Hace un poco más de un mes, mi hermana me envió un link que aparentemente iba a interesarme más de lo usual. Este sitio web era sobre la nueva American Girl, Luciana Vega. (Puede verla aquí: https://www.americangirl.com/shop/ag/meet-girl-of-the-year-luciana ) Antes de seguir tengo que reconocer que no tenía la más remota idea de qué era American Girl, por lo tanto, no era un tópico que mi hermana o yo siguiéramos de cerca. Entonces, nos llamó la atención por algo muy específico: Luciana es una niña en STEM (acrónimo de Science, Technology, Engineering and Mathematics) decidida a ser Astronauta y además de todo es chilena. ¿Qué mejor? Obviamente, para todo aquel que me conoce o conoce a alguna mujer que actualmente esté en STEM, esta muñeca resulta ser la fiel representación de nuestros sueños o aspiraciones que hemos tenido desde muy pequeñas.
Desde esta simple muñeca que sirve para incentivar a las niñas a hacer carrera en áreas dominadas –aún- por hombres, se puede desprender una serie de discusiones de las que aparentemente una como mujer en el mundo de las Ciencias ya ha tenido en considerables ocasiones. No obstante, lo que me motiva hoy precisamente, a escribir a esta columna, puede ser considerado un poco fuera de foco, le advierto.
Continuemos con la historia de Luciana. Hace un día, uno de mis mejores amigos en Chile, compartió conmigo el siguiente link: http://www.planetary.org/blogs/guest-blogs/2018/0228-luciana-goty-chilean-american.html . Otro artículo sobre Luciana, pero esta vez sobre su –verdadera- historia, escrito por la periodista científica Bárbara Núñez.
Luciana, incidentalmente, resultó ser chilena. Sí, incidentalmente. Fue adoptada por padres “americanos” (como si Chile, Argentina o Brasil no pertenecieran a América) dado que ella padecía una enfermedad por la que debía ser trasladada y tratada en Estados Unidos. Por lo tanto, es una niña “americana” con raíces chilenas.
En el artículo, la periodista Nuñez, entre paréntesis señala “Chile has excellent medical care, by the way” o en español: “Chile tiene una excelente atención médica, por cierto”, paréntesis que en su momento me pareció necesario junto con lo que vino después donde ella señala que la motivación de Luciana por ser esta futura astronauta y mujer en STEM puede venir desde su tierra natal, nuestro país, Chile. Donde SÍ hay mujeres en STEM, haciendo ciencia de alto nivel, donde la Astronomía es una de las disciplinas (no siendo la única, ojo) que más colaboración entre países y género exige, es decir, Luciana podría haber sido perfectamente quien “es” hoy sin haber sido adoptada por padres “americanos” porque en Chile se hace ciencia y además la atención médica es “excelente”. En una primera instancia no podía estar más de acuerdo con el artículo.
Me detengo ahí, debo confesar que mi amigo quien me recomendó leer el artículo de la periodista Núñez me recalcó lo genial que le parecía la iniciativa de esta muñeca en las ciencias –duras- . A lo que yo tanto o más dura respondí, coincidiendo al 100% con lo descrito por Núñez: “me molesta profundamente cómo se pinta nuestro país en el mundo”. Toda la trágica historia de la enfermedad y de lo desconocido de Chile nubló todo mi pensar y me sacó de foco. Claramente aprecio las iniciativas para llamar a las niñas a interesarse por las disciplinas en STEM pero tontamente me molestó mucho el contexto de Luciana, no puedo negarlo. Me mantuve firme en mi posición con mi amigo que no estaba con ganas de seguir discutiendo y luego me quedé pensando: ¿Por qué me molesta tanto?
Luego de un rato, un par de vueltas le di y llegué a la conclusión de que no me molestaba que Chile fuera “caricaturizado” de esa forma, donde estos padres bondadosos cambiaron el destino de esta niña enferma que pudo sanarse y convertirse en esta Astronauta. Lo que más me molestaba, era el miedo, el miedo a la realidad chilena, el miedo y la persistencia de la memoria.
Ahora debo decir, que no coincido al 100% con el artículo de la periodista Núñez, es más, lo que ella puso entre paréntesis, sobre la calidad de la salud en Chile, cambia absolutamente todo el curso de la historia de Luciana y la percepción de nosotros los receptores, que entre tanto mirarnos el ombligo y enojarnos porque la persona que creó a Luciana pensó que en Chile los niños se mueren por falta de tratamiento médico, se nos olvida que eso es real.
Muy real, y sin ir más lejos, el año pasado, Daniela Belén Vargas Vargas de 13 años quien estaba bajo la custodia del SENAME murió esperando un trasplante de corazón que fue negado por el comité de ética del hospital UC “Christus”, cuyo criterio me parece inentendible. Espero ahora, que todo aquel que esté leyendo, se acuerde de Daniela. Luciana pudo ser una Daniela o, mejor dicho, Daniela pudo ser una Luciana. Y así, a algunos nos molesta que Chile sea presentado de esa forma “poco precisa”, cuando lo que debiera molestarnos es pensar en cuanto niño y niña sigue esperando y sigue siendo víctima de este sistema que silencia y suprime a potenciales Lucianas.