Oh I'm just counting

Editorial Cambio21: El deterioro de la Presidencia de la República

La crisis institucional que vivimos hace años es producto del deterioro progresivo de las instituciones republicanas destinadas a liderar a la sociedad con legitimidad social, hemos asistido en los últimos años a la caída brutal del prestigio republicano de las élites alentada por una crisis ética y la lógica de los negocios extendida a todo el devenir social.
 
Hace años debió generarse la muralla china entre la política y los negocios, validamos el financiamiento privado a las campañas electorales, no se paró la puerta giratoria de autoridades económicas que salían del Estado y se instalaban en los directorios de grandes empresas y esto ha colapsado con la elección de un Presidente de la República que tiene un prontuario de malas prácticas en la política que significaron beneficios personales, como lo describió Daniel Matamala en su leída columna dominical.
 
Pasamos de Presidentes de la República honestos, de propuestas, basados en una historia personal de servicio comunitario y político como Alessandri, Frei M., Aguirre Cerda, Allende, Aylwin, Frei RT, Lagos, Bachelet;  a un Presidente de la República que ha aumentado su fortuna, que hace contratos con “sus amigos” en paraísos tributarios como Islas Vírgenes para eludir el pago de impuestos acá e incluso ahora conocemos un contrato –firmado por su familia- donde la 3ª cuota está condicionado a que no se realice un acto de la administración que él dirige.
 
Ahora estamos viendo como un Presidente de la República está siendo investigado por posibles delitos de “soborno, cohecho y delitos tributarios”, él insiste desde la Moneda –acompañado de 2 ministros- que ésta equivocado el órgano persecutor y no hemos escuchado su voluntad de cooperar con la investigación, que era lo que correspondía.
 
Está situación es la gota que colmó el desprestigio de la Presidencia de la República como la institución que es capaz de velar por el bienestar colectivo y por los derechos de todas y todos; al contrario, hoy la Presidencia de la República es el sinónimo de una persona que no fue capaz de velar por eso y se aprovechó para hacer más negocios en su propio beneficio, incluso sabemos ahora que hizo contratos en paraísos tributarios para eludir el pago de impuestos.
 
Las democracias se debilitan cuando nos acostumbramos a tener Presidentes de la República con bajas aprobaciones ciudadanas del 15% o con presidentes elegidos solo por el 50% del electorado o con presidentes que son minorías en el Parlamento que no son capaces de negociar con la oposición y tratan de instalar “su programa” sin tener apoyos parlamentarios.
 
La historia chilena nos muestra que Pinochet y Piñera han terminado siendo autoridades corruptas, que se han enriquecido ilícitamente en el ejercicio del poder, que han violado los derechos humanos de la ciudadanía.
 
Y la nueva acusación constitucional contra Piñera producto de estos últimos antecedentes probablemente tendrá mayoría en la Cámara de Diputados y será el Senado quién se pronunciará –lo que requiere 2/3 del Senado, que hoy no tiene la Oposición-; pero hay un juicio ciudadano mayoritario que considera a Piñera como el peor Presidente de la historia.
 
Será materia de diversos análisis de porque la ciudadanía en diciembre de 2017 lo eligió por segunda vez conociendo este prontuario de ser un político-empresario, pareciera que el electorado le creyó que vendrían “tiempos mejores”, que habría crecimiento económico y la realidad muestra que Piñera deja de herencia un país con un fuerte rebrote inflacionario y una economía con un desempeño mediocre –el crecimiento potencial de Chile para 2022-2023 es apenas 2%-.
 
Ciertamente el país tiene un problema institucional de un fuerte poder concentrado en la Presidencia de la República con un Parlamento debilitado y debiera transitarse a un sistema semi-presidencial con un jefe de gobierno que tenga mayoría parlamentaria o transitar hacia un sistema parlamentario, esta materia deberá debatirse en los próximos meses en el marco de la nueva Constitución.
 
El país necesita distribuir el poder hacia las regiones, empoderar a los nuevos gobiernos regionales con gobernadores y CORES electos, a los territorios con municipios más democráticos, pero también se requiere en la Presidencia de la República a una persona honesta, con experiencia en dirigir y en dialogar para conducir un país muy tensionado en los próximos años, que conozca la diversidad social de este nuevo Chile.
 
Con las elecciones presidenciales podemos empezar un camino de recuperación del prestigio republicano de una institución clave para el futuro como es la Presidencia de la República. Ojalá tengamos una inédita y alta participación electoral para elegir a quién debe guiarnos al bien común.