Acostumbrados a la espectacularidad de los medios, a tantos libros e historias contadas de manera conveniente, a escuchar de “grandes nombres”, que en la mayoría de las veces sólo tienen de grande la publicidad que adorna su pequeñez, ineptitud y oportunismo, no conocemos u olvidamos, a esos que nunca aparecen en esos grandes titulares. De héroes con pies de barro nuestra historia esta atiborrada, por eso, como en esta ocasión, cuando alguien que si fue consecuente en su vida, que nos deja tan silenciosamente como vivió, los que conocimos su vida, de su trabajo, de su noble y consecuente entrega, tenemos la obligación moral de dejar constancia de su vida ejemplar.
Enrique Ibáñez fue uno de esos militares que Quilapayún inmortalizó en el himno venceremos, de quienes estuvieron dispuestos a enfrentar a la muerte antes que traicionar a su patria y a su pueblo, un suboficial de la Fuerza Aérea como lo hubo otros en la marina y en el ejercito. Coincidentemente con el día de su muerte, en el mes de octubre de 1973, fue detenido, torturado y luego encarcelado, por quienes hasta horas antes habían sido sus compañeros de armas, el motivo “traición a la patria”, la razón, haber denunciado y haberse opuesto al golpe cívico militar.
Que distante es este y otros ejemplos de rectitud y verdadera vocación militar, con el comportamiento de militares que usan a las FFAA para su enriquecimiento personal, que mantienen una autonomía absoluta del poder civil, heredada de la dictadura y que por ello, son hoy el espejo de escándalos, corrupción y abuso de poder, debilitando enormemente su capacidad operativa. A pesar de todo lo sucedido y de casi treinta años de democracia post dictadura, las Fuerzas Armadas no han culminado, quizá no lo han iniciado, su consolidación democrática y no han dejado de ser un poder político, lo que es contrario a los fines verdaderamente institucionales, para la democracia y el futuro del país.
Es mas, son un reducto de criminales condenados por crímenes de lesa humanidad y admiradores de la dictadura cívico militar, desde donde realizan todo tipo de manifestaciones y declaraciones, aprovechando que ya no están sujetos al régimen castrense como militares activos. Actúan como “retirados” y por tanto "en pleno derecho de libertad de expresión", torturadores, asesinos, que aun así mantienen sus grados, las garantías y las jubilaciones, buscando de manera intencional el refugio corporativo, comprometiendo de esta manera a toda la oficialidad, pretendiendo que sus condenas por crímenes de lesa humanidad no les afecta a ellos como individuos, sino que, a las FFAA como institución.
Lo evidente ante esta realidad, es que las Fuerzas Armadas no han reconocido explícitamente su participación y su responsabilidad como entes represores de la dictadura, en lugar de esto, han hecho una reconstrucción fraudulenta y oportunista de la historia, con falsas apologías, validando el periodo dictatorial con una guerra que nunca existió. A partir de esto han creado imágenes de héroes sin méritos, muchos de los cuales internamente, “en la familia militar” son reconocidos como “héroes de la gesta patriótica de 1973”, con medallas y condecoraciones que avalan el terrorismo, transformándolo en una supuesta lucha liberadora en contra del comunismo.
Pero la historia aunque se puede tergiversar, como se ha hecho, la verdad siempre estará presente a la espera que los hombres y mujeres honestas y honestas la vuelquen a la luz, para conocimiento de todos y todas. Como en este caso, en este pequeño homenaje, recordando a un suboficial de la Fuerza Aérea, un hombre bueno que en un momento de la historia, prefirió arriesgar la vida antes de traicionar a su pueblo, oponiéndose al odio y la codicia que motivo el golpe de estado cívico militar.
Quienes le acompañamos durante toda su trayectoria militar y luego en su brillante carrera profesional en el exilio, hasta el retorno a su país, lo despedimos con una innegable tristeza, porque fue protagonista de un sueño colectivo, el que no se extingue. Por el contrario, nos señala que aun hay cosas inconclusas pendientes, la muerte de estos hombres silenciosos y grandes, por su espíritu y ejemplos de vida, dejan una huella donde se afirman las esperanzas de un pueblo que el oportunismo y la traición lo han recluido en la gris soledad del abandono.
Los generales Rene Schneider, Carlos Prats, Alberto Bachelet, Sergio Poblete, los Coroneles Ernesto Galaz, Efraín Jaña, los suboficiales Enrique Ibáñez, Enrique Reyes, José Espinoza, Iván Figueroa, Mario Arenas, Belarmino Constanzo, Gustavo Lastra, entre otros, son ejemplos que forman parte de una generación de militares, que debe ser recogido, para conformar una doctrina militar formadora de oficiales y suboficiales patriotas. Con su decisión de no aceptar ordenes que contradijeran el honor militar y personal, dejaron establecido que por convicción, los militares deben oponerse a la adulteración demagógica del nacionalismo que corrompió los cimientos de la doctrina militar en 1973, alterando la relación hasta ese entonces existente entre defensa, seguridad y la nación.
Los militares de distintas ramas de las FFAA, quienes nos opusimos al golpe cívico militar de 1973, somos la prueba viviente de que es posible no cumplir órdenes ilegales o anticonstitucionales, órdenes que significaron atormentar, perseguir y asesinar a personas por el solo hecho de pensar distinto. Y el estado debe amparar estas decisiones individuales, eliminando la figura de la obediencia debida existente en el Código de justicia militar, la que permite que los mandos y los soldados deban obedecer escrupulosamente las órdenes emanadas de un superior jerárquico so pena de castigo.
Este es el legado de Enrique Ibáñez, un soldado patriota, que sirvió y amo a su patria, que con esfuerzos personales se trasformó en un brillante profesional y que siempre mantuvo intactas sus convicciones. Por ello la historia nunca le olvidara, seremos sus camaradas quienes le recordaremos, ciertos que la gloria le mantendrá en la eternidad.
El día 11 de septiembre de 1973 en la Escuela de Aviación, en medio de una total incertidumbre escuchamos el ultimo discurso de Allende, quien llamo a “esperar, tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la Patria, que han jurado defender el régimen establecido que es la expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia el profesionalismo de las Fuerzas Armadas”.
No hubo la respuesta que él esperó, pero si, la de pocos militares patriotas comprometidos como el con su pueblo y su futuro…