Por Alfredo Peña R.
En las primeras horas de este sábado, pasadas las dos de la madrugada, se conoció una de esas noticias que no nos gusta dar. Falleció a los 88 años, el cura obrero Mariano Puga Concha.
El sacerdote se encontraba en un complejo estado de salud en su casa de la Villa Francia de Estación Central, al cuidado de sus hermanos pobladores en la denominada La Minga. Antes estuvo en la Clínica UC en Marcoleta.
El sacerdote padecía desde 2019 un cáncer linfático y estaba agonizando, desde la tarde de este miércoles, lo que causó que sus más cercanos incluso se despidieran en caso que empeorara su estado de saud, lo que se produjo este sábado de madrugada.
“Nuestro amigo está en agonía y agradece y abraza el amor amado que le han brindado, el mismo querer que pide comprender, que en oración y espíritu está y estará en comunión con ustedes”, indicó uno de los mensajes de la comunidad La Minga.
El ex párroco de La Legua nació el 25 de abril de 1931, hijo de un ilustre parlamentario, Mariano Puga Vega, y de Elena Concha, familiar directa de los dueños de la viña Concha y Toro.
Tras haber estudiado sus primeros años en Londres, Puga ingresó a la carrera de Arquitectura en la Pontificia Universidad Católica, la que abandonó para seguir su vocación religiosa.
El trabajo realizado en voluntariado en sectores de extrema pobreza fue el primer paso para ingresar al Seminario Diocesano, donde fue ordenado como sacerdote en 1959, para posteriormente seguir con sus estudios en Francia, Italia y Bélgica.
Mariano Puga es reconocido por ser uno de los religiosos que enfrentó directa y activamente la dictadura militar durante el régimen de Augusto Pinochet, por lo que fue torturado en Villa Grimaldi y Tres Álamos.
Su vocación por los más pobres
La vocación de Mariano Puga afloró mientras estudiaba Arquitectura, cuando un trabajo relacionado con vivienda social lo condujo a él y algunos compañeros al humilde campamento de San Manuel (comuna de San Joaquín), en la ribera del Zanjón de la Aguada, donde entró en contacto con la extrema pobreza.
Tras un voluntariado permanente ayudando a indigentes, finalmente optó por abandonar sus estudios universitarios para ingresar al Seminario Diocesano, donde fue ordenado sacerdote en 1959 y enviado a París ese mismo año, para estudiar liturgia.
Desde ahí continúa estudios en Italia y Bélgica, obteniendo el grado de Doctor en Teología Moral, lo que le permitiría impartir cátedra teológica en la Universidad Católica de Chile.
A fines de 1972 abandona el Seminario para trasladarse a Chuquicamata, donde trabaja como cura obrero en empresas subcontratistas, siendo testigo en carne propia de la explotación laboral.
Por esa época su fidelidad extrema a la doctrina del Evangelio y adhesión al movimiento Cristianos por el Socialismo generó controversia y determinó su salida de la Parroquia y del Seminario.
En 1973 acudió a prestar asistencia espiritual para detenidos en el Estadio Nacional, pero fue rechazado por soldados de guardia en el recinto.
Posteriormente llega como nuevo sacerdote a la Villa Francia —comuna de Estación Central en Santiago— en calidad de pioneta de la fábrica de casas Corvi, empresa que sería clausurada tras el Golpe Militar. La cesantía lo llevó a ofrecer servicios como pintor de obra gruesa para capillas, colegios y ferreterías de la capital.
En junio de 1974 fue capturado mientras trabajaba y conducido a Villa Grimaldi y a Tres Álamos, episodio que recordaría como la peor de las siete detenciones a que fue sometido en dictadura.
A mediados de los 80 tuvo audiencia con el general Augusto Pinochet, entonces líder de la dictadura militar, a quien enrostró la situación de Derechos Humanos que afectaba a opositores políticos.
Luego de un breve exilio a Perú,13 retornó a Chile para integrarse a la Bolsa de Cesantes con que la Vicaría de la Solidaridad buscó aliviar la crisis laboral y económica de los 80.
En 1987 participó en la visita a Chile del Papa Juan Pablo II, donde intentó contener los disturbios ocurridos durante la misa que el Sumo Pontífice ofició en el Parque O'Higgins.
Por espacio de 12 años (1980-1992) trabajó en Pudahuel para posteriormente migrar a la población La Legua, donde permaneció y ejerció activamente la organización social hasta 2002.
Tras el regreso a la democracia Puga se hizo misionero en la Región de Los Lagos, específicamente en la localidad de Colo (isla de Chiloé), donde continuó su labor pastoral. Posteriormente vuelve a establecerse en Villa Francia.
En 2009 es condecorado con el premio "Héroe de la Paz", que anualmente otorga la Universidad Alberto Hurtado. La ceremonia, efectuada en dependencias del Congreso Nacional, fue encabezada por la entonces presidenta de Chile, Michelle Bachelet, como se ve en la foto de abajo.
En 2016 asistió a la misa donde 10 prisioneros de la cárcel de Punta Peuco pidieron simbólicamente perdón por crímenes cometidos durante la dictadura. A pesar de recibir fuertes críticas por tomar parte en esta actividad, Puga afirmó: «no puede haber perdón si no hay reparación, aporte a la justicia y aporte de la información que ellos manejan y no han planteado a los Tribunales».
En 2018 se unió a manifestantes que protestaban contra el Obispo de Osorno, Juan Barros (acusado de encubrir abusos sexuales del ex párroco Fernando Karadima Fariña), durante la visita del Papa Francisco a Chile. Además, a fines de este mismo año fue objeto de una investigación en su contra a cargo de la Delegación por la Verdad y la Paz (entidad subordinada al Arzobispado de Santiago), tras denuncias por eventual abuso de poder y conciencia.
Aunque tales acusaciones fueron retiradas durante el proceso, finalmente la Iglesia determinó sancionar al presbítero por “uso arbitrario de la liturgia”, lo que dio lugar a diversas muestras de apoyo a su persona, en redes sociales.
En 2019 abandona Villa Francia y viaja al Encuentro Mundial por la Fraternidad, celebrado en Filipinas. De regreso en Chile, comienza en abril del mismo año el tratamiento contra el cáncer linfático que lo aqueja.
Tras el estallido social de octubre, Puga apoyó la manifestación popular mediante una carta titulada "¡El despertar no tiene que morir nunca más!", publicada en la página web del Comité de defensa y promoción de Derechos Humanos de La Legua.
En 2020 y a pesar de su enfermedad, visitó la comunidad de Colo, Comuna de Quemchi, donde se reunió con gran cantidad de fieles con quienes trabajó por años, entregando formación y motivando esta área pastoral.
Hace 20 días tuvo su última actividad pública. El 25 de febrero de 2020 encabezó una misa en el frontis del Centro de Justicia de Santiago, para exigir la libertad de los detenidos tras el estallido social. Todos cumplen prisión preventiva tanto en recintos penitenciarios como en centros del Servicio Nacional de Menores (Sename). La actividad fue convocada por la Coordinadora 18 de Octubre y la Agrupación de Familiares de Santiago 1.
El 3 de Marzo, a sus 88 años, el cura Mariano Puga redactó una carta donde interpela a clérigos católicos chilenos. Desde el Hospital Clínico de la Universidad Católica, donde se encontraba internado, el sacerdote reafirmó su compromiso con los Derechos Humanos y con familiares de “asesinados, presos políticos, enceguecidos, callados y encarcelados producto de la protesta social desde el 18 de octubre hasta ahora”.
Y este sábado cerca de las 2 de la madrugada, Mariano Puga, "ha ido al reencuentro con Jesús" como le gustaba decir...