Veo las imágenes del transporte público de millones de personas hacinadas, las riesgosas aglomeraciones creadas por torpes decisiones gubernamentales, leo el dictamen de la Dirección del Trabajo que deja a los trabajadores dependientes sin derecho a remuneraciones y constato la ausencia de medidas apropiadas para los trabajadores por cuenta propia y me indigno.
La tan necesaria distancia social se cambia por discriminación social, odiosa y peligrosa. El derecho laboral es, por esencia, protector del trabajador, distinto a las normas del Código Civil.La crisis que vivimos debe obligar a los legisladores a dictar normas que permitan paliar los tremendos efectos negativos que afectan a todos.
El gobierno recogió diversas iniciativas de parlamentarios y presentó un proyectoque, según el Mensaje, “protege el empleo y fortalece el seguro de cesantía”, contenido en el Boletín N° 13.175-13. En él, se contemplan pactos de reducción temporal de las jornadas de trabajo, por el plazo máximo de 5 meses, con la correspondiente reducción de remuneraciones no superior al 50 % ni inferior al 15%, estableciendo diversos requisitos para las empresas y los trabajadores, idea que refleja el mayor poder de los empleadores sobre los trabajadores, que el derecho laboral busca limitar. El proyecto contempla un complemento para el trabajador financiado por el Fondo de Cesantía Solidario. Transcurrido el plazo de 5 meses el contrato volvería a regir plenamente de pleno derecho.
Las AFP e ISAPRES, recibirían las cotizaciones proporcionales del empleador y un 10% de los fondos que pague el Fondo de cesantía.
También se reducen las exigencias para optar a esos Fondos y se incorpora a ellos a las empleadas de casa particular. Asimismo, eleva los porcentajes del subsidio a 80% en primer mes, 65% el segundo y 55% el tercero.
El artículo 15° del proyecto beneficia ala Sociedad Administradora de Fondos de Cesantía con una retribución adicional, cuyos propietarios son las AFP.
Pero debería cambiarse el paradigma original, apoyo en situaciones normales de cesantía, para adecuarlas a la actual crisis. Los trabajadores deberían recibir el 70% de las remuneraciones, mientras dure el estado de catástrofe y no ir disminuyendo mes a mes como fue su concepción original.
Lo más justo y eficiente es suspender por ley las cotizaciones previsionales mientras dure la emergencia, lo que significaría poner una cuarentena a la codicia de los dueños de estas entidadesy facilitar la mantención empleos.
Con la propuesta de ley actual, las AFP, por ejemplo, podrían seguir manejan do recursos por más de 400 millones de dólares y seguir apropiándose de un20 % de nuestros aportes obligatorios a los Fondos de Pensiones, incluyendo comisiones informadas y ocultas. La cuarentena a la codicia significaría que, de pactarse masivamente este acuerdo, 80 millones de dólares al mes seguirían en los Fondos de los trabajadores y no en las arcas llenas de los dueños de las AFP.Ya en el año 2019, las AFP incrementaron sus utilidades en un 60% mientras nuestras pensiones bajaban, obteniendo 659 millones de dólares de utilidades.
Otra iniciativa, muy bien intencionada,confunde a las AFP con Cajeros Automáticos y proponen que se gire de esos fondos hasta un 10% y se depositen en la Cuenta 2, que también tiene comisiones, para que se pudieran utilizar por los afiliados. Pero ocurre que las AFP no tienen nuestro dinero guardado en efectivo en sus cajas de seguridad. No, nuestros recursos se encuentran invertidos en diversos instrumentos, incluso un 40% está fuera del país. Un 20% en títulos estatales, especialmente de Tesorería, ya que se siguen usando para tapar el déficit brutal que nos generó el robo de los dueños de los Bancos en la crisis de los ochenta y que la dictadura encubrió con la denominación de deuda subordinada,10 mil millones de dólares en la estimación en su valor al año 1990 y, adicionalmente, en cubrir el mayor gasto fiscal de los Bonos de Reconocimiento y otros beneficios para el sistema de AFP.
De este modo, en el proceso de liquidación de las inversiones para cumplir con esa idea, se necesitaría tiempo y genera pérdidas para los Fondos, lo que se evitaría si los usamos de la forma que sugiero. Además, los promedios en las cuentas son bajos para la gran mayoría y representaría recibir migajas ahora y pensiones más indignas en el futuro. El camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones.
Los trabajadores independientes necesitan créditos solidarios
En los años setenta, hice un estudio para la Fiscalía del Banco del Estado, dónde trabajaba entonces, que demostraba que los más pobres eran los mejores pagadores en los denominados créditos controlados, hoy desaparecidos. Para un terremoto del año 1985, creo, en Melipilla, el Banco del Desarrollo, en ese tiempo de propiedad de la Iglesia Católica, y dónde el autor era el presidente del Sindicato, prestó dinero, garantizado bajo palabra de honor, a los afectados. La recuperación fue muy alta.
En los noventa, cuando era Senador por la Cuarta Región, promovimos un acuerdo con los pescadores y el Banco del Estado para que se otorgara un crédito para que se respetara la veda del loco. Con avales cruzados, los pescadores de la zona dieron un ejemplo de responsabilidad pagando más del 90% de los créditos. Un gran amigo de la cooperativa de pescadores de Los Vilos me confirma hoy que sigue vigente una estrecha colaboración con el Banco del Estado.
Financiamiento con bonos estatales
Dado los riesgos existentes, sedebería, también, crear una protección completa desalud para premiar a todos los trabajadores públicos o privados, que deban cumplir con actividades indispensables para el país y por ello se contagien.
Adicionalmente, se puede iniciar la repatriacióngradual de cerca de 80 mil millones de dólares, un presupuesto nacional entero, un 40% del total de nuestros Fondos, que se encuentran hoy en el exterior, para que sea usado como estímulo a la inversión y al empleo.
La pandemia nos obliga a ser solidarios y responsables. Me atrevo a realizar esta propuesta sin pretensiones. Se trata de experiencias vividas y conocimientos adquiridos en la teoría y la práctica.
Por supuesto, con argumentos sólidos en contrario, estoy disponible para cambiar de opinión.