7,5 millones de chilenas/os participaron ayer del Plebiscito Constitucional marcando un hito en la historia electoral del país.
La ciudadanía decidió masivamente que quiere una nueva Constitución (78,2% por el Apruebo) y que sea escrita por una Convención Constitucional paritaria (79% apoyó esta modalidad).
Fue la ciudadanía no la élite ni los mismos de siempre los que decidieron apoyar estas 2 opciones, incluso derrotando los miedos a la pandemia, respetando las medidas de seguridad sanitaria y esperaron en largas filas su momento para votar revelando su vocación democrática y su opción por los métodos institucionales.
Aumentó la participación electoral en las comunas populares y de ingresos medios en relación a las presidenciales 2017 y las municipales 2016 mostrando la relevancia de que el nuevo orden constitucional sea una materia construida democráticamente y no vía los consensos de las élites.
Los 7,5 millones de chilenas/os piden ser escuchados, reclaman espacios de participación reales y la masiva participación de las mujeres y los jóvenes son un reclamo de renovación de los liderazgos políticos.
A partir de hoy se puede afirmar –sin dudas- que la sociedad chilena reclama cambios que permitan disminuir las desigualdades, terminar con los abusos, mayor transparencia y rendiciones de cuenta de las autoridades electas democráticamente, instituciones militares y policiales controladas políticamente.
Reformas que la derecha bloqueó la última década mediante el control hegemónico de los medios de comunicación –hoy en crisis de credibilidad por el avance de las redes sociales-, descalificando la administración reformista de Bachelet y eliminándolas vía Tribunal Constitucional; pero ayer casi el 80% de las chilenas y chilenos les dijo que querían reformas y cambios.
Esos cambios hacia ese Chile distinto requieren unidad política y social y es la hora de que esos actores estén a la altura de la lección que dio ayer la ciudadanía con su mayoritario respaldo al Apruebo y a la Convención Constitucional.
