En el impactante caso de corrupción, conocido solo por una publicación de Ciper Chile, grabación de una reservada reunión en una elegante oficina de la comuna de Vitacura, entregada a ese medio por la jurista Leonarda Villalobos, el locuaz abogado Luis Hermosilla conversa con suma franqueza por WhatsApp con sus socios y amigos, expresando propuestas de negocios francamente inverosímiles, las que se divulgaron exclusivamente porque él entregó su celular para que se revisaran todos sus coloquios. Dicho sea de paso, este columnista lo conoce, aunque no somos amigos, tanto a él como a su hermano abogado defensor, Juan Pablo.
Si el abogado top Luis Hermosilla no hubiera proporcionado a la Fiscalía Metropolitana Oriente su celular, por lo tanto, escondiéndolo en algún recóndito lugar o destruyéndolo, no sabríamos lo que toda la prensa ha difundido últimamente. Ahora hemos sabido que él, como un buen sibarita, tenía especial predilección por las mujeres jóvenes ucranianas, los yates, las langostas Thermidor y otras tantas delicatessen que consumen solo los miembros de la élite de nuestro país. Este influyente abogado, según sus propias declaraciones, era durante la dictadura de Pinochet, un eximio investigador político del Partido Comunista, y ya en democracia mutó a la derecha y por ello era socio del UDI Andrés Chadwick.
El ejercía como consejero legal y financiero, de los hermanos Daniel y Ariel Sauer y de Rodrigo Topelberg, quienes, a su vez, se relacionaban muy amistosamente con los hermanos Antonio y Álvaro Jalaff, fundadores del anterior exitoso Grupo Patio, conglomerado comercial experto en fastuosos negocios inmobiliarios, como muy bien lo sabe el UDI Felipe Ward, cuando ejercía el cargo de ministro de Vivienda y Urbanismo durante el gobierno de Sebastián Piñera.
No podemos perder de vista que el ser humano, desde siempre, ha privilegiado invariablemente, casi siempre a todo evento, sus intereses personales y en tal sentido el visionario Nicolás Machiavelo en su magnífica obra El Príncipe lo ha dejado en evidencia y para que los lectores que no la hayan leído, reproducimos algunas aseveraciones allí publicadas:
"Un príncipe nunca carece de razones legítimas para romper sus promesas"
"La política no tiene relación con la moral".
"El que engaña encontrará siempre quien se deja engañar".
"Todo el mundo ve lo que aparentas ser, pocos experimentan lo que realmente eres".
Hermosilla, Villalobos y su esposo Luis Angulo, hoy ex funcionario público de Bienes Nacionales, y los hermanos Sauer, Jalaff y Topelberg supusieron que sus fraudes nunca serían detectados ni menos investigados, pero se equivocaron y por lo tanto, tendrán que pagar con sentencias judiciales que se conocerán más adelante.
Hablando de este tipo de engaños a la fe pública, debemos recordar lo que sucedió en EEUU con la llamada crisis de las hipotecas subprime, detectada entre los años 2007 y 2008, cuyo principal transgresor era el conocido banco de inversiones Lehman Brothers, dirigido por el agresivo y descarado CEO (Chief Executive Officer), Richard "Dick" Fuld, quien autorizaba créditos al por mayor a gente que no garantizaba las hipotecas de las viviendas. Sus operadores financieros colocaban en el mercado internacional paquetes de deuda insolvente cuyos inversionistas adquirentes perdieron a raudales por las morosidades. En ese banco todos ganaban millones de dólares y Fuld era el principal triunfador, pero este codicioso Dick, por ser muy importante, nunca fue a la cárcel: sus abogados eran de primer nivel y tenían buenos contactos con los que mandan en el establishment.
Tampoco podemos suponer que los hombres de negocios de Factop son la excepción en este tipo de malabares, pues hay cientos de otros que, con ansias de figuración y poder, hacen lo mismo y en tal sentido, los ex ejecutivos de la empresa Primus, también operadora de factoring, Francisco Coeymans e Ignacio Amenábar, encandilados con estupendas novias peruanas, hacían de las suyas gastando a raudales. Como observamos, con platas mal habidas, se consiguen las mejores féminas de los mercados internacionales.
Finalmente, todos los involucrados en Factop, durante varios años, disfrutaron de una gran riqueza y por ello se justifica plenamente el título de esta columna de opinión, proponiéndole al gobierno que, como las facturas falsas no son posibles en el sistema bancario formal, se realice una completa reingeniería para las empresas de factoring.