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¿Cómo es eso? Salud pone en duda intoxicación en vecinos de Puchuncaví y Quintero

El ministro de Salud, Emilio Santelices, puso en duda que los casos de personas afectadas por la llamada “nube tóxica” de Quintero y Puchuncaví correspondan a una intoxicación y sostuvo que los síntomas que padecieron podrían deberse al fuerte olor de los gases, sin que necesariamente sean nocivos para la salud.

Según dijo el secretario de Estado en entrevista con Radio ADN, la teoría se basa en los informes de emisiones que registró Medio Ambiente inmediatamente después del episodio de contaminación. “Los niveles que encontraron de gases estaban bajo los niveles de riesgo, (bajo) la norma internacional”.

El titular de Salud añadió que “existe lo que se llama olores ofensivos, y que podría ser el caso, en que se emana un gas, los niveles tóxicos que pueden producir daños a la salud no se alcanzan, por lo tanto, no se produce ese daño, pero sí al tener lo que se llama un olor ofensivo, este produce efectos organolépticos”. Agregó que “el solo hecho de que tú tengas un mal olor, fuerte, puede producir náuseas y vómitos; molestias que son objetivas y son, si se quiere, un indicador de alarma, pero no implica una intoxicación. Y posiblemente, uno podría pensar que aquí fue ello lo que ocurrió”.

Así, frente a la sintomatología que declararon casi 350 personas, Santelices dijo que “podríamos estar en presencia de pacientes que, efectivamente, estuvieron expuestos a gases tóxicos, pero los niveles que se obtuvieron al momento de hacer la medición no arrojaban niveles tóxicos. Ahora, uno se pregunta ¿por qué tenían sintomatología? Porque tuvieron efectos organolépticos, que producen estos gases”.

Además, la autoridad relativizó los resultados del informe de la Seremi de Salud de Valparaíso, que revela que entre 2010 y 2015 los promedios anuales de concentración de arsénico en Puchuncaví y Quintero superaron hasta 23 veces la norma europea. “Cuando se determinan niveles altos en el aire habitualmente tiene que ver con niveles muy fugaces de alguna fuente emisora.

Afortunadamente, también cuando ello ocurre, las partículas por las cuales esto se puede inhalar finalmente terminan en las vías aéreas respiratorias superiores. El arsénico produce daños a las personas cuando está asociado a alimentos o al agua. Y es allí donde uno debe mantener los monitores. No lo estoy minimizando ni mucho menos. Pero el daño del arsénico definitivo, que produce (daño) cardiovascular de forma aguda o en exposición crónica, va a estar asociado particularmente al consumo de agua cargada con arsénico. Y lo que muestra ese estudio es el aire”.

Dudas en mediciones

Las mediciones que detectaron la presencia de nitrobenceno, isobutano y metilcloroformo en la zona, la semana pasada, han sido puestas en duda por diversos expertos.

Entre los reparos que plantean, está el hecho de que la operación del monitor -que llegó al área el pasado 22 de agosto- estuvo a cargo de tres funcionarios municipales, dos de Quintero y uno de Puchuncaví, que fueron capacitados para medir las emisiones.

Así, serían los registros captados por estos tres funcionarios los que dieron origen a un informe que, posteriormente, el departamento municipal de Quintero envió al gobierno regional, con los citados hallazgos.

La seremi de Medio Ambiente informó a La Tercera que participó en el proceso de capacitación, el que estuvo a cargo de profesionales del nivel central.

Cabe señalar que el superintendente de Medio Ambiente, Cristián Franz, sostuvo que, además de las fiscalizaciones realizadas por su entidad para determinar qué firma generó la nube tóxica, están considerando las mediciones de calidad del aire realizadas por un funcionario municipal de Quintero, capacitado para tal efecto.

Según Francisco Cereceda, doctor en Ciencias Químicas y director del Centro de Tecnologías Ambientales de la U. Federico Santa María -quien además realizó los monitoreos para Enap esta semana- planteó reparos sobre el tipo de capacitación. “No conozco a la persona que realizó este trabajo y debería ser un funcionario que, al menos, tenga una licenciatura en Química para utilizar este tipo de tecnologías”, apuntó. Además, dijo que en un período breve no se pueden analizar los datos que arrojó el equipo “de manera seria” como para responsabilizar a una fuente.

El médico de la Facultad de Medicina de la U. de Valparaíso Aníbal Vivaceta, quien realiza un estudio de las personas que resultaron afectadas, añadió que los equipos para medir en la zona “llegaron tarde y probablemente se midió cualquier tipo de sustancia, entonces la información no necesariamente era fidedigna”. Agregó que la persona que utilizó el dispositivo portátil no tenía la experiencia adecuada: “No sabía ocuparlo, porque era una herramienta que había llegado recién a la zona”.

Al respecto, fuentes de la Superintendencia de Medio Ambiente plantearon que no han recibido información sobre resultados errados de las mediciones. En tanto, en el Ministerio de Medio Ambiente aseguran que la investigación para determinar eventuales responsabilidades la tiene la superintendencia.