Por Alfredo Peña R.
Esta podría ser una columna editorial, pero preferimos dar los datos.
Todos sabemos, que los cinco mineros que estuvieron desaparecidos y que fueron encontrados en la zona Andesita del mineral El Teniente, murieron aplastados por toneladas de rocas y otros materiales. Todos nos imaginamos que esas toneladas cayeron inmisericordemente sobre sus cuerpos. Obviamos al sexto minero, Pablo Marín, que fue rescatado el mismo momento del derrumbe en otra zona de la mina y que ya fue sepultado en Illapel.
Los otros cinco fallecieron instántaneamente. Por "fortuna" para ellos no se dieron cuenta de las miles de toneladas de granito y otras rocas que caían sobre sus cuerpos. Es más el ingeniero clave en el rescate de los 33 mineros el 2010, Andrés Sougarret fue tajante: “En el caso de El Teniente, el estallido de rocas fue justamente en el lugar donde estaban los trabajadores, y no tuvieron ninguna posibilidad de poder guarecerse”, aseguró.
Fue cosa de segundos. No tuvieron opción los cinco trabajadores que fueron encontrados aplastados cerca uno de otro.
El rescate fue penosisímo para los rescatistas. Los mineros estaban irreconocibles por el aplastamiento de las rocas.
Pero otro tema es el tino y la inteligencia para "contar las cosas" cuendo eres autoridad.
En las últimas horas de ayer domingo y las primeras horas de este lunes, el ministro de Justicia Jaime Gajardo, estuvo trending topic o tendencia nacional e internacional en redes sociales por sus desatinadas y desubicadas declaraciones a CNN Chile.
Textual: “Se ha logrado identificar a la mayoría de los cuerpos encontrados”, aunque agregó “demorar más debido a la necesidad de análisis genéticos”... Hasta ahí todo bien.
Pero le faltaba colocar morbosidad o pena para los familiares de los mineros muertos y para los que no somos familiares y sentimos ese dolor como propio: “Se tienen que identificar todos los fragmentos de los cuerpos que se han encontrado también para poder entregarle los cuerpos completos a las familias y en los fragmentos hay que realizar esa identificación a través del ADN”. Nos imaginamos la madre, los hijos de Gonzalo Núñez, Alex Araya, Carlos Arancibia, Jean Miranda y Moisés Pávez, cuando una autoridad de esa envergadura de Gajardo habla de "fragmentos de los cuerpos" publicamente.
La directora del Servicio Médico Legal, Marisol Prado fue igual o parecida al ministro Gajardo: “Los cuerpos, por la situación en que fueron encontrados y la complejidad del proceso pericial forense, tendremos que hacer una identificación por ADN, lo que va a demorar la entrega". Y cerró señalando que los cuerpos podrían ser entregados hasta "el viernes en la tarde".
Nuestro reclamo es que tanto Jaime Gajardo y Marisol Prado son altisímas autoridades públicas. Ellos tienen un deber: Respetar a los chilenos y en este caso el dolor que la que atraviesan estas seis familias.
Todos sabemos que en la universidades donde estudiaron estas autoridades no proponen el ramo de "inteligencia emocional". Pero en la vida, podrían entender lo que es el tino o la prudencia con quiénes están sufriendo.