La exsenadora, Isabel Allende, se encontraría evaluando seriamente su continuidad en el Partido Socialista (PS), en medio de una profunda crisis interna que ha remecido al conglomerado.

La hija menor del Presidente Allende quien ocupó un escaño en el Senado durante tres décadas, atraviesa uno de los momentos más tensos de su carrera política tras ser destituida por el Tribunal Constitucional (TC) debido a irregularidades en la venta de la casa de su padre, el expresidente Salvador Allende.

Pero el golpe más duro vendría desde su propia colectividad, luego de que se diera a conocer que la dirección del PS decidió retirar el oficio que proponía al diputado Tomás de Rementería como su reemplazante en el Senado, decisión que Allende no solo consideraba acordada, sino también una forma de cerrar con dignidad su trayectoria.

En un comunicado emitido esta semana, la exparlamentaria no escondió su decepción: “He tomado conocimiento de la decisión del PS de contravenir el acuerdo alcanzado con su presidenta, la senadora Paulina Vodanovic, y la mesa directiva saliente, respecto al reemplazo de la senaduría por Tomás de Rementería. Me parece un asunto grave. Espero que la Comisión Política respete el acuerdo”.

Las tensiones aumentaron tras conocerse que De Rementería —quien había sido designado por la propia Allende— optó por bajar su candidatura, citando presiones y “decisiones centralistas” del partido que, según él, ignoran la voluntad de las bases en la Región de Valparaíso.

La renuncia del parlamentario dejó en suspenso el deseo de Allende y desató un nuevo foco de conflicto.

Desde el entorno de la exsenadora afirman que esta se siente “revictimizada” por la colectividad, y que la opción de renunciar a la militancia —a la que ha pertenecido toda su vida— es cada vez más concreta.

La molestia de Allende también se extiende a su facción dentro del PS, conocida como “Grandes Alamedas”, donde algunos miembros han sido acusados de bloquear el nombramiento de De Rementería.