El plebiscito del 25 de octubre sobre si se aprueba o rechaza la posibilidad de redactar una nueva Constitución mediante un mecanismo amplio y participativo marcará el nuevo escenario político institucional del futuro.
Hoy en esta etapa existe un ánimo social positivo, hay confianza en su realización -a pesar de los riesgos de la pandemia-, con altas expectativas de una masiva participación ciudadana, se percibe como una salida política ante la crisis que se viene arrastrando desde octubre 2019 y que se ha agudizado con la crisis social que trajo aparejado el covid19.
En la ciudadanía subsiste la preocupación que se produzca un rebrote de los contagios de covid-19 y que esa emergencia sanitaria impacte en la participación plebiscitaria; por ello, se mira con preocupación la evolución de la positividad en diversas regiones como como Arica, Atacama, Maule, Bío Bío, Araucanía y Punta Arenas que muestran porcentajes superiores a la Región Metropolitana y que los casos diarios activos estén alrededor de 2.000 casos.
Pero las señales más preocupantes vienen del mundo de la política. Ante la posibilidad cierta de un sólido triunfo del Apruebo han reaparecido las malas señales de división, fragmentación y perfilamiento sectorial en los sectores ligados al Frente Amplio que descartaron la posibilidad de primarias y acuerdos unitarios para las elecciones de abril 2021 a nivel municipal, regional y convencionales.
Esta división opositora a pesar de los llamados unitarios de la DC, del PS, PPD, PR y del PC es muy lamentable para una ciudadanía que anhela vivir en un país distinto a los que gobierna la derecha.
Es decepcionante que la política no responda a los anhelos de unidad en la diversidad producto que los nuevos actores políticos que priorizan su perfilamiento, reiterando el típico maximalismo –que ya se mostró en diciembre 2017- que le permite a la derecha gobernar con su tercio de adherentes.
Más lamentable es que el Frente Amplio deseche la opción de primarias abiertas para elegir candidato común a nivel municipal y regional y proponga pactos por omisión entre cuatro paredes; incluso algunos de sus dirigentes políticos hacen definiciones incomprensibles al señalar que “ir a primarias con la Ex-Nueva Mayoría desconoce nuestras profundas y legítimas diferencias con quienes siguen cerrando la puerta a la ciudadanía”, incluso la presidenta de Revolución Democrática señala “que no estamos dispuestos hacer campañas con candidatos vinculados a la corrupción” haciendo una grave acusación al voleo a los candidatos locales generando un complejo clima en el mundo opositor.
En síntesis, los partidos de la ex Nueva Mayoría proponen primarias en regiones y comunas para dirimir quién asume la representación de la centro-izquierda y se les acusa de “cerrar la puerta a la ciudadanía”.
Ese infantilismo político debe estar siendo aplaudida por la derecha quién irá unida a nivel local y como es un sistema electoral sin segunda vuelta podrá mantener su hegemonía a nivel local especialmente en las comunas de mayor población como Maipú, Puente Alto, Santiago, La Florida, Viña del Mar, Talca. Este sector opositor le hace fácil la tarea política a la derecha sólo les basta tener un solo candidato a nivel local.
La fragmentación de la centroizquierda se consolida, otra vez la mayoría se dividirá, existirán multiplicidad de candidaturas en las comunas y regiones, otras/os no irán a votar, reaparece el riesgo de la abstención electoral cuestiones que sólo favorecerán a la derecha.
Aquí pierden los actores políticos y se profundiza la distancia y desconfianza entre la ciudadanía y el mundo de la política. Los estudios de opinión pública revelan que sólo 21% de la ciudadanía se identifica con los actuales actores políticos de gobierno y oposición y la gran mayoría –más del 60%- se declara sin identificación en la geometría política de derecha, centro e izquierda y tiene alta desconfianza en la militancia y tiene altas expectativas en el mundo independiente como nuevo vector de representación social.
La responsabilidad política y social exige seguir creando seguridades y certezas para que la mayor cantidad de la ciudadanía participe en el plebiscito del 25 de octubre. Lo mejor para el Chile del futuro es que tengamos una nueva Constitución con amplia legitimidad social y participación ciudadana, eso elevará la calidad de nuestra democracia.