socios la oportunidad de dialogar y luego, si se daba el caso, reconocer su independencia. Putin lo interrumpió y pidió que hablase claro, reclamando todo su apoyo. Naryshkin, confundido y tartamudeando, rectificó pasándose de frenada: apoyó la anexión de los territorios a Rusia. Putin le tuvo que regañar de nuevo: "No estamos hablando de eso":

El primer ministro, Mijail Mishustin, habló con su habitual llana sinceridad: "Llevamos muchos meses preparándonos para la posible adopción de la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk". Nikolai Patrushev, el secretario del Consejo de Seguridad, agitó los miedos contra Occidente "su objetivo es la destrucción de Rusia" y clamó que "no es el pueblo de Ucrania el que organizó esto. Están siendo atemorizados y obligados a tomar este camino". El Gobierno ruso lleva semanas tratando de apartar a la UE de la negociación y Patrushev corroboró: "El único país con el que necesitamos tener negociaciones es Estados Unidos".

El ministro de Defensa, Sergei Shoigu, fue más allá diciendo que Ucrania, que renunció a las armas nucleares después de la independencia de la Unión Soviética, tenía un "potencial nuclear" mayor que Irán o Corea del Norte, en clara referencia a las recientes peticiones del presidente ucraniano de revisar su estatus nuclear.