Oh I'm just counting

Medicamentos fuera de las farmacias. Por Hernán Vergara M. Químico Farmacéutico Ex Profesor U. de Chile

Es evidente el afán del Gobierno por habilitar la venta de ciertos medicamentos fuera de las farmacias, en este caso de los llamados “sintomáticos”, es decir, que no requieren prescripción médica para su dispensación. Los sitios favorecidos serían supermercados, almacenes de barrio, gasolineras y otros.
 
Ha destacado en estos intentos el actual Ministro de Salud, el médico Emilio Santelices, que en respuesta a una interpelación que le formulé poco antes que asumiera, afirmó que esta iniciativa no estaba en el programa de Gobierno de Piñera ni sería propuesta. Tengo documentación que acredita el intercambio de notas que hubo en esa época.
 
 Se argumenta que esta medida estimularía una mayor competencia comercial y que ello produciría una baja de precios y mejoraría el acceso de la población a los medicamentos.
 
Hay evidencias de que prácticas similares no han producido el efecto prometido. El ejemplo más cercano ocurrió en Argentina, donde se aplicó este sistema durante diez años. Al cabo de ellos, el Parlamento de ese país lo derogó por unanimidad. Se comprobó que los medicamentos habían sufrido importantes alzas de precios, además de detectarse daños severos de carácter iatrogénico en la salud de la población.

Esta última componente no ha sido considerada en la iniciativa del Gobierno de Piñera, no obstante la importancia social y sanitaria que tiene. El medicamento no es un producto de consumo. Es un bien social que exige control y vigilancia profesional en cuanto a su calidad, eficacia y seguridad y en especial respeto.

En Estados Unidos considerado un paradigma en esta materia, gastan cada año billones de dólares para remediar problemas de salud ocasionados por los medicamentos O.T.C. (nomenclatura propia de ese país y en su órbita más cercana) a los cuales los norteamericanos acceden muy libremente.
 
No se puede ignorar que los medicamentos no son inocuos y que así como remedian muchos disturbios y/o evitan otros, pueden causar males mayores, sea por dosificación incorrecta, efectos adversos (RAM) o interacciones de fármacos desconocidas. Todo ello puede ocurrir si se prescinde del profesional competente.
 
La aparición de medicamentos “duros”  en los nuevos sitios habilitados sería rápidamente muy posible al ámparo de una vigilancia sanitaria laxa y poco frecuente. Es decir, hay fundados temores que los problemas se extiendan a todos los medicamentos.
 
Por último, en cuanto a la baja de precios puedo asegurar que, por el contrario, éstos subirían.
El argumento es simple. El mercado farmacéutico tradicional alzaría sus precios para defenderse de las posibles mermas que sufriría  su volumen de ventas y, al mismo tiempo, los que tendrían las mayores alzas serían los medicamentos de prescripción médica que son los más requeridos por los pacientes de mayor gravedad y cuyos costos son altísimos.