Muy entusiasmado dice estar el exministro del Trabajo, expresidente del PS y exdiputado Osvaldo Andrade (PS) volviendo a las pistas del derecho laboral. Una oficina de Avenida Kennedy, en Vitacura, es el centro de operaciones de AMVD abogados, donde busca anticipar y frenar conflictos entre empresarios y trabajadores junto a sus socios: el exdirector del Trabajo Christian Melis, el exsecretario general del PS Pablo Velozo y el exsubsecretario del Trabajo Francisco Díaz.
“Acá recibimos a sindicatos y empresarios”, explica el exdiputado. No obstante, en esta entrevista habla de política pura y dura. Defiende la estrategia opositora de su partido, analiza el gobierno de Piñera, el movimiento feminista, y explica por qué no buscaría otra vez un cargo de elección popular.
¿Comparte la “oposición dura” del PS contra el gobierno?
No solo la comparto, sino que me hago parte de ella; aunque no del concepto de oposición dura, pero sí de una oposición seria. El PS tomó la decisión de hacerse cargo del mandato ciudadano. Ser oposición, hasta donde yo sé, significa decir que el gobierno no lo hace bien. No se trata de frivolizar esto, el PS ha hecho bien la pega.
¿Qué ha hecho bien el PS?
Con todas las aristas que genera un gobierno que ha tenido desprolijidades en su instalación, el PS solo ha hecho cuatro acciones de fiscalización; por ejemplo, el protocolo por aborto en tres causales y el viaje del ministro de Hacienda. Si uno lo compara con la conducta de parlamentarios de derecha, particularmente de RN, en el último año del gobierno de Bachelet, ¡discúlpeme! Había gente que vivía en la Contraloría. El PS ha tenido una conducta nítida como partido sin matices.
Pero el PS se restó de comisiones del gobierno…
El gobierno cometió un tremendo error con el PS. El PS nunca se ha restado a la posibilidad de dialogar, pero en la primera conversación que el PS tuvo con el gobierno, particularmente con el ministro del Interior, se le dijo que estábamos dispuestos a colaborar, pero en una relación institucional, donde nosotros designábamos a quienes iban a las comisiones. Esto tenía que ser de buena fe, pero no ha habido buena fe por parte del gobierno con el PS.
En el PS igual ha habido críticas internas, de parlamentarios como José Miguel Insulza y Marcelo Díaz, por algunas de sus decisiones…
Pero no se ha alterado la decisión institucional. Ellos han mostrado su opinión, pero han respetado la decisión partidaria. Elizalde ha cumplido un mandato del PS. Esto tiene un valor en política, porque cuando se llegue a acuerdo con el PS se va a cumplir, por eso la buena fe es fundamental, y ese es el error del gobierno. El gobierno no ha actuado de buena fe con el PS. Un ejemplo al revés: ¿por qué no invitaron a Carlos Montes a la reunión en casa de Chadwick? Fueron a la casa del vicepresidente de la República para una reunión de coordinación, y omitieron a quien está a cargo de la coordinación.
¿Pero quieren formar parte de los grandes acuerdos?
Si el gran acuerdo en materia de seguridad son los 150 puntos, yo pongo en duda que eso tenga el carácter de gran acuerdo. ¿El gran acuerdo de pensiones? En ese, el gobierno no está hablando con la oposición, ahí no hay comisión. ¿El gran acuerdo de la reforma tributaria? ¿Ahí con quién de la oposición está hablando? Esos son los grandes acuerdos. Si vamos a hacer grandes acuerdos, que sean sobre los grandes temas.
¿No piensan en los costos de la posición del PS?
Hemos hecho ese análisis. Cuando uno es derrotado, lo primero que tiene que hacer es generar su identidad. Nuestra primera tarea es recuperar nuestro nicho electoral. Esto no significa una ruptura con lo que ha sido históricamente nuestro entendimiento con el centro, pero que el centro también haga su pega. Fuad Chahin, cuando discute con nosotros, comete un error; lo que él tiene que hacer es crecer en su nicho electoral.
¿Y la búsqueda de identidad la hacen a costa del gobierno?
Bueno, si es a costa del gobierno, ¿qué tiene? Si no es nuestro gobierno. No nos pidan que nos comportemos como un partido de los acuerdos, porque no es eso a lo que la ciudadanía nos mandató.
Más allá de la relación con el PS, ¿cómo evalúa estos más de cinco meses del gobierno de Piñera?
Este es el gobierno de Sebastián Piñera, no es el gobierno de Chile Vamos. El Presidente tiene la noción de que en estos cuatro años tiene que dejar su legado y no necesariamente su legado es que lo reemplace alguien de su coalición. Él está funcionando como gobierno en la lógica de lo que día a día le señalan las encuestas.
¿No tiene sustancia?
No digo eso, pero si hay que comprarse tesis que son históricamente de la izquierda, el Presidente no tiene ningún pudor en hacerlo.
¿Y eso no es populismo?
Es fuerte categorizarlo en cinco meses, no me atrevería a decirlo, pero no tengo dudas de que él está pensando en mantener su respaldo en las encuestas. Y si para eso hay que tomar decisiones que desde el punto de vista ideológico puedan entrar en conflicto con su coalición, no va a tener ningún problema en hacerlo. No obstante, en paralelo está asegurando otras continuidades. El Presidente va a hacer todo lo posible por dejar amarradas institucionalmente las cosas. Va a nombrar nueve miembros de la Corte Suprema, cincuenta y tantos miembros de las cortes de Apelaciones. Entonces, va asegurando espacios para la continuidad de un modelo. Las bases del modelo son intocables para el Presidente. Intenta hacer popular el modelo.
¿Cuál es la mejor fórmula de alianzas en la oposición?
Hay que tratar de ser lo más simples posible. En momentos de derrota la creatividad siempre se desarrolla, pero aquí la definición política desde la perspectiva de los entendimientos es muy simple: es de dónde hasta dónde. La fisonomía ahora es desde la DC hasta el Frente Amplio. ¿Cómo se llega? Nunca es posible dibujarlo antes de que se anden los caminos.
Pero la DC ya ha dicho que no se va a sentar a conversar con el PC o el Frente Amplio…
Usted no se imagina el tiempo que ocupé como presidente del PS para resolver los problemas que había entre la DC y el PC. Todo eso empezó con frases como “yo de ninguna manera me sentaría con el otro”. La experiencia me ha demostrado que la realidad es más fuerte que estas frases.
Ya están surgiendo nombres de presidenciales: Máximo Pacheco, Ricardo Lagos Weber o José Antonio Gómez. ¿A qué se debe?
Cuál es el problema. ¿Y del otro lado? La Primera Dama fue elegida la persona más influyente y es una clara insinuación de que ella podría ser una alternativa. No hay bala de la fortuna en esto. Esto que estaba instalado de que el gobierno era para ocho años, el propio Presidente lo ha desmentido. En Chile a veces estas cosas suceden en mucho tiempo, y a veces de un día para otro hay liderazgos que así como surgieron han desaparecido. ¿O me va a negar que el alcalde Sharp está adquiriendo una dimensión de liderazgo en el Frente Amplio que claramente puede superar a Beatriz Sánchez en el poco tiempo? ¿Cómo se explica la última ofensiva de Bea Sánchez?
¿Cómo evalúa la carta de apoyo a Lula da Silva?
Yo no la habría firmado. En Chile los socialistas hemos tomado decisiones sobre personas que están formalizadas y no los llevamos de candidatos. Me preocupa el estándar, porque no es razonable que uno sea tan estricto con los propios y no tan estricto con los amigos. Nosotros expulsamos del PS al alcalde de San Ramón y hasta ahora ni siquiera ha sido formalizado.
¿Y el respaldo de la expresidenta Michelle Bachelet?
No tengo condiciones para darle una opinión de las motivaciones de cada uno de los suscritos a la carta. Prefiero… como dice la Presidenta: “paso”.
¿Cree que hay convicción de que el PS debe ser un partido feminista o es un aprovechamiento?
No solo me parece razonable, yo fui parte de la propuesta. Encuentro completamente injusto que se nos diga que es una cuestión de oportunismo. Los grandes temas del feminismo en Chile han sido puestos por mujeres socialistas. A mí me parece muy bien que haya mucha gente en la calle, lo único que digo es que no piensen que el asunto del feminismo empezó con ellas. Gabriela Mistral, Julieta Kirkwood, fueron socialistas. Carmen Andrade, que debe ser de las que más han luchado por estos temas -disculpe que hable de una hermana- es socialista.
Usted fue acusado de machista, por ejemplo, por la diputada Marisela Santibáñez. ¿Ha evolucionado respecto de este tema?
Por supuesto que sí, hace años atrás, siendo presidente del partido, a mí me preguntaron por el tema del aborto y dije que la sociedad chilena no estaba preparada para discutir eso, y sí estaba. Este proceso nos ha pegado a todos. Pero para aclarar: encuentro súper injusto lo que dijo la diputada Santibáñez, porque mi comentario tuvo que ver con la política, no con su condición de mujer. Y felizmente hay testigos de esa conversación, pero no voy a entrar en esa polémica. El feminismo es una agenda prestada para el gobierno y sería un desacierto tremendo si la izquierda no la asume como propia.
¿Va a postular a otro cargo de elección popular?
Lo más probable es que no postule otra vez a un cargo de elección popular, por tres razones. He sido ministro de Estado, presidente de partido, parlamentario, presidente de la Cámara, siento que ya he hecho una tarea. En segundo lugar, es tiempo de que nuevas generaciones asuman conductas de dirección. En tercer lugar, sin perjuicio de reconocer que probablemente uno comete muchos errores, fui un buen parlamentario, con una capacidad legislativa interesante, una identidad laboral, pero creo que se fue injusto conmigo.
¿Por qué?
A mí se me adjudicó una responsabilidad respecto de la cual no tengo nada que ver, que es el tema de la pensión de mi exseñora.
¿Fue la clave de su derrota?
No sé si fue lo clave, pero de que fue un factor que influyó, no tengo dudas. En esto soy derecho, yo nunca voy a dejar a mi exseñora, porque lo de ella también fue injusto. Yo estoy claro que su pensión es escandalosa desde el punto de lo que es la pensión de la gente, pero son las pensiones que se tramitaban ahí y así lo reconoció el tribunal, pero yo no tuve nada que ver en eso, yo ya estaba separado, pero yo no voy a andar explicando eso. Por todo, me sería difícil volver a concursar por un puesto de elección popular. Hoy la primera línea es para otra generación, pero se la tiene que ganar también.