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Fallo de la Suprema: Lo bueno, lo malo y lo feo del desafuero del senador Moreira

La sentencia de la Corte Suprema que desaforó al senador Iván Moreira (UDI), más allá del personaje, haber sido el único que confesó derechamente y su anecdótico “raspado de olla” que le terminó –por ahora- costando caro, deja instalados serias dudas, ya que lo que aquí se ha resuelto, debiera servir de base para todos los demás casos de financiamiento ilegal de la política.

Por Mario López M.

 

Lo “bueno”

El tribunal de alzada estableció que en el caso Moreira, “Queda de manifiesto” la existencia del delito y la participación de este en el mismo. Para la corte, se ratifica la "presencia de antecedentes serios y graves" que vinculan al senador UDI en los delitos tributarios por los cuales es investigado, ello en el marco del caso Penta.

Así, el fallo sostiene que “queda de manifiesto la presencia de antecedentes serios y graves que hacen plausible la configuración del delito que se atribuye y permiten presumir fundadamente la intervención del imputado en el mismo, comprensiva, a lo menos, del conocimiento del hecho típico y la voluntad de su realización (…) los hechos hasta ahora comprobados y/o aceptados por el indagado, llevan a descartar que la conducta que se le atribuye sea jurídicamente irrelevante bajo el prisma penal y ajena a la figura típica que sustentó la formalización y ha sido invocada en la solicitud de desafuero”.

Como se recordará, a Moreira se le imputa la emisión de nueve boletas ideológicamente falsas por personas ligadas a su campaña senatorial, por un monto de $38.888.890.  Sirvieron de antecedentes no solo las propias declaraciones (públicas y en Fiscalía) del propio parlamentario que reconoció su “error”, sino que además las declaraciones de funcionarios de Penta, entre ellos sus propios controladores, así como de quienes emitieron las boletas falsas a ruego del parlamentario.

Los correos lo condenan

Calificados de delirantes resultaron una serie de correos del senador Iván Moreira, entonces candidato, quien moría por un “raspado de olla” de parte de Penta. "Me tienes castigado, Hugo? Te estoy llamando hace 10 días. Trata devolverme llamada. Un abrazo”, le escribía a Hugo Bravo, entonces gerente de Penta. “Para los 1.000 metros finales, queda algún cupón de combustible? Avísame. Un abrazo y mi gratitud para toda mi vida”, remataba de manera casi “tierna” el correo que lo terminó comprometiendo. Antes de enviarlo debe haberlo leído y de seguro se sintió que con esos mensajes mataba y se le llenaban las cuentas de “donaciones”. ¿Serán todos en la UDI así de “amorosos”?

Con Roberto Angelini (Corpesca) fue más formal al tratarse la Ley de Pesca: "Estimado Roberto: sería bueno que alguno de tus asesores me preparen una minuta para intervenir en el debate de este acuerdo, independiente que se apruebe (…) y también algunas preguntas que se pudieran hacer al ejecutivo y a las organizaciones de la Pesca, que serán invitadas por la comisión de RR.EE., también me gustaría que me indicaras a qué organismos me sugieres debiéramos invitar... Sería bueno plasmar las observaciones y  aprehensiones, de las que conversamos contigo... Un abrazo", señala el correo de Iván Moreira, que lo tiene en la mira en otra arista-, de la fiscal Ximena Chong. ¿No será mucho senador, pedir que hasta las minutas de lo que dirá y hasta las preguntas se las redacten?

Algo raspó la olla y consiguió de otras fuentes. Hoy está pagando “con intereses” la pasada. Claro que de resultar condena penal, no se haga la idea que la pena será alta, pues lo que arriesga en esta clase de delitos de cuello y corbata es una minucia, menor a robar una gallina. Además el Ministerio Público de las manos del Fiscal Jorge Abbott –a quien acusan de haber llegado a ese puesto bajo el compromiso de desbaratar las acciones en contra del financiamiento ilegal de la política-, ha establecido la “doctrina” que no debe perseguirse este tipo de ilícitos, amparándose en otra perla, la actitud del SII, que prioriza en que le devuelvan el dinero y no en perseguir a los delincuentes.

Lo “malo”

Los ministros que estuvieron por el voto de minoría (8), aducen que en los delitos tributarios debe existir de manera expresa el conocimiento y la voluntad de cometer el delito tributario y, en el caso de los políticos –encarnados hoy en la arista Moreira-, el fin no habría sido cometer fraude tributario sino que solo el buscar financiamiento para las campañas (sic).

Votaron a favor de la tesis exculpatoria, que cree que no hay delito pues se necesita la intención expresa de querer cometer un ilícito tributario, estuvieron el presidente del máximo tribunal Hugo Dolmestch, Héctor Carreño, Carlos Kunsemüller, Rosa Egnem, Lamberto Cisternas, Carlos Aránguiz, Manuel Antonio Valderrama y Arturo Prado Puga.

Luego, quienes cantan victoria porque por una mayoría relativa de 9 votos estuvo por el desafuero, debe considerar que hubo 8 ministros en contra. La mayoría que se juega porque se investigue, es muy precaria.

Lo “feo”

Sin duda que el resultado haya sido 9 a favor de desaforar y 8 en contra de ello, no implica una mayoría real, pues además hay otros 4 otros magistrados que no participaron del pleno,  los ministros Carlos Cerda, Patricio Valdés, Gloria Ana Chevesich y María Eugenia Sandoval.

Sume a lo anterior que varios de los ministros que forman la Sala Penal de la Suprema, votaron en contra del fallo de mayoría, por considerar que en los delitos tributarios debe estar presente el “dolo”, esto es, la intención de cometer un ilícito tributario.

De alguna manera hoy se fija lo que será la suerte de aquellos políticos que se han visto involucrados en el financiamiento ilegal, la casi obvia impunidad, con quizás un par de cabezas que se hagan rodar para que la excepción mantenga la regla. El caso Moreira no determina de manera definitiva lo que viene, pero sin dudas marca una línea para los demás casos. Antes el SII, luego el Ministerio Público y ahora, corona la Corte Suprema. Mala cosa para el futuro de la democracia, con una política tan desprestigiada en que conductas que se reconocen ilícitas, queden sin sanción real.