Es frustrante tener que comprobar que la propuesta constitucional, tras este segundo intento, no recoge un acuerdo político y social que garantice la paz y la sana convivencia.
Es un proceso que se desvió en la etapa final, cuando era el consenso lo que garantizaba la paz y la posibilidad de enfrentar juntos los problemas sociales. El acuerdo parlamentario transversal del 19 de noviembre del 2019 fue desperdiciado, lo mismo pasó con el borrador del Comité Experto. Los acuerdos no se desperdician.
El texto no se hace cargo de la demanda social de mejoras relevantes en materia de salud, pensiones, equidad, acceso al agua. Lo que hace es cerrar la deliberación, imponiendo un modelo de sociedad que no interpreta a la mayoría del país.
Se reemplaza una Constitución de derecha por otra Constitución de derecha que cambia antiguos por nuevos cerrojos.
Se limita a imponer una mirada corta, ideológica, que confunde el bien de algunos con el bien común.
En una Constitución que consagra una ideología dominante no caben aquellos que no la compartimos.
El aprobar para reformar no es una opción. Al elevar los quorum esta será una Constitución más difícil de reformar que la actual. Reponer los 3/5 de la constitución original de Pinochet es literalmente un retroceso.
En este texto es la construcción de acuerdos la que se ve debilitada. Los diferentes puntos de vista no se integran. Como dijo Ricardo Lagos, no deja “ninguna posibilidad de representar a la Nación como un todo”.
Lo repito: no se hace cargo de las demandas sociales, de la urgente necesidad de mejorar la salud, las pensiones, la equidad, la seguridad y el acceso al agua.
Intenta cerrar la deliberación política y lo que consigue es dejar los temas abiertos. Llevará los conflictos a las cortes y al Tribunal Constitucional. Con este texto, la búsqueda de una solución a los problemas de los chilenos y las chilenas queda más lejos.
Hay que retomar la buena senda. Este proceso debe concluir y pronto, es lo que debe lograrse en el Parlamento, previamente a haber atendido las urgencias de los ciudadanos.
Si tenemos una Constitución de los consensos y no una Constitución de las divisiones, entonces podremos focalizarnos en dar respuestas efectivas a los problemas que aquejan a los chilenos y chilenas.
Debemos llegar a acuerdos en materia tributaria, para contar con recursos para mejorar la vida de todos y todas. Debemos llegar a acuerdos en materia previsional, ya no es posible que la angustia de miles de chilenos se siga eternizando. Debemos llegar a acuerdos en materia de salud porque el sistema debe mejorar para permitir el acceso oportuno. Debemos llegar a acuerdos en materia de seguridad, porque podemos y debemos tener un país que asegure dignidad a sus habitantes.
Los acuerdos son la única forma que tiene Chile de aprovechar el potencial de su pueblo y lograr un crecimiento sustentable con equidad.
No se trata de lograr la victoria de unos compatriotas sobre otros. No existe un Chile de izquierda y un Chile de derecha. Como dijo Patricio Aylwin “Chile es uno solo” y eso no queda reflejado en el texto que se nos entrega hoy.
Se trata de recuperar espacios de diálogo, que la ciudadanía demanda y reclama. Esta propuesta constitucional no se hace cargo de las necesidades de la nación. Reconocerlo nos deja más cerca de retomar los acuerdos en que todos y todas nos veamos representados.
Anuncio que mi opción es “En contra”.
Plebiscito del 17 de diciembre: En defensa de un rechazo. Por Ricardo Cifuentes, Presidente de la Cámara de Diputados


