Oh I'm just counting

La subordinación ante el poder del dinero: ¡Cuidado Comendador! Por Luciano Valle, analista político

Es adecuado observar comparativamente al neoliberalismo en momentos de relativa tranquilidad con su realidad en la crisis sanitaria y sus secuelas socioeconómicas, institucionales y familiares.
 
Allí aparece, por una parte, mostrando con crudeza los intereses económicos que representa, pone en evidencia la labor de sus guardianes, cuya primera línea es el gobierno actual, la de sus “intelectuales orgánicos y de la prensa monopolizada, mientras, por otro lado, denota insensibilidad e incomprensión ante el drama de las mayorías.
Las medidas económicas han ido surgiendo reactivamente, con montos definitivamente insuficientes y con restringidos alcances en materia de cobertura. Se ha comentado y descrito profusamente sobre esta situación, tanto por parte de la oposición política, y sectores del propio oficialismo como por las dirigencias de organizaciones de trabajadores y de asociaciones y agrupaciones de las Pymes.
 
En las medidas de apoyo a estas últimas se ha planteado un rango que va desde las 25 mil UF hasta el millón de UF. Como han señalado representantes del sector, no existe una focalización seria y con sentido de realidad, dado que las diferencias de ingresos son francamente altísimas. Es obvio que las de mayor rango cubrirán rápidamente la obtención de créditos y que los bancos aprovecharan de “poner al día” a sus clientes y asegurar con ello sus propias carteras. Hay cientos de miles de pequeñas empresas, del tramo de aquellas que cubren el 60% de la fuerza de trabajo, que sencillamente no califican ante una banca a la que no se le impone condición alguna pero si se le otorga las garantías del Estado de todos nosotros.
 
Tal cual señalara Roberto Fantuzzi, líder empresarial del sector, concretamente, “…se está ayudando a la banca”. Y si ningún tipo de amarre de carácter social respecto del trato a las Pymes con problemas, que los tienen, las más de las veces, porque los grandes no les pagan ni en tiempo ni en precios razonables. Y porque además son víctimas de la concentración y colusiones empresariales, como en el caso del papel higiénico en que dos empresas controlan el 90 del mercado.
 
En otro ámbito como el de los Bonos Covid está claro lo exiguo de los montos contemplados, así como la estrecha cobertura que alcanza. De igual modo en la paradojal Ley de Protección del Empleo simplemente se recurre a los fondos de los propios trabajadores y no el fondo conformado por el aporte solidario, habiéndose propuesto formulas responsables para el financiamiento de ello, así como para una remuneración universal por cuatro meses a quienes no son cubiertos por la medidas definidas.
 
Sin embargo se impone el camino de las estrictas reglas monetaristas que sirven de soporte y fundamento a los valores del lucro, para la mantención de mercados cautivos y concentrados, de las condiciones de férreo control monopólico y oligárquico que han provocado las desigualdades, las injusticias y los abusos en nuestro país.
No ha habido palabras para ver que se hará con las abusivas exenciones de impuestos y los impuestos a las utilidades y ganancias de personas y empresas. Tampoco hay claridades, como corresponde, respecto de las reasignaciones presupuestarias. Prima la preocupación por los equilibrios monetarios, aún por sobre la salud y la vida de las personas, como lo han manifestado dirigentes de la Cámara de Comercio y consultores que han llegado a justificar las pérdidas humanas como inevitables a objeto de resguardar la marcha de la economía del país.
 
En tal línea de priorizaciones un editorialista de El Mercurio, manifestaba el domingo pasado, en relación con la recuperación económica para el 2021, que “Para ello no es solo necesario un descanso epidemiológico, sino también que la barrera entre la actividad económica y la salud de las instituciones financieras se mantenga infranqueable”.
A las expresiones de puro y vulgar darwinismo social se agrega la carencia de actitud y aptitud republicana que se exhibe cuando el Presidente de Chile, en una suerte de rol de lobista, declara que le fue difícil, convencer a los bancos sobre la necesidad de regular las tasas de interés y por otro lado anuncia que logró que las ISAPRES pospusieran la implementación de las alzas de planes. Para no dejar dudas, el gobierno, interpuso veto de inconstitucionalidad a la iniciativa parlamentaria de congelar tarifas e interés en relación a los servicios básicos, defendiendo como bien jurídico superior el derecho de propiedad.
 
¿Acaso hay que pedirles permiso a los dueños del capital para impulsar medidas de efectiva protección de la población? ¿Y qué papel juegan los órganos elegidos por el pueblo, como el gobierno y el Congreso, para aprobar medidas necesarias para periodos de emergencia como los que vivimos? ¿Se ha pensado en sostener reuniones con los representantes de los trabajadores y trabajadoras del país, atendiendo a su irreemplazable labor y aportes y a quienes se intenta privarles de sus esenciales instrumentos de defensa?
 
Esto último no forma parte de la agenda gubernamental, simplemente porque hay subordinación ante el poder del dinero, con el cual además se confunde el propio Piñera. Es la innegable impronta y sello clasista descarado y torpe de un gobierno al servicio de unos intereses minoritarios y no del conjunto de la sociedad.
No es aceptable que se pretenda imponer en el contexto de la crisis la dogmática neoliberal y por eso mismo tampoco se puede ser observador imparcial de atropellos y falta de respeto para con las las incertidumbres y angustias que afligen a las familias chilenas.
 
Octubre pasado demostró lo nocivo que es extremar las condiciones de desbalance social. Los eventos ocurridos durante ese mes enseñan, como se ha dicho, que los pueblos son como los volcanes, que suelen permanecer quietos y apagados, a veces por largo tiempo, pero que, un día, sencillamente estallan.
 
Se debiese haber comprendido que la economía no es un fin en sí mismo y que hoy enfrenta desafíos éticos y morales, antes que equilibrios monetarios y resguardo de las riquezas de una minoría. . La pandemia debería reforzar la convicción de que no solo existe el valor de cambio. Hay valores, humanidad, solidaridad y vida en común.
Dada la débil conciencia y fugaz memoria de algunos, resulta pertinente el recuerdo del poeta López de Vega con su “Canción de Frondoso”, extensamente conocida como “¡Cuidado Comendador!”.