Acusa que la forma en que lo sacaron de la FTC no fue correcta y pide respeto por su trayectoria como líder del mayor sindicato minero del país, que reúne a 17 mil trabajadores de Codelco. -Dice que pese al respaldo de dirigentes en el congreso de la semana pasada en La Serena, no se repostulará a la presidencia del gremio. Seguirá como consejero
Ex presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre, Raimundo Espinoza: “A mí, con los 25 años, nadie me saca por la puerta chica”
Respeto pide Raimundo Espinoza, el exlíder del mayor movimiento sindical del país, que agrupa a los más de 17 mil trabajadores de Codelco y que fue sacado a la fuerza de su cargo a fines de marzo, después de 25 años como presidente de la Federación de Trabajadores del Cobre (FTC).
En su primera entrevista, en Pulso, luego de que Héctor Rocco y Cecilia González, dos de sus colaboradores, convocaran a una asamblea para cambiar la dirigencia sindical y tras participar de un nuevo congreso de la FTC, la semana pasada en La Serena, Espinoza, también director de Codelco, dice que sus 25 años como dirigente pesan y que nadie lo sacará por la puerta chica. “Me merezco salir por la puerta grande, porque me he sacado la cresta en estos 25 años”, asevera.
Asegura que no le sorprendió el respaldo que recibió en la asamblea anual del gremio, donde se le pidió la censura a la actual mesa y se les solicitó que dieran un paso al costado. Cree que el espaldarazo fue más bien por el respeto a la institución más que al personaje.
Desde la IV Región, Espinoza reconoce que sabía la molestia de los dirigentes del norte y reconoce que existen visiones distintas respecto de la forma en que se deben abordar los nuevos desafíos entre Codelco y los trabajadores. Por eso, y pese a contar con los votos, adelanta que no se postulará como presidente de la FTC, decisión que se tomará a mediados de esta semana en Santiago, pero sí quiere ser parte del consejo -donde ya fue elegido- para guiar el camino de las nuevas generaciones.
¿Cómo vivió la arremetida de fines de marzo de Héctor Rocco y Cecilia González cuando lo sacaron de la presidencia de la FTC?
– Creo que no fue la forma, porque nuestros estatutos son bien claros y el único que puede llamar a reformular la mesa y convocar a una reunión extraordinaria es el presidente de la federación. Pero el tema legal ya no tiene mucha importancia, aunque es bueno aclarar el punto.
¿Lo considera una traición, ya que ellos eran parte de su equipo en la FTC?
– Héctor Rocco y Cecilia González han sido parte de mi equipo durante 15 años, pero no voy a catalogar el tema como traición. Ellos pensaron que iban a hacer un cambio respecto de la condición que tienen hoy la federación y el movimiento sindical y, lamentablemente, sus acciones provocaron un problema interno mayor en nuestra organización. Sin embargo, creo que hemos tenido la capacidad de superarlo. Superarlo en el sentido de poder mirar para adelante.
¿Los argumentos en su contra sobre el desgaste del movimiento son reales?
– Yo llevó 25 años en la federación y claro que también hay un desgaste y entiendo que ahora puede haber liderazgos distintos. Pero las cosas hay que hacerlas bien y acá lo que veo es que se hicieron mal y generó un problema mayor.
¿Cuándo comenzó el quiebre interno?
– Lo que está pasando en la federación no escapa a la realidad que está viviendo el movimiento sindical en Chile, como también ocurrió hace poco en la CUT. Nosotros no estamos ajenos a esto, y claro que habíamos visualizado que podría producirse un tema de este tipo, pero yo pensé que este problema podría conversarse en el Congreso (de la FTC). Lo mejor hubiese sido haberlo discutido acá. Esa era mi visión.
¿Por qué no se actuó antes si ya existía un malestar en los dirigentes?
– Nosotros discutimos el tema en distintas reuniones de nuestro consejo. El problema central es cómo enfrentamos los vacíos que tenemos y cómo enfrentamos la situación con Codelco en relación a las negociaciones colectivas y lo que está ocurriendo en las distintas divisiones con los trabajadores. Acá hay un problema y a lo mejor los dirigentes tenemos visiones distintas para poder enfrentar esos problemas.
¿Ha habido falta de conducción como acusaron sus adversarios?
– Yo soy una persona que siempre va a privilegiar la conversación. Y si la conversación no resulta, tendré que usar todos los mecanismos como dirigente sindical para poder hacer entender a la contraparte y tenemos que sentarnos a buscar una solución al problema. A lo mejor para algunos esa no es la forma, entonces claro, ahí tenemos un problema que no podemos desconocer.
Entonces, ¿el reproche principal que hace Héctor Rocco es real?
– Discrepo en eso. Eso no es así. Tenemos una visión distinta. Yo no tengo mala relación con nadie, ni con el gobierno ni con la empresa ni con los partidos políticos. Pero tengo mi posición, y esa posición es que el movimiento sindical tiene que ser capaz de entender lo que está ocurriendo en nuestro sector, si eso no ocurre, nos van a pasar por arriba. Eso no significa que por pensar así sea más blando. Aquí tenemos que tener una visión común. ¿Qué es lo que está pasando en nuestro sector, es decir, en la empresa más importante de este país que es Codelco? Se están produciendo grandes transformaciones y no las podemos evitar. El ideal es que en esas transformaciones, el mundo del trabajo y particularmente los trabajadores, sufran el menor impacto posible.
¿Esa visión no existe en la FTC?
– El movimiento sindical no puede quedarse en un discurso del pasado. Podemos ser confrontacionales y podemos tener mucha capacidad de movilización, pero eso tiene un desgaste. Yo no soy el que dice “aquí tenemos que morir con las botas puestas”. Yo veo que cuando un dirigente sindical tiene responsabilidad, no solamente es por el cargo, es porque, además, detrás de los trabajadores hay familias y eso uno tiene que entenderlo. A lo mejor yo tengo una visión distinta. Y entiendo que llevo mucho tiempo en el movimiento sindical y por eso dije que daría un paso al costado, pero no de la forma que se hizo. A mí también tienen que respetarme, porque yo me he sacado la mugre. Hemos luchado por mantener esta empresa en manos del Estado con todos los sectores y hemos logrado mantenerla así. Muchos podrán decir “no, eso no es efectivo”. Yo creo que sí. ¿Cómo enfrentamos el tema de la mujer? Antes no nos preocupábamos de que existieran baños para las mujeres en el área de trabajo. No teníamos una mujer en la mina, porque la mentalidad del minero era que si entraba una mujer a la mina se iban a producir accidentes. Hoy día la cosa es distinta. Todo eso cuesta, y nuestro movimiento sindical del cobre ha sido capaz de colocar estos temas y poderse sentar y buscar las alternativas necesarias para su solución.
Si tiene otra visión y decide después de 25 años dar un paso al costado, luego del quiebre que se vivió en la FTC, ¿no considera que primó más la soberbia de su parte al no querer escuchar al resto?
– Yo no comparto eso. Yo vengo de Salvador y puede ser que producto de venir de una división tan pequeña, donde tenemos que cuidar cada peso de la mina para poder sobrevivir, a lo mejor tengo una visión distinta y puede tomarse como que soy una persona arrogante. A lo mejor yo tengo una visión distinta, pero no estoy para darle el gusto a un grupo de dirigentes.
¿Qué hará ahora, se repostulará?
– Lo dije en el plenario del Congreso. Voy a dar un paso al lado. Pero también esperaba generosidad de otros. No daré nombres, pero acá hay varios que llevan muchos años de dirigente sindical y no quieren hacer el gesto.
¿Y eso qué implica? Considerando que no es primera vez que dice que dará un paso al costado y al final no ha sucedido…
– Esta es la primera vez que lo digo públicamente, y lo haré porque considero que hay gente que puede enfrentar de mejor forma los vacíos que hoy día tenemos, a lo mejor tengo un desgaste natural, pero ¿por qué di la pelea?, porque tampoco fue la mejor forma (para sacarme), porque también hay que tener respeto por los viejos. Si yo no soy un dirigente que llegó ayer, soy un dirigente que las 24 horas del día paso metido buscando alternativas y pensando cómo podemos enfrentar estos desafíos. Yo vivo en Salvador y tengo que estar en Santiago, pero es lo que elegí y ahora no me puedo quejar.
Entonces, ¿se va a retirar?
– Yo ahora soy dirigente sindical y no voy a postular a la presidencia, aunque tengo los votos para ser presidente, pero no lo voy a hacer. Sí hubo una señal que fue desagradable, que no correspondía, y pese a eso, yo recibí el apoyo de distintas áreas de nuestra organización, particularmente del sindicato de El Teniente. Pero este no fue un apoyo hacia Raimundo Espinoza, sino que fue un apoyo en el sentido del respeto que debe tenerse hacia la institución.
¿Qué función cumplirá ahora?
– Yo no quiero ser la sombra del que esté en la presidencia. Pero sí quiero entregarle la experiencia que tengo, y así lo puedo ayudar a enfrentar los nuevos desafíos. Pero el que conduce es el presidente y yo me meteré a la cola. Ahora, cuando tenga que irme de mi sindicato base, decisión que ya tomé y se materializará en septiembre próximo, también me salgo del cargo de consejero nacional.
¿Se generó un cambió en la asamblea de La Serena?
– Tenía que darse una señal clara y creo que en este congreso se dio esa señal. Acá nadie dice que los dirigentes no se junten y que pueden cambiar al presidente o que no se puede cambiar la directiva. Eso está dentro de las reglas del juego del movimiento sindical. Pero ¿por qué estuve 25 años? Porque siempre me dieron el respaldo. Entonces eso demuestra que alguna capacidad tengo. Por eso, no me vengan a decir después de 25 años que no tengo capacidad de conducción.
¿Le sorprendió el respaldo que le dio la gente en la asamblea?
– Yo tengo buena relación con todos los dirigentes sindicales, incluso hasta con los que no comparten mis visiones. Por eso no me sorprende para nada el respaldo. Somos una organización que no podemos perder el norte y estoy seguro de que esto, en vez de debilitar a la organización, la fortaleció para poder avanzar con mayor firmeza hacia adelante. Y en ese sentido, hago un llamado de unidad, porque tenemos grandes desafíos hacia adelante. Por eso espero que tengamos ese gesto de grandeza. Yo estaba dispuesto a no ir a la presidencia, pero a mí con mis 25 años, nadie me saca por la puerta chica, porque me merezco salir por la puerta grande, porque me he sacado la cresta durante los 25 años en esta organización. Yo tengo clarito que los viejos me eligen para defender sus intereses y, desde mi punto de vista, yo creo que los he defendido.
Pacto Landerretche-Pizarro: “En mi tiempo libre puedo conversar con quien estime conveniente”
Existe un pacto entre usted, el presidente ejecutivo de Codelco, Nelson Pizarro, y el presidente de la empresa, Óscar Landerretche?
-Eso no es así. Aquí hay un tema de respeto. Ellos me respetan a mí y yo los respeto a ellos. Ellos saben la forma en que actúo. A Óscar Landerretche lo conocí cuando llegó al directorio de Codelco y no había tenido ningún acercamiento anteriormente. Y a Nelson Pizarro lo conozco de cuando estaba en Andina. Tampoco soy enemigo de ellos. Yo creo que el presidente de la federación tiene que tener esas capacidades de conversación, independiente de quién esté en la empresa o en el gobierno. Podemos tener diferencias, pero yo no me voy a aislar.
Pero ¿hay o no un pacto, una alianza con ellos como acusan sus adversarios?
-No. Con Pizarro y Landerretche se generan ciertas discusiones, pero también ciertas confianzas. Pero que hay un triángulo siniestro como se ha dicho (…), yo creo que es un poquito exagerado.
¿Las conversaciones con ellos han sido dentro o fuera de Codelco?
-Si yo tengo que juntarme con Nelson Pizarro o con Landerretche fuera o ir a comer, no me va a dar urticaria. Además, en mi tiempo libre puedo conversar con quien estime conveniente. Lo que quiero dejar muy en claro es que yo nunca me voy a sentir par de ellos, eso nunca, porque mis pares están en otro lado. Desde mi punto de vista, cuando los empiezas a ver como pares, comienzan a generarse las dificultades.
¿Antes había tenido una relación cercana con otros ejecutivos o presidentes de Codelco?
-Con Máximo Pacheco (cuando era vicepresidente de Operaciones en el gobierno de Patricio Aylwin) yo iba a tomar desayuno con él cuando iba a Salvador. Mi auto estaba afuera y los viejos pasaban y veían que yo estaba tomando desayuno con Pacheco a las seis o siete de la mañana. Esa es mi labor, pero entiendo que hay otras personas que no piensan así, pero es un problema de ellos. Eso no significa que me esté vendiendo a la empresa.
¿Comparte los argumentos de Héctor Rocco al señalar lo difícil que es la vida de dirigente y así justificar los bonos adicionales que recibe en Chuquicamata?
– Para algunos puede ser algo normal (recibir esos bonos) y para otros no. Pero lo que hay que considerar es que este país hoy tiene reglas distintas a las que teníamos antes. Hoy día todos estamos siendo auditados. A mí me han revisado entero. Y está bien, porque la sociedad está pidiendo mayor transparencia. Pero si hay un tema que está dentro del contrato colectivo, tendrá que respetarse. Ahora, y quiero ser muy claro en esto, yo desconozco el detalle de los contratos colectivos de las divisiones, pero puedo hablar por mí. Yo no tengo ninguna situación especial en mi división, ninguna.