Oh I'm just counting

¿Gabinete de lujo? Próximo ministro hace férrea defensa al "Choclo" Délano y sus delitos: "En cualquier país le habrían dado una medalla"

Sin duda el nuevo gabinete de Sebastián Piñera ha traído más de una crítica. Y uno de ellos es Gerardo Varela, el nuevo ministro de Educación. Entre sus polémicos dichos está la defensa que hace a Carlos "Choclo" Délano (foto) a quien asegura que le cayó bien porque "era de la U y del Saint George"

Las polémicas frases de Varela:

– “A Gabriela Mistral le preguntaron alguna vez por qué no vivía en Chile, y ella dijo, porque en Chile sería la “Gaby” no más. Es el problema de “El Choclo”, en cualquier país desarrollado le habrían dado una medalla por servicios a su país, acá preferimos dárselas a Alan García que nos demandó ante La Haya. Por eso, acá es ‘El Choclo’ no más”.

– “(…) Desde la distancia, me cayó bien al tiro, era de la U y del Saint George, lo que inmediatamente me genera confianza, nunca se daba aires, trabajaba igual que el resto, tenía un sentido común poco habitual y una sencillez de esas con las que uno se cruza pocas veces en la vida. Cuentan sus compañeros que al colegio el Choclo fue a comer membrillo, brillaba en los recreos y en el fútbol, pero desteñía en las aulas”.

– “Es Gulliver amarrado por los liliputenses, están felices de perseguirlo por no sumarse a su cruzada contra el éxito. Las boletas de terceros -familiares o no- parecieran ser un recurso utilizado por la política desde siempre y nunca han sido delito, sino que se han castigado como gasto rechazado con 35% de impuestos. (…) Por eso es que a mí esto de la “falsificación ideológica” me suena más a falsa ideología que otra cosa. Si usted cree que realizar gastos no necesarios para producir la renta es un delito de “falsificación ideológica”, entonces hágase ver porque es candidato a sumarse a esa lista que integran Beria, Torquemada, y Himmler”.

– “Por eso un genio como Nicanor Parra en su obra/instalación “El pago de Chile”, muestra a todos los Presidentes de Chile ahorcados. Así tratamos a los que sirven al resto. Con ingratitud. No hay que cuidar a los exitosos, la idea es botar a los gigantes, impedir que toquen el cielo, no vaya a ser que nos contagiemos y todos queramos hacer lo mismo”.

– “La historia empresarial de “El Choclo” y de muchos otros es de varios fracasos antes del éxito, pero eso no importa. En el Chile actual, el éxito de algunos es un espejo en el cual muchos chilenos no quieren mirarse, porque refleja envidia y resentimiento, por eso hay que perseguirlo. (…) “El Choclo” cometió el grave error de quedarse a hacer patria, pero ese concepto cada vez se parece más a una “falsificación ideológica”.


– La Nueva Mayoría, sus ideólogos y seguidores han insistido en que la educación es un derecho social y no un bien de consumo. Poner esta dicotomía es una falacia. Es como sostener que el hombre es sólo un ser dotado de alma y razón, y no un mamífero, en circunstancias que es todas las anteriores.

– La educación requiere inversión en infraestructura, capital humano y manutención. (…) La educación es un mercado donde los colegios y universidades compiten entre ellos por los mejores alumnos, por dar la mejor calidad y por mejorar la empleabilidad.

– Si la educación sólo fuera un derecho no tendría límite y todos podríamos aspirar y obligar al Estado a financiarnos postgrados en Harvard.

– La solución para la educación no es la gratuidad ni la prohibición del lucro —y menos de la selección y el copago—, sino que el desafío es cómo seguir atrayendo inversiones, competencia y talento a un sector que la requiere con urgencia.

– “La justicia no solo debe ser imparcial, sino que también parecerlo. Los jueces solo deben hablar por sus sentencias y no por tuits. El juez que presidió el caso Luchsinger parece un actor político tuiteando, y durante la audiencia se luce con una tenida más propia de la alfombra roja que de los estrados judiciales. En un homenaje al centenario de la Revolución de Octubre, el magistrado lució todo rojo, chaqueta, corbata y foulard en el tono: una “tormenta de facha” que nos evocaba al señor Corales.

– Un caso trágico, que despierta compasión e indignación, ameritaba un juez que presidiera con sobriedad y discreción, que no fuera el centro de atención ni por sus opiniones anteriores ni por su estética. Él decidió, sin embargo, tener su día de fama. Si condenaba: los acusados merecían un juez discreto, y si absolvía: la familia, el país y la dignidad del Poder Judicial exigían sobriedad y, en ambos casos, la empatía que demanda el dolor humano y la solemnidad que impone la gravedad del caso. Nada de eso demostró el presidente del tribunal”.