Oh I'm just counting

Entendiendo el voto nulo... poco, pero decisivo

¿Por qué es posible que haya gente que vote nulo o blanco en una elección tan estrecha y competitiva como la que enfrenta a Sebastián Piñera con Alejandro Guillier este domingo 17 de diciembre?

Los motivos van desde aquella persona que es crítica de todo lo que huela a política hasta que el más informado y culto que tiene 45 razonas para estar en contra de uno y otro.

Entre medio hubo opiniones ingeniosas: "Cuando escucho a Piñera me dan ganas de votar por Guillier y cuando escucho a Guillier me dan ganas de votar por Piñera", ironizó el analista Cristóbal Bellolio". "Dios nos libre", publicó The Clinic en una foto que funde las caras de Piñera y Guillier. "No voy a votar por Piñera porque sé con quién y para va a gobernar, pero me resisto a votar por Guillier solo porque no sé con quién y para quién va a gobernar", fundamentó el escritor Rafael Gumucio.

Para la posteridad quedaron las posturas de algunos líderes del Frente Amplio y de los anónimos votantes de José Antonio Kast, quienes anularon las papeletas a pesar de todo.

Como sea, si se repite la tendencia en la primera vuelta, donde los nulos fueron 65.020 (0,97%) y los blancos 39.397 (0,59%), es posible que entre ambas opciones se llegue como mucho al 2,5 o 3%. Es poco, pero mucho a la vez si el ganador se define por nariz en los escrutinios de esta noche.

Una cosa es clara eso sí: el voto nulo no favorece a nadie en particular. De forma errónea, los partidarios de Guillier afirmaron durante la campaña que el voto indefinido ayuda a Piñera, cuando si se hiciera una encuesta para dirimir para donde irían los votos de uno y otro, las alternativas serían parejas entre Piñera o Gullier. No serían del mismo color. Es ilógico pensar así.

Pase lo que pase, existe un dato que no merece ninguna discusión: más de las mitad de los chilenos no estuvieron interesados en concurrir a las urnas. Por lo tanto, la terea de la clase política -si es que le interesa- es tratar de movivar y convocar a los indolentes.

Pero eso quedará para mañana. Ahora los nervios abundan y la calculadora... también.